EN BUSCA DEL TOMATE PERDIDO
(O COMO LLEVARSE AL HUERTO A UNA PAREJA DE TORTOLITOS)
Resumen de la crónica telefónica de nuestro corresponsal en Roquetas de Mar, Almería, España del mundo mundial.
La mañana, en Roquetas de Mar, amanecía como otra cualquiera: espléndido sol, temperatura agradable y tranquilidad… “muuuucha” tranquilidad.
De repente, una llamada telefónica:
− Voy para allá, no tardo nada.
De esta forma, al entorno del mar de la tranquilidad y a esa pareja de tortolitos, que disfrutaban de su merecido viaje-imserso, en la localidad antes indicada, Isabel-Pacomo, se les fue introduciendo una brisa marina envuelta en bruma de alegría e impaciencia. Efectivamente, a partir de ahí los acontecimientos tomaron un cariz más acelerado e inesperado que de costumbre.
Al poco rato, una “fragoneta”, no del todo desconocida, se detiene frente a ellos. Sin lugar a dudas no podía ser otra sino la del sin par “Torraor” o si lo prefieren ustedes, “el Hombre que susurraba a las tórtolas”
− Veis, no he tardado nada. Es que sin pensarlo dos veces me he dicho: ¿por qué no me voy a ver a Isabel y Pacomo−, les dijo Miguel, mientras se precipitaba a indicarles la siguiente actividad.
− Vamos, os voy a llevar a Motril, no se hable más.
Dicho y hecho. La fragoneta se puso de nuevo en camino: fiel fragoneta, amiga entrañable de incansables kilómetros de trabajo y “correrías”
El camino transcurría de lo más aburrido… ¡Eh, alto! Me parece que me estoy equivocando. ¿Ustedes creen eso? ¿Tratandose de Miguel y Pacomo, no se iba a oir ni una mosca? ¡No, que va, no paraban de hablar!
Por lo tanto, el camino era de los más ameno, mientras se dirigían a Motril. Pero, de repente, Miguel, interrumpe la conversación:
La fiel fragoneta, como un resorte, viró “ipso facto” hacia Adra. Por supuesto, sin esperar la respuesta de las dos voluntades acompañantes. O sea, que a la fragoneta le importó tres pimientos la opinión de Isabel y Pacomo.
Ya en Adra, en una de esas enigmáticas rotondas de las que padecemos los españoles, se detiene ante la vista de una pareja de la Guardia Civil:
− Voy a preguntarles para donde se va al mercado− les indica Miguel.
− ¡Chiquillo, a la Guardia Civil le vas a preguntar, encima que llevas un piloto roto, estas loco!− le increpa Pacomo (puede verse en la foto la veracidad de la observación)
− Va, no importa, no pasa nada, no os preocupeis, he pasado la ITV hace unos días.
− ¿Por favor, me pueden indicar dónde puedo comprar los famosos tomates de Adra?
En ese momento, los dos acompañantes se quedaron petrificados. ¡Menuda pregunta que les ha hecho! encima con las deficiencias que tenía la fragoneta. ¿Acaso no podía haber pedido información en otro sitio? Mientras tanto, Pacomo no dejaba de mirar de reojo a una caja solitaria, que medio y tapada con una chaqueta, se ubicaba tras los asientos.
− ¿Qué habrá en esa caja?− se decía para sus adentros, deseando que el agente no se percatara de ella y le diera por preguntar sobre el contenido de la misma.
− ¡Si íbamos para Motril, por qué pararnos a comprar tomates en Adra!− se repetía una y otra vez el acojonado Pacomo.
− Pues mire usted, eso le pilla un poco retirado de aquí− contestó muy amablemente el agente, el cual tras un saludo reglamentario, les deseó buen viaje.
Sólo cuando habían perdido de vista a los agentes, se atrevieron a increpar a su imprevisible conductor por la situación vivida.
− No os preocupéis, yo ya estoy acostumbrado a estas situaciones, no pasa nada. Yo y mi fragoneta hemos pasado por situaciones más complicadas y siempre salimos con buen pié de todas ellas.
Y cual caballero andante, siguió su camino, llevando a esas dos personas “imsersadas” hacia nuevas aventuras.
Por cierto, no hubo ni tomates, ni Motril y continuó el misterio “de la caja de cartón, medio tapada por una chaqueta”
Quizás, en otro momento, salgamos de dudas.
Mientras tanto, sed buenos.
P.D.: Esta vez, como veis, las aventuras son ya de más mayorcitos, pero igual de infantiles. Muy bien.
Andrés Osado, 26-10-16