sábado, 10 de septiembre de 2016

Crónica de la 17ª Reunión del GRUPO MADRID

XVII Reunión del Grupo Madrid
Bar “La Regata”
Móstoles (Madrid)

Antonio Rodríguez Gutierrez, Victoriano Castillejo Molina, Francisco Ruiz Roldán
Antonio López Arenas, Rafael Vilas García, Antonio Crespo García, Antonio Estepa Romero
Rafael Raya de la Mora, Manuel Jurado Caballero
Vale, Paquita, Elena, Manuela, Cari, Andrea, Consuelo y la fotógrafa Carmen
En esta ocasión estábamos especialmente ansiosos por el encuentro, porque nos visitaban dos nuevos compañeros: Rafael Raya de la Mora con Elena y Antonio Rodríguez Gutiérrez con Paquita. ¡Nueve compañeros de un tirón! Pero empiezo por el principio.

Ya estaban en la terracita del bar, Antonio Gutiérrez y Paquita, cuando llegué con Andrea. Antonio  me reconoció al instante, después de 46 años. ¡Este tío hubiese sido un buen “secreta”! Después de los abrazos nos sentamos con ellos a esperar  la llegada de los demás compañeros. De pronto se detuvo un taxis, se abrió la puerta de atrás y lo primero que vimos fueron dos piernas de cordero con zapatillas. ¡Cosa más rara –pensé-, la Fiesta del Sacrificio (Eid al-Adha) de los musulmanes no es hasta el próximo día 11! Pronto salí de dudas. Detrás de las piernas de cordero salía Rafa Vilas. Traía un ataque de gota que no podía casi andar. Otro, yo mismo, hubiese excusado el encuentro. ¡Meritorio gesto, Rafalito! Como un avezado estibador portuario le ayude a tomar asiento en una silla, que emitió un quejío lastimero por lo que se le vino encima.

No esperamos mucho cuando de pronto empezaron a aparecer los demás. Parecía que acababa de descargar un autocar del Imserso. No dábamos abasto en los abrazos. Después de los primeros minutos de euforia pasamos al interior del bar. Nuevo sacrificio del Vilas hasta llegar a la silla presidencial. Después de acomodarnos empezaron a poner el menú: papas aliñás, tortillitas de camarones, cazón adobao, paella de mariscos y para rematar tarta, regado todo con vino tinto.


La suerte de los comensales, que no de nuestras ninfas, era que en nuestra temprana edad superamos la prueba de la morcilla. Esto nos ha servido a lo largo de nuestra vida a superar cualquier cosa. Por eso no le dimos demasiada importancia a la falta de mariscos, ni al adobao del cazón, ni al aliño de las papas. Para mi gusto, sólo se salvo la tortillita de camarones y la tarta. Cuando llevábamos diez minutos sentados en las sillas de tortura, le comenté a Antonio Crespo si tenía calor, porque yo estaba sudando como un segaor  en la Vega del Guadalquivir.  No hizo falta que me contestara. El cuello lo tenía más mojado que un borriquillo pedrero. Pero le echamos casta y la reunión iba transcurrieron por los cauces habituales de entendimiento, compañe-rismo, recuerdos… ¡Lo nuestro es un milagro!

La sobremesa la pasamos en la terracita de la calle. ¡Qué alivio, por Dios! Antonio López Arenas celebró con nosotros su entrada al club de los abuelos con unas botellas de cava y unos deliciosos dulces de la localidad. Aquello enmpezó a animarse y enseguida se oyó en el aire las primeras notas musicales. Rafa Vilas, no sé como lo consiguió, soportando estóicamente los dolores, no desafinó ni una vez en las canciones que generosamente nos ofreció. ¡Grande este Vilas! Epoleado por él, saltó como un felino Antonio Rodríguez Gutiérrez, nuestro particular "Palito Ortega", que nos cantó primorosamente por Carlos Gardel. ¡Fantástico, Antonio! Rafael Raya de la Mora también le pega bien al canto. Me comentó Andrea que salió al balcón alguna vecina. Seguramente no acostumbrada a oír ruiseñores a estas horas. Bueno, ruiseñores y algunos grajos, que de todo hubo.

Empapados de satis-facción, tocaba retirada. Rafa Raya de la Mora salía para Conil; Antonio Rodríguez para Segovia y los demás, cada uno a su olivo. Pero todos pensando en la próxima. A estos tíos no se les puede decir ná. Comenté que para la Navidad tendríamos que hacer una muy especial. ¡Sí, por unanimidad! Ya podrían aprender los políticos de nosotros. Pero eso es otra historia.

¡Paz y bien!

Antonio Estepa Romero
Móstoles, 10 de septiembre de 2016





10 comentarios:

  1. Estupenda crónica del evento al cual asistimos creo,cada vez con ilusión cómo ha dicho Victoriano y como si no hubiesen pasado los años, un abrazo queridos amigos y enhorabuena al cronista

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  2. Muy buena la crónica Antonio. Fiel retrato de lo que alli se cocio'.
    Enhorabuena.

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  3. Que buena crónica, como si hubiese estao presente.
    Gracias Sr. Estepa.
    Un abrazo.

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  4. Antonio enhorabuena por esta magnifica crónica . Desde luego esta vez nos falló un poquito el Regata. No en el precio, pero si en la escasez de frutos del mar. Aunque de cualquier manera el listón estaba muy alto. La paella que nos obsequiaron Antonio y Cari en Maello fue insuperable.
    Está claro que la morcilla nos vacunó. ... Todo quedó superado por la entrañable amistad y por lo bien que lo pasamos.
    Recibe un fuerte abrazo.
    Manolo Jurado.

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  5. Amigo Antonio, se nota que los sudores no pudieron contigo, no se te ha olvidado ni una coma de lo que alli aconteció. Eres genial, siempre nos ofreces un ratito alegre. Paz y bien tambien para vosotros

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  6. Antonio Estepa Romero11 de septiembre de 2016, 9:57

    Gracias, amigos, por vuestras palabras y por estar siempre ahí, dando ánimo a todo el mundo. Un abrazo a todos.

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  7. Por lo visto el "REGATA" os dio un "regate" con el marisco, o fue en solidaridad con el amigo Vilas que sabian que venía con la gota.
    Buena cronica, un abrazo.(Zánchez Zánchez.)

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  8. Ingenioso nuestro Bronco, como siempre.Enhorabuena a tod@s por vuestro compañerismo y sincera amistad. Enhorabuena también para el nuevo abuelo Antonio Lopez Arenas.. Un fuerte abrazo para tod@s. ¡Que bonito ver esa reunión con las señoras. PACO RAYA.

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  9. Antonio Estepa Romero12 de septiembre de 2016, 13:57

    Un fuerte abrazo para Zánchez y Raya con mi agradecimiento por vuestro apoyo que valoro y aprecio como si me hubiéseis invitado a comer. Un fuerte abrazo.

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  10. En hora buena por el encuentro.
    Buena compañía, hermandad y buena mesa, que más se puede pedir.
    Un abrazo.
    Juan Martín.

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