martes, 24 de mayo de 2022

Crónica de la 46ª reunión del Grupo Madrid

46ª reunión del grupo Madrid

Restaurante Casa Pepe
Fuenlabrada (Madrid)

21 de mayo de 2022

No quiero ser reiterativo, pero lo de Manuel Jurado es para enmarcarlo. El viernes pasado, después de repostar y limpiar un poco el coche, subíamos en el ascensor del garaje cuando sonó el teléfono. Era él para preguntarme si pasaba el sábado a recogerme. ¡Está pendiente de mí, de nosotros, como la nodriza de Zeus! ¡Cómo no lo voy a querer! Claro, teniendo el pedazo de compañera que le ha tocado, es todo mucho más fácil.

El sábado llegamos más tarde. La culpa fue de Andrea, que me hizo cambiar de ropa cuando ya estaba el tío a punto de pisar pasarela. Luego, pensándolo, me pregunté -¡Si no fuera por ellas…!-

Llegamos a Casa Pepe y ya estaba casi toda la Plana Mayor en el abrevadero. Cuando Vale y Paco hicieron su entrada triunfal, éste nos presentó a su hermosa y simpática hermana menor, Mari Carmen, y a su cuñado Lucas; entre abrazos y bienvenidas los acogimos. Pilar y Antonio llegaron después, debido a un despiste automovilístico. ¡Los navegadores, que no valen ni una deposición!

Comenzó el Jurado con la varita verbal. Dejó caer el comentario, dirigido a nuestro Comandante, con la candidez de una serpiente tigre negra, que la mano que movía el avispero era la de Consuelo. Vamos, que la que manda en todo esto es ella. –“Toma, como en todas las casas”- contestó el agredido con el nerviosismo de un oso panda. Victoriano es capaz de comerse una paella, sin inmutarse, en pleno Dombás. ¡La gente se cree que uno llega a donde llega por su bonita cara! Los buenos líderes, como el nuestro, además de inteligencia, deben poseer intuición, creatividad, imaginación, visión de globalidad, capacidad de decisión y de asumir riesgos, empatía con sus subordinados y, sobre todo, saber qué terreno pisa ante su pareja. Por estas razones, el comentario de Manolito Jurado demostró que no está a la altura de un buen estratega como es nuestro Comandante en Jefe, Victoriano. Que estas palabras no os suenen a adulación, sino a justicia y reconocimiento por el impagable servicio que está haciendo a nuestro Grupo. ¡Y sin cobrar nada! ¡Eso sí que tiene mérito, y no lo de Mbappe!

Con la disciplina de una cordada por los Alpes, fuimos entrando en el comedor poco a poco para ocupar las sillas. Me recordó cuando entrábamos al comedor del Seminario, en dos filas, y con la mirada de un buitre leonado del Superior de servicio. Sabemos que dos sillas son intocables y las miramos con el mismo respeto y contención que lo hacen los futbolistas ante la Copa en una final de Champions.

Antonio Porras me preguntó dubitativo si íbamos a pedir la ánfora de sopa. Le puse al día de mi malestar porque la última vez no había pesca de bajura en la vasija. Al momento desanduve el camino reflexionando que no era justo quitarle a Porras el pienso por un criterio personal demasiado severo. Y de común acuerdo, como dos gatos relamiéndose ante un pequeño roedor, decidimos apostar toda nuestra inanición al rojo. Creo que acertamos, porque, antes de pedir la sopa de mariscos, le dejamos caer a la simpática camarera que le echara materia prima al ánfora. Comenzamos los dos a comer como dos chotos agarrados a las ubres maternas. Una vez más hubo desconcierto sobre la titularidad del pan, que rápidamente solventó Antonio López con la contundencia de un Juez de Menores: “-El pan que debemos coger es el de la izquierda”- A ver si nos vamos enterando de una vez. ¡Ay si D. Gaspar pudiera presenciar estas dudas; dónde pondría su malestar al comprobar sus infructuosas lecciones de urbanidad!

La conversación, en esta ocasión, siguió un curso… jurídico-pedagógico. Victoriano se adueñó de los conocimientos de Antonio López, y lo puso a prueba con preguntas personales sobre Hacienda y otras. Preguntas que Antonio iba contestando con la rutina del rezo del rosario y la entrega de una monja benedictina. ¡Es un verdadero chollo tener a este hombre!

Como siempre, nos acordamos de los ausentes. Cari no pudo venir esta vez. También tuvimos un recuerdo muy especial para Rafa y Carmen. Los echamos mucho de menos, pero siempre los llevamos a todos muy adentro.

Esta tarde, en la 2 de TVE estuve viendo un reportaje donde salía el Seminario. ¡Cuántos recuerdos afloraron en un segundo al ver aquellos parajes maravillosos! Y fruto de aquella estancia estamos disfrutando de una amistad difícil de encontrar en los tiempos que corren. ¿Cómo es posible que, después de cincuenta años sin vernos, sigamos adelante? ¿Qué tuvo Los Ángeles para que la convivencia de unos pocos años de adolescentes nos mantuviera unidos de por vida? Lo cierto es que lo estamos viviendo a tope con el añadido de haber irradiado nuestra amistad a nuestras mujeres.

Siguiendo con la comida, Antonio Porras y yo observamos como Victoriano hizo un movimiento escatológico en la silla. Los dos nos miramos y comentamos, sin que nos oyera, ¡“ya ha soltado amarras”! Nos equivocamos porque no detectamos en el éter olor alguno. Menos mal, porque si no, yo no hubiera seguido comiendo. Soy muy especial, y con cualquier cosa pierdo una comida. Me da rabia ser tan tiquismiquis. Será cosa de la edad. Yo me acuerdo cuando estaba chico, en los melonares, comer al lado de un mulo pegando peos y ni me inmutaba. Me parecía oír la 5ª Sinfonía. Y ahora…

La reunión siguió por los mismos derroteros de siempre: recuerdos de los Ángeles, fotografías de entonces, anécdotas y risas para poner tres puestos en los mercadillos. Alegría con el que ríe y tristeza con el que sufre. Estas son nuestras coordenadas.

Yo me dejé caer con una anécdota referente a un maestro albañil de mi pueblo. Resulta que hizo una corraleta para los cochinos. El dueño le apuntó que le diera al suelo un poco de caída con el fin de drenar las micciones de los mamíferos. Le dio tanto ángulo de inclinación que no se podían levantar. Los lugareños hablaban de un ángulo de 45º. Yo creo que son exageraciones de mi pueblo.

Después de la sobremesa pasamos al bar. Fotos de despedida porque Manuel y Manuela se tenían que ir a Aranjuez. Quiero comentar la foto de despedida. En ella se puede observar al Grupo con Victoriano al frente. Le parece al Coronel del CIR nº 5 de Cerro Muriano observando la instrucción de los reclutas. ¡Ya no se puede ocupar más espacio! Parece un luchador de sumo. El que está detrás, apenas visible, es este cronista que hace el papel de cornetín de Mando. Se tomaron, los más valientes, unos “vasitos largos” para alargar un poquito más la despedida. Abrazos, besos y sonoros palmotazos dieron la puntilla a la reunión. La próxima se celebrará (D.m.) el próximo día 2 de julio en el palacete de Antonio López.

Hasta entonces, paz y bien.

Antonio Estepa Romero

martes, 10 de mayo de 2022

Crónica de la reunión del G. Córdoba el 28 de mayo de 2022

REUNION CELEBRADA EN LA SOCIEDAD DE PLATEROS

El no haber hecho la Crónica de la reciente reunión de los Vicarianos de Córdoba, ha podido deberse a algo:

Los gallegos expresan aquel dicho sobre las meigas —haberlas hailas—

Yo opino, con respecto a las casualidades, algo parecido —haberlas las hay—

Me explico:

La reunión del jueves, último de mes, día 28, también fue muy interesante. Por la foto se puede apreciar quienes pudimos reunirnos.

Estuvo llena de emotividad:

Primero, porque nuestro querido camarero Juan, aquel que, por error, en mi primera crónica de las reuniones, tildaba de “hombre serio”, vino a demostrar que las apariencias engañan. Entre los asistentes y los del bar como Antonio, Rafael, Jesús y Juan se creó un ambiente de cordialidad como nunca lo habíamos experimentado. Quizás la próxima jubilación de Juan, dio pie a ello. Lo cierto es que un “duende” de esos que aparecen de vez en cuando, nos hizo darnos cuenta del cariño existente en el grupo, puesto en práctica en las reuniones de Plateros. Hubo risas, abrazos y fotos por doquier.

Segundo porque, como siempre suele pasar, se habló de nuestros tiempos y los acontecimientos vividos. En uno de esos momentos Carlitos nos enseñó la foto de su madre Encarnación y de lo bien que se encontraba (asunto este que frecuentemente se repetía en otras tantas reuniones). Al hilo nos contó, porque surgió el tema de la tele y cine que veíamos en San Pelagio, que su padre fue quien regaló la máquina de cine que se utilizaba:

“Como mi padre conocía a D. Martín (el Rector) a través de los cursillos de cristiandad y en una conversación sobre el cine que se proyectaba con una máquina pequeña, mi padre, ni corto ni perezoso le ofreció donarle una máquina de las de verdad, es decir, la utilizada en el cine que ya no regentaba. Dicho y hecho. D. Martín se puso en contacto con Cabrera —dueño de la mayoría de los cines de Córdoba— Este mandó a un operario suyo para que instalara la máquina en el salón que había a la izquierda de donde estaban las duchas.”
A partir de entonces, empezaríamos a ver películas tal y cual se proyectaban un cine de verdad. Con la ventaja añadida de, además, hacer “cine fórum”

Yo, no se por qué motivo le comenté que el número ocho, era una constante en mi vida: nací un día dieciocho, en el seminario tenía el número ochenta y ocho. Ese número se ha venido repitiendo en acontecimientos felices y no tan felices, por desgracia.

Quien nos iba a decir que, días después de esta reunión, el pasado día ocho fallecería Encarnación, su querida madre, a la que ya conocíamos de sobra a través de sus comentarios y a la que habíamos tomado cariño.

“Casualidades las hay”

Encarnación Ortiz
La crónica no pensaba hacerla porque no quería darle mucho trabajo a Rafa, ya que anda más ocupado. Pero, por la casualidad, he de confeccionarla, fundamentalmente como homenaje a Consolación. Una buena madre, de siete hijos y que ha sido feliz durante toda su vida. Por la foto que nos enseñaba, se apreciaba una bondad y alegría de espíritu que a raudales brotaba de su rostro. Ni que decir tiene, solo mostraba su excelente interior.

Ha sido un place haber disfrutado de ella, si no en presencia, si a través de los cometarios de Carlitos. El viernes pasado, sin ir más lejos, me contaba lo feliz que se sintió Encarnación el día de la madre:

“Había conseguido yo un vino de excelente calidad, muy clarito con algo de dulzor. Cuando fui a verla, en lugar de llevarle el correspondiente ramo de flores, llevé la botella y le di a probar un sorbito de ese vino (a ella le gustaba cuando era más joven, tomarse una copita) Cuando lo probó puso una cara de felicidad, más que si hubieran sido esas flores. La vi radiante y me sentí muy feliz”

Así era Encarnación, sencilla y feliz con las pequeñas cosas.

Para no terminar con excesiva tristeza, quiero traer a colación una respuesta que me dio Antonio, el dueño de Plateros, a mi pregunta sobre el mejor vino:

“El vino es un arte y así como hay un arte que te gusta o no, lo mismo pasa con el vino”

Respuesta contundente y clarificadora cien por cien.

Claro y para remachar en la respuesta, Antonio (el Volaor) respondió:

“Di que si, el arte es morirse de frio”

Y se quedó tan pancho, es que Antonio Martínez es así, derrocha buen humor por los cuatro costados, y eso que estaba saliendo de un resfriado (sin COVID) de los que hacen historia.

También se comentó de las reuniones que Diego y algunos compañeros de su curso, mantenían con D. Moisés. Editaban una revista que se llamaba reencuentro. Por cierto, si alguien posee algún ejemplar podía escanearlo y mandármelo para que se ponga en el blog. La totalidad eran compañeros que ya había abandonado el seminario. Diego era el responsable de la revista y de la convocatoria. Hubo más cosas, pero con esto es bastante por hoy.

Encarnación siempre estará en la memoria del Grupo.

Hasta pronto.

Andrés Osado Gracia
Córdoba, 9 de mayo de 2022

miércoles, 20 de abril de 2022

Un encuentro medio improvisado

Encuentro en Montalbán

Antonio Estepa, Jesús Cantarero, Miguel Estepa y José Mª Rivera

Salió el tema de los gorditos, creo yo, al comentar entre nosotros la bonita silueta que se le está quedando al "Bronco Ley", nuestro querido Antoñito Estepa, de un tiempo a esta parte. "Es por culpa del aneurisma y del canguelo que ha pasado", dije yo, perito en la materia. "O a lo mejor, por tanto trajín de viajes de aquí pallá", apuntó Miguel.

-¡Qué coño aneurisma ni viajes -saltó Antonio con su gracia natural-. ¡Es porque he cerrado el pico!

No diremos, por no faltar a la verdad, que se haya transmutado en un querubín traslúcido. No. Ni queremos que así fuese. Mantiene con elegante prestancia su genuina orondez, pero se le ve más espigado, menos achaparrado. Más guapo e interesante con un flequillo a lo Jesús Hermida que se ha dejado. 

Ha sido éste un encuentro casi casual. Improvisado. Como mejor salen las reuniones entre amigos. Perdiendo el Madrid 2-0 contra el Sevilla, a Jesús Cantarero le sobrevino un ataque de nostalgia y me llamó buscando cobijo en mis palabras. Que iba a hablar con Miguel para vernos al día siguiente en su cortijo y mitigar las penas deportivas a fuerza de abrazos y charlas trascendentes. 

-Pero hombre, Jesús -apostillé-, no sólo palabras, que algo habrá que comer...

Y quedamos.

-Mi coronel -le llamo la mar de contento una hora más tarde-, que resulta que hemos ganado. Ya no necesitamos desahogarnos ni na. 

-Pues lo celebramos. Mejor todavía.

Muy temprano, a la mañana siguiente, la Peque hizo un tortillón de emergencia, de los suyos, y yo me arriesgué a una cazuela de habas con jamoncito y a una tarta de queso de autor. Una urgencia equina de Jesús nos privó de la prometida empanada de queso que tan requetegüena le sale.  Y a Inés, la bella Inés, le endiñamos el resto.

En el campo de Miguel, la mañana limpia y transparente huele a alfalfa recién segada y a higuera fresca, y suena a cacareos y kikirikis de bienvenida, tan familiares. Enseguida, mis dos perritas de blanco lechoso entablan ladridos y revolcones -amistad, al fin y al cabo- con una pastora alemana, dueña de la plaza. Nosotros, más civilizados, no llegamos a tanta efusión, pero nos abrazamos, los cuatro apretados, como si llevásemos largo tiempo sin vernos. Alma, la nieta inquieta de seis años, nos presenta con todo orgullo a un gatito de días que se ha escapado, travieso, de la cesta de la camada.

-¿Ha llegado el coronel? -inquiero curioso.

-¡Qué va! Un amigo lo ha llamado por una urgencia de un caballo y ha tenido que ir a la carrera. Llegarán más tardecillo.

-Mejor. Así puedo escoger las habas y las alcachofas a mi gusto, sin pejigueras. Que se fastidie.

-No seas malo, hombre, que luego me regaña y me dice que tengo preferencia por el doctor.

Inés y la Peque se van para la cocina y nos dejan a nosotros dos con nuestras cosas, cosas de hombres.

-¿Sigue en el pueblo Antonio Estepa? -le pregunto.

-Sí, le quedan unos días todavía.

-¡Coño!... Vamos a llamarlo, que se vengan a comer con nosotros, Andrea y él.

-Como ha sido todo tan precipitado no he caído, pero sí, ahora mismo lo llamo.

Primero han llegado Jesús y Bego, con algún retraso y sin empanada. "Ea, te quedaste sin alcachofas, por tardón", le espeto a modo de reproche. Vienen ambos espléndidos, más tostado de lo prudente, nuestro coronel de piel sensible, pero jovial y bromista como de costumbre. Bego, modelo de pija sencilla -permítaseme el oxímoron-, se arrima enseguida al coro cocinero del gineceo. 

-Anoche estabas cagao vivo... -me echa en cara Jesús mi cobardía con el Madrid. La culpa fue de Luis Enrique, que mandó un wassapt a un grupo de amigos con el pregón del dos a cero, que yo, por miedo, nunca veo los partidos del Madrid.

Y no habíamos hecho más que empezar el picoteo, cuando se presenta el "Estepa". Deberes domésticos y abueleros inaplazables han impedido la presencia de Andrea. Otra vez será.

La comunión resultó perfecta. Más allá de la exquisitez de las viandas y la ponderación de los vinos afamados del anfitrión, el ámbito del extenso comedor se impregnó enseguida del calor y la emoción que destila una amistad tan añeja como renovada.

Y comenzaron los postres. Para tener el pico tan cerrado, Antonio nos obsequió con una selección de magdalenas montalbeñas "bajas en calorías". Inés, por su parte, expuso sobre la mesa su argumento de más peso gastronómico: su ya famoso rosco de bizcocho con nueces. Todo mojado en infusiones de poleo natural, marca de la casa. Y entre tanta y tan rica golosinería, a un servidor se le pasó acordarse de la tarta de queso olvidada en el coche. ¡Me cachis!!! Entremedias, un fatal incidente por poco nos corta la digestión: el gatito de Alba, en un descuido, se había escapado del salón y salió decidido a explorar el mundo por su cuenta. Una de mis perritas lo cazó al paso -visto y no visto-, lo zamarreó un poco y lo envió al cielo de los gatitos. No dio tiempo a nada. Menos mal que la niña lo encajó con naturalidad. "Es que no me hizo caso, le dije que no se moviera de aquí".

Inevitable, con tanto dulce, no mentar a nuestros amigos "golosos", nuestros gorditos queridos. Hecho el primer  repaso, obligado, con Antoñito, continué con Agustín, nuestro añoro más glorioso, que, aún devoto de cualquier manjar, ha conseguido redimir su condición de obeso a fuerza de mucha voluntad, mucho trabajo de jardín y mucha Paki con sus rebajas. "Yo recuerdo al añoro -se pone Antonio- como un niño redondo, pero con el babi más largo de todos los seminaristas". Y con más lamparones, diría yo. Y salieron los nombres de Paco Sánchez, Paco Nieto, Pedrito Urbano, Diego Ruiz Alcubilla, y reconocimos todos sus enormes esfuerzos por abandonar el estado gozoso de la obesidad. "En mi propia experiencia -apunta Antonio Estepa- lo único que funciona de verdad es cerrar el pico". A ver quién es el bonito que le pone el cascabel al gato. Quién es capaz de cerrar el pico del Rafa Vilas.

Nuestra despedida fue precipitada. La Peque y yo, con obligaciones abueleras, a las seis de la tarde teníamos que llegar a Antequera. Los dejamos a los demás que recogieran habas, alcachofas y huevos a sus anchas. Nosotros, los primeros en llegar, ya íbamos bien servidos.

Hasta la próxima. 

José Mª Rivera Cívico
Fili

viernes, 1 de abril de 2022

Crónica de la reunión del 31 de marzo de 2022

JUEVES FIN DEL MES DE MARZO DE LOS VICCARIANOS CORDOBESES
SEDE DE LA SOCIEDAD DE PLATEROS.


Córdoba, 31 de marzo de 2022

Con móvil en ristre, tuvo su gran entrada nuestro querido amigo Antonio Gómez Ramírez. Una gran satisfacción relejaba su rostro. Enseguida supimos el por qué del móvil en la mano:

¿Carlos, quieres ver tu casa antigua en Priego?

Rápidamente, alargando la mano hacia el, le mostró algo que sonaba en el celular. Nada más y nada menos que un trocito de la película de Joselito “Saeta del Ruiseñor - (clica para ver la película)” Estuvimos todos atentos hasta que Carlitos pudo ver su antigua casa Posteriormente, Antonio, nos obsequió con un regalito de su empresa consistente en una navaja multiusos y un bolígrafo, que, por sus diferentes posibilidades, también podría ser denominado “multiusos” Luego, más pausadamente nos fue informando sobre su estado de salud. Nos alegramos enormemente, no solo por su entrada triunfal, sino porque lo vimos alegre y con ganas de disfrutar.

Luego pasamos a hacer memoria del tiempo que llevábamos sin vernos. De los achaques de cada cual. En fin, lo que suele ser normal en los de nuestra edad infantil. En este acto nos despachaos a gusto. Parecía una competición a ver quien enumeraba más número de dolencias. Menos mal que, por encima de todo, reinaba la alegría. Claro si es que somos muy niños.

Una cosa sí revoloteaba entre aquellas, ya entrañables paredes, era una enorme satisfacción de volver a estar otra vez juntos y más fundamentalmente, de querer continuar al ritmo de antes. Esta es la mejor forma de que nuestra relación siga por buen camino. Pude comprobar fehacientemente que nuestro tono de voz no había decaído lo más mínimo. Incluso yo diría que había aumentado por aquello de ser cada vez más jóvenes.

Se decidió que continuaran los “jueves fin de mes”. Esta cuestión no ofrecía dudas. Incluso insistentemente, ya se reclamaba la necesidad de tener la reunión anual en Los Ángeles. ¡Ganas de estar juntos no faltaban!

Por supuesto que ganas sobran, hasta para entablar una conversación -yo más bien diría una exhaustiva y detallada disertación histórica- sobre el fútbol cordobés: los disertadores, todos, menos un servidor de ustedes que de fútbol ni papa.

Pacomo y Antonio Hidalgo, presumieron de la antigüedad de sus carnet de socios. Se detalló con pelos y señales las alineaciones de cuando el Córdoba jugaba “un tiempo antes del Diluvio Universal” (frase acuñada por Carlitos) Llegó un momento, para mi, que hasta veía pasar el balón por entre las copas que había en la mesa. Otras veces parecía que estaba en un partido de tenis, moviendo la cabeza a diestra y siniestra, sin parar. ¡Un rato genial!

Por supuesto el hilo se estiró hasta el equipo “SP” del Seminario San Pelagio. En ese momento tomó la batuta de mando Antonio Gómez donde llegó a detallar la alineación de nuestros compañeros que formaban parte de el. Luego enlazó con su experiencia futbolística en los madriles.

En un momento determinado se lanzó la pregunta de si ya podíamos empezar a comer algo. Mayoritariamente se proclamó que aún era pronto. Bueno… aguantaremos algo más.

Así continuamos un rato más de cháchara sobre temas variados. Eso sí, todos dentro de una excelente cordialidad y ganas de pasarlo bien.

Menos más que alguien ya dio la voz de alarma y se concedió autorización para solicitar a nuestros diligentes metres, Juan y Jesús, que saciaran el hombre que ya hacía estragos entre los presentes.

Esta vez por supuesto que hubo “caramales” a todo pasto, pero como siempre aparecieron unos disidentes como el que les habla (dos huevos con papas); Antonio Gómez (tortilla española) y Juan Villén (ensaladilla rusa) -no se si ahora es políticamente correcto decir rusa o mejor decir sólo ensaladilla-

Lo dejo a mejor criterio (por supuesto dicho en plan de broma)

Como se pudo apreciar, la diversidad floreció en el recinto (frase procedente también de Carlitos) Las ganas de comer de sus señorías quedaron patentemente demostradas.

Ya más distendidos, alguien empezó a presumir de guapura en los años mozos. Su señoría Antonio Hidalgo proclamó el buen porte que tenían Diego y él en sus años mozos. Diego saltó como un resorte y proclamó a los cuatro vientos que el, cuando tenía algunos años menos que ahora, fue declarado el niño más guapo del barrio de Santiago. ¡Toma ya, casi ná! De ahí el buen porte que aún sigue teniendo.

Así, en ese excelente estado de alegría y amistad, dimos por finalizada nuestra “nueva puesta de largo” en los jueves fin de mes de Plateros. El deseo de que llegara el siguiente mes, se expreso por deseo de todos.

Por supuesto nos acordamos a nuestras compañeras y compañeros que están tratando de sobrellevar lo mejor posible sus enfermedades. Nuestro mejor deseo de recuperación.

Y colorín colorado…

Que tengáis mucha salud y seáis buenos.

Andrés Osado Gracia

lunes, 21 de febrero de 2022

Grupo Madrid - Crónica 45ª reunión

Crónica de la 45ª Reunión Grupo Madrid
19 de febrero de 2022

Casa Pepe
Fuenlabrada (Madrid)


Cuando sonó el móvil, apareció en pantalla Manuel Jurado. La llamada me cogió en plena ruta andariega y mañanera. Tuve que aminorar la marcha porque jadeaba como un mulo cargao de melones en una cuesta arriba. El Jurado me llamaba para preguntarme si iba a utilizar mi coche para asistir a la reunión o si se pasaba a recogernos. ¡Siempre tan atento! Cuando terminamos la llamada tuve que esforzarme en coger de nuevo el ritmo. Luego me pasa lo que me pasa, que como me entrego tanto, el cuerpo se niega a tanta fogosidad y enseguida se quejan las lumbares. ¡Para todo soy lo mismo, si no que se lo pregunten a Andrea! Antonio Porras y Pilar nos avisaron el día anterior de que no podían asistir por el cumpleaños de su hijo.

Siempre es emocionante el momento de saludarnos: abrazos sentidos y sinceros después de dos meses sin vernos. Y el mecanismo es siempre el mismo: vamos entrando a Casa Pepe como las tórtolas al coto. En esta ocasión, y como casi siempre, ya nos estaba esperando Manuela y cónyuge. Poco después, Paco y Vale, Antonio López, Cari y nuestro Comandante Victoriano y Consuelo. Las chicas ocuparon una mesa y nosotros nos alineamos en la barra como si fuésemos la mejor defensa del mundo. Rápidamente hicimos un breve resumen de nuestro satisfactorio estado de salud, recordando con cariño a Jesús Yamuza Redondo, el último compañero que nos ha dejado. La lista de clase se va menguando poco a poco. Es ley de vida. Pero nunca se van del todo porque los tenemos siempre en nuestra memoria.

Después de ingurgitar unos aperitivos pasamos al comedor. Victoriano insistió, sin conseguirlo, en dejarme presidir la mesa. Soy consciente del lugar que me corresponde. No quiero tropezar otra vez en la misma piedra y usurparle el escaño que por derecho le corresponde. Creo que, por su amplia sonrisa, me lo agradeció. Cuando observé la distancia existente entre Victoriano y Consuelo, me acordé del “cálido encuentro”, que hace unos días celebraron Putin y Macron en el Kremlin. Sé que el ejemplo no es bueno porque aquéllos tendrían oportunidad de reencontrarse en una noche loca de alcoba, mientras que éstos se conformarían, sobre todo el ruso, con un puñado de cacahuetes… ¡no es feo el tío! Su hábitat natural sería, a mi entender, el gibraltareño.


Después de elegir el menú, nuestro Comandante seguía con la mascarilla puesta a modo de barbuquejo. Le insté al Jurado que le hiciera una instantánea para que constara en acta. Me recordó a la esportilla que llevan los carneros para impedir montar a las cabras.


Una vez más, y haciéndole un homenaje al Porras, Victoriano, Paco y yo pedimos una ánfora de sopa. Tampoco en esta ocasión triunfamos, porque, a pesar de que existía pesca de bajura, se limitaba a langostinos. Aprovechamos la visita del chef a la mesa para pedirle que la próxima vez nos sirviera la sopa de fideos con los langostinos pelados. Una sonrisa giocondina fue la respuesta que obtuvimos. ¡Mi segundo plato fue espectacular! La verdad es que se come muy bien en Casa Pepe. Y las atenciones que recibimos llevan el sello de Paco y Vale, que son los reyes del local. En la sobremesa, Victoriano se ausentó un momento. Pensé que sería cosa de próstata. Otra vez que me equivoqué. Se presentó con un paquete de pastelería. Se trataba de una ensaimada realmente exquisita con la que nos obsequiaba Cari.

El tema de la conversación ocupó gran parte de la comida. En esta ocasión nos centramos en la problemática escandalosa por la que atraviesa la Iglesia en estos momentos. Como siempre, todos expusimos nuestra opinión. Siento repetirme, pero cuando en una reunión de amigos existe respeto y empatía se puede hablar de cualquier tema por espinoso que sea. Tocamos también la problemática de la vacunación, de los negacionistas, etc.

Sin llevarlo en el orden del día, siempre nos acordamos de nuestro antiguo Comandante, el Sr. Vilas y de Carmen, su encantadora esposa. Los echamos mucho de menos en estas reuniones. Son una bicoca para este cronista. ¡Dan mucho juego!

Yo veía que el encuentro se iba acabando y no me daban titulares para la crónica. Pero esto es secundario. Lo importante es la unión y el cariño que aflora en cada encuentro.

Las chicas nos dieron un ultimátum: Si nos levantábamos de la mesa sería para irnos. Así es que los “vasitos largos” fueron consumidos sobre el terreno.

Y esto fue todo. Quedamos, sine die, para la próxima reunión que se celebrará en el palacete de Antonio López. La encargada de instigar el "avispero" recae en Consuelo, siendo Victoriano el ejecutor.

Foto de familia, fuertes abrazos y rompan filas.

Os deseamos a todos,

Paz y bien.

Antonio Estepa Romero

viernes, 18 de febrero de 2022

Despedida a Jesús Yamuza Redondo

 

Ayer, día 17 de febrero de 2022, se nos ha marchado nuestro compañero Jesús. Con él parte a la eternidad un trozo de nuestra infancia, dejando en nuestros corazones un hueco irremplazable.
Que estos versos de Francisco Cesar nos sirvan para homenajear su memoria y unirnos al dolor de Mª Carmen, su esposa y toda su familia y amigos.

Reencuentros

Las notas de una canción alegre;
el sabor que nos devuelve a madre;
los trinos de los pájaros
como briznas de plata.

Un suave, tierno, tacto de piel;
un tenue humo de alhucema quemada;
agua con hierbaluisa y hojas de nogal;
pan recién horneado y aceite de almazara;
olor a tierra mojada en una tarde de verano;
un paseo sorprendido por la lluvia;
el primer libro la poesía;
la sonrisa inesperada
que envuelve ese beso único;
las despedidas,
los reencuentros.

Estas huellas van como hojas en la lluvia.

Francisco Cesar García


JESÚS, UNA SONRISA CONSTANTE

Querido amigo Jesús:

Tu hija Esther nos despertaba hoy con la inesperada noticia de tu fallecimiento. Ni que decir tiene, nos ha dejado a todos doloridos profundamente. Cada vez vais siendo más los que vais dejando un hueco en nuestras reuniones, aunque nunca quedarán huecos en nuestro recuerdo.

Ha sido un placer el haberte conocido. Desde pequeños, allá en Santa María de los Ángeles, vivimos ilusiones que nos dieron saber y educación. Hubo algo más importante aún: fue una amistad y cariño que, luego, a pesar de los años transcurridos sin vernos, volvimos a disfrutar como si del primer día se tratara.

Nos alegramos de haber formado parte de algunos pedazos de tu vida. “Grandes pedazos”

Gracias por esa sonrisa que nos ofrecías cada vez que nos juntábamos allá en Plateros o en algunos de los peroles.

Desde ahora te compartiremos en nuestro recuerdo y siempre estarás presente, ante nosotros, allá donde nos reunamos.

Te hemos querido y aún seguiremos haciéndolo.

Gracias, nuevamente por tu vida.

Un saludo de parte de todos.

A tu familia le transmitimos nuestro más sentido pésame y que de una u otra forma estaremos presente en tu despedida.

Descansa en paz.

Foto tomada por Paco Moreno en su capilla ardiente
Escrito por Andrés Osado Gracia

viernes, 4 de febrero de 2022

Con D. Manuel Cuenca - Andrés Osado


Diego Ruiz Alcubilla, cuidador de D. Manuel, D. Manuel, Paco Sánchez y Andrés Osado

LAS CUATRO ESQUINAS

Entre las bulliciosas y sentimentalmente recordadas cuatro esquinas, formadas por las calles San Fernando, Caldereros y Lucano, que dan la bienvenida a la Cruz del Rastro, vinimos a parar Diego, Paco Sánchez y un servidor de ustedes. Era la tarde del pasado día 2.

Decidimos sentarnos en un de tantos bares, para disfrutar del entorno, de la apetecible tarde de sol, así como de una jovial y desenfadada conversación.

—¿No es ese D. Manuel Cuenca?

Efectivamente, Diego hombre que domina toda la situación, no solo por su gran altura, sino porque parece que con un ojo te mira y con el otro “guarda la moto”, se había percatado que por la calle Lucano, venía D. Manuel.

¿Será, no será? Un momento de duda hasta que el Sr. Sánchez lo llamó. Efectivamente era el. Paco se dirigió a su encuentro e invitarle a nuestra mesa. El gustosamente accedió. a sentarnos con nosotros.

Cuando se sentó con nosotros, su rostro relucía de alegría:

—No os podéis imaginar la alegría tan grande que me habéis dado. Después de tantos años, me seguís recordando. Yo que no era prácticamente nadie en aquellos años— repetía una y otra vez D. Manuel.

Los años han dibujado un hondo rastro en su figura. Pero lo que no han logrado es borrarle esa sonrisa permanente de su rostro.

Un buen e inolvidable rato de tertulia mantuvimos con el. A cada momento repetía la alegría tan grande que le habíamos dado.

Nosotros también estábamos alegres. Volver a ver a esa gran y a la vez humilde persona que se esforzaba en arreglar todos los desperfectos que se producían en aquel gran caserón. Realmente era “un chico para todo”. Incluso el aún recordaba acontecimientos de aquellos tiempos.

Acordamos invitarle un día en Plateros, a lo que se mostró muy gustoso y agradecido por el ofrecimiento. Nos indicó qué deberíamos hacer para recogerlo en la residencia del Seminario.

He pretendido haceos partícipes de este hecho.

De cómo esa gran persona que es D. Manuel Cuenca, nos sigue apreciando y alegrándose de estar con nosotros. Con tiempo suficiente quedaremos para estar con el todos los que podamos.

A ver si el jueves, fin de mes próximo o el día que se establezca podemos reiniciar los encuentros.

Mucha salud y que la felicidad reine en vosotros.

Andrés Osado, 4 de febrero de 2022