viernes, 31 de mayo de 2019

Jueves de Perol en Plateros

CRÓNICA DE LA REUNIÓN DE LOS VICARIANOS CORDOBESES, EN LA SOCIEDAD DE PLATEROS, CORRESPONDIENTE AL MES DE MAYO 

Córdoba, 23 de mayo de 2019




En esta ocasión, la reunión se adelantó al jueves día 23, por aquello de la Feria de nuestra ciudad. 

Poco antes de las 12 horas, estábamos allí “Tres Margaritos” Pero en esta ocasión en lugar de Rafael Raya, se trataba de Antonio Caballero. Margarito que, si no de nacimiento, lo era por su condición de destino sacerdotal. Más tarde llegaría “otra Margarita”, Mari, esposa del Sr. Sánchez. 

Antonio Martínez, jefe de maniobras -entiéndase como mandamás en los asuntos perolísticos- comenzó a dar órdenes. Los demás, a obedecer sin replicar. 

Poco a poco se fue llenando el salón que nos ceden para este tipo de ocasiones. Pronto los olores del refrito comenzaron a alterar nuestras sensaciones olorosas. Veloz, también, discurrió por doquier la refrescante cervecita y el oloroso vinito. 

—¡Andrés que no se pidan muchas tapas, no vaya a ser que no se coman el arroz! —Me decía insistentemente el Chef. Yo, con algo de socarronería, le aseguraba tener todo el control. Lo cierto es que sus señorías arrastraban hambre, por lo menos, desde el suculento perol con que nos agasajaron Toñi y Rafael. (si es que un servidor, puede tener algún control sobre vosotros) No quedaba otra opción, lo primordial era atajar tanto apetito y rogar encarecidamente que no quedara grano alguno en el perol. Crucé los dedos. 

Buena afluencia de comensales. Esta excelente concurrencia dio lustro a la habitación, donde guardamos relicarios de nuestro pasado, así como “memorándum” de nuestro presente. Hubo voces que reclamaban una mayor presencia de mujeres. Por supuesto estuvieron allí, Isabel, Lola y Mari. 

Resaltar la presencia de un nuevo compañero, más jovencito. Su nombre, Antonio Porras Ramírez. Podría decirse que se trataba de uno de “los últimos de filipinas” por aquello de que su curso fue de los que dieron por finiquitada la presencia en Santa María de los Ángeles. Como viene siendo costumbre, se procedió a la imposición del “Solideo Vicariano” Sin embargo ¡hete ahí! su santidad, se había olvidado el susodicho solideo. Ello no fue óbice para no celebrar el acto: Se necesitaba algo rojo y al instante recurrimos a un mantel de tal color. Cortamos un pedazo, ya que era de papel y lo confeccionamos inmediatamente. Pueden observarlo en la foto. ¡El acto llegó a consumarse! Pudo ser investido con tal honor. ¡Gracias a los manitas! (en este caso, me aplaudo a mí mismo) «Intellectus apretatus discurrit qui rabiat».

También tuvimos la suerte de contar con José María, nuestro amigo y “custodio de Santa María de los Ángeles” Nos dio algunas pinceladas de los últimos arreglos allí efectuados. Esta vez sí, se dio por finalizado la degustación de aperitivos. No por motivo de que sus señorías estuvieran saciadas, cosa altamente complicada de realizar, sino porque el cocinero comenzó a repartir los platos de paella. El silencio fue apoderándose de la habitación. Sólo se interrumpió por la exclamación de ¡excelente paella! Efectivamente no había lugar a dudas. Otro cocinero que se ha doctorado “cum laude”. A ver quien oposita para la próxima vez. 

Yo, quedé altamente satisfecho, no porque llené satisfactoriamente mi “buche”, sino porque no quedó ni un grano de arroz. Menos mal, de lo contrario hubiera sufrido un severo castigo. ¡Gracias compañeros! 

Pero, sobre todo, ¡gracias cocinero por tan buena paella! 

De no haber sido porque llegó la hora del cierre de Plateros, la tertulia, se hubiera prolongado por más tiempo. 

Abrazos, besos y despedidas, pusieron el fin y el hasta pronto. 

Bueno, como siempre, alguna gente de mal vivir, entre las que me incluyo, degustamos de un rato más, tomándonos una penúltima copita. 

Ya en la parada del autobús, hizo acto de presencia Carlitos. No había podido asistir por culpa del trabajo, pero se resistió a perder aunque fuera un abrazo. Los dos, pues no quedaba nadie más, departimos en una pequeña charla, con una copita por medio.
De nuevo en la parada del bus, esta vez sólo se presentó el que iba a llevarme de regreso a casa. Antes de montarme, miré hacia un lado y a otro, por si aparecía algún rezagado. No fue así. 

Será hasta la próxima. 

Tened mucha salud. Es una orden. 




Andrés Osado Gracia
Córdoba, 27 del mes florido de 2019 

lunes, 13 de mayo de 2019

Crónica de la 34ª Reunión Grupo Madrid

Casa Pepe
Fuenlabrada (Madrid)
11 de mayo de 2019 

Como dice Manolito Jurado: -“Al final Casa Pepe se está convirtiendo en nuestro “plateros” del sur de Madrid”. Y es verdad. Le estamos cogiendo cariño a este sitio. Tenemos atenciones, buen servicio, buena comida, tranquilidad y una magnífica terraza para rematar la faena. ¿Hay quién dé más? 

Cuando Andrea y yo pisamos la “alfombra roja” ya estaban sentadas en la terraza Consuelo y Manuela. Después de saludarlas me fui para el abrevadero. Me encontré a Manuel y Victoriano dialogando sobre un tema sumamente interesante: el número que nos correspondía para marcar las talegas y la ropa. Manolo defendía, con argumentos matemáticos, que el mío debió de ser el 266. Yo asentía con la cabeza mientras engullía unas salchichas con patatas que le habían puesto de aperitivo. Enseguida se sumaron a la conversación Paco y Antonio Porras, que acababan de llegar. 

Poco tardamos en pasar al comedor. Una vez instalados, comenzó la dura tarea de elegir los platos: cogollos de lechuga con atún, pimientos de piquillo rellenos, sopa de mariscos… Porras y yo nos decidimos por la sopa. Enseguida llegó la sopera. Me recordó al vaso campaniforme del periodo inicial de la Edad de Bronce. Nos miramos como lo hacen las leonas antes del ataque a un precioso cervatillo. ¡Elegimos bien! Las lecciones de Urbanidad de Los Ángeles me obligaba a servir antes al compañero. Metí el cazo con la maestría de un pescador de bajura y deposité la pesca en el blanco plato: fideos acompañados de bivalvos, gambas, trozos de pescada, etc. Una sonrisa bobalicona apareció en nuestros rostros. Estaban los comensales atacando el segundo plato cuando Porras y yo dábamos buena cuenta del tercero. Por pudor no me asomé a la vasija para ver el resultado de nuestra ingesta. Me acordé del chiste de los garbanzos de Paco Gandía: ¡Mira que si nos pasa lo mismo que al niño…! 

Como siempre la conversación fue distendida, tocando temas interesantes: política, Iglesia, fútbol, etc. Manolo Jurado encalló en la Teología y se remontó hasta el Concilio de Nicea. Con el mismo nerviosismo de un monje tibetano nos hizo una larga disertación. Y no fue más extensa porque Victoriano, con esa fina diplomacia que exhibe para decir las cosas, le espetó: -¡Bueno, al grano! 

En el segundo plato, y para compensar, pedí lubina al horno. Ellos comieron pata de cordero, de cerdo, y un filete que no cabía en el plato. ¡No sé cómo pueden comer tanto estos tíos! Yo debo de tener algo de tiroides, porque es que no me lo explico. No hace falta comentar que mi cena fue exigua: un poquito de pavo, unas lonchas de queso havarti, fruta y un yogur. 

La sobremesa la pasamos en la amplia terraza. Otro encuentro que hay que guardar en el recuerdo. Nos acordamos, por supuesto, de los ausentes. Para terminar, el Jurado se subió en el cochecito de la entrada intentando emular a Carmen. No lo consiguió porque la meta era inalcanzable. Manolo tiene el mismo sexapeel que yo en traje de baño. 

Acordamos que el próximo encuentro sea el 8 de junio en Segovia. Ya iremos ajustando nuestras agendas. 

Y eso fue todo. Con el corazón lleno de alegría por el encuentro levantamos la sesión a las 18,45 p.m. ¡Cada día se robustece más nuestra amistad y se amplía nuestro perímetro! 

Paz y bien.

Antonio Estepa Romero