Restaurante
Carpanta
Leganés
(Madrid)
Antonio López Arenas, Manuel Jurado Caballero, Antonio Estepa Romero, Andrea, Carmen, Consuelo, Victoriano Castillejo Molina, Antonio Crespo García y Rafael Vilas García |
13 de noviembre de 2015
Hoy
me cuesta trabajo narrar la undécima
reunión de nuestro Grupo. La masacre ocurrida el pasado viernes en Paris me ha
dejado “tocao de ala”. Me enteré al
llegar a casa y poner la TV.
Todo
ocurría cuando nosotros empezábamos la cena. Quedamos en el restaurante a las
8, y estábamos todos muy ilusionados porque se nos unía al grupo otro
compañero: Manuel Jurado Caballero. Se disiparon las dudas de reconocimiento
facial cuando se presentó con esa eterna sonrisa de Gioconda que tiene. Su
mujer, Manuela, no puso acompañarlo porque estaba trabajando.
Después
de los abrazos, las bienvenidas y la alegría de tener uno más en la familia,
pasamos a la mesa. Esta vez me parece que nos metieron la espada hasta la
cruceta. El menú : gambones a la plancha con ensalada y de segundo, merluza con
patatas o carne; para rematar, tarta.
Los gambones estaban calientes por fuera y crudos por dentro. La merluza tenía
las propiedades del agua: incolora, inolora e insípida. Por último, la tarta
estaba más seca que el pañal de una muñeca. El precio fue desorbitado, a mi
entender. Mi voto para Carpanta es un mojón.
Pero
lo que sí estuvo bien fue el encuentro. Nada ni nadie nos agría una noche de
convivencia. Por muy mal que nos pongan de comer. Cuando terminé el segundo plato me ví en la
necesidad de ir al WC. ¡Qué manía tienen ahora de poner los urinarios tan
altos. Este me llegaba a la altura del pecho. No pude miccionar ni a estilo
perro ni haciendo parábola. Tan difícil es pensar en los más bajitos. Y si has
metió la pata, arquitecto, coño, pon una escalerita de un paso.
Como
siempre no costó trabajo terminar la reunión. Ya en la puerta, Carmen nos
sorprendió a todos con dos besos en los morros del Vilas. Yo pensé que sería
como besar a una morsa, por el bigote, digo. Después de se marcaron con estilo
y entrega unos compases del pasodoble “Soy cordobés”. Fue corto pero …¡de
Goya!.
Sólo
me resta añadir mi total adhesión al pueblo francés por estos atentados. Que
Dios, el bueno, no el dios que mata, acoja a las víctimas y dé consuelo a los supervivientes
y a sus familiares.