miércoles, 14 de abril de 2021

La ecuación de la existencia

Aquellos retiros espirituales en los Ángeles
La ecuación de la existencia

Retiros en silencio que desgranaban la fragilidad de nuestro ser, y revisábamos la vida para madurar en la Fe, ante la compasión y la benevolencia Divina.

En la escuela de las monjas de Montoro, recibí las primeras lecciones regladas que yo recuerde, por los años 50. Aquellas monjas empezaban con un rezo y la señal de la cruz, algo que toda la clase repetía a coro sin saber muy bien el significado.

Otra cosa eran las letras y los números, ahí la verdadera maestra era mi madre que me compró una pizarra de piedra, en la que cada día me hacía copiar letras y cifras que yo repasaba, luego fueron renglones seguidos y algunas sencillas operaciones de sumas y restas. Más adelante cuando ya empecé a entender las letras, me compraron un libro de lectura: El primer manuscrito, que narraba el viaje por todas las regiones de España de Herminia y Valentín, dos hermanos huérfanos si mal no recuerdo.

En la posada de los abuelos
fue sin embargo donde amplié mi idea del mundo, al estar ante un constante ir y venir de gente diferente: Por allí pasaron las brigadas del tendido eléctrico y de teléfonos, tratantes, joyeros con su caja taller al hombro, y hasta compañías de teatro. Hombres y mujeres con oficios curiosísimos, que me llamaban la atención y que a veces hablaban conmigo. Algunos me regalaron figuritas de alambre o de latón, hechas con sus manos.

El trabajo en el campo

Al llegar el invierno con la recogida de la aceituna, todo se transformaba, pues mis padres y tíos debían ir a un olivar que los abuelos tenían en la campiña. Aquel trabajo solitario en el campo, requería de mucha destreza para manejar los animales, la tierra se embarraba al llover y se apelmazaba en los caminos abiertos entre los olivos, resultando muy engorroso desplazarse por ellos.

- Junto a mi madre montados en el carro entre los bártulos, veíamos a las mulas tirar sudorosas la cuesta arriba arreadas por mi padre. Éstas a veces se resbalaban por el esfuerzo, y ante el riesgo de detenerse en la pendiente, él las animaba sin parar.

En un momento dado viéndolas agotadas, dejó los cabestros en los varales y andando sobre la viga del tiro, avanzó hacia el ubio con las manos apoyadas en los lomos de las bestias, sin parar de arrearlas.

Agachado encima del barzón y sujeto a las colleras, facilitó el agarre de los cascos con su peso. Mi madre me sujetó contra ella con fuerza para no caer, el tiempo que duró la subida de aquella pendiente resbaladiza.

En la cima mi padre paró las mulas y las calmó palmeándolas en el cuello, mientras una espuma blanca se les iba evaporando en los hijares, luego vino hasta nosotros para ver cómo estábamos y nos abrazó.

El aroma del campo llenaba la soledad de aquella mañana gris, al tiempo que junto al carro algunos pajarillos saltarines buscaban larvas entre los olivos. La vida y nuestra existencia, formaban parte de aquel entorno natural que nos rodeaba.

La Fe y el Credo en la Historia, dignificaron al Ser Humano

En el Seminario de los Ángeles realizábamos retiros espirituales, en los que se veía muy claro el camino de respeto a seguir. Un mensaje captado a partir de la lectura de los Evangelios, que Cristo inspiró con su Vida y Sacrificio a los discípulos.

Esta enseñanza, igual que otras creencias en la Historia, se transformó con el paso del tiempo en la doctrina, que las religiones predicaron por todo el Mundo como una senda de esperanza, para orientar y dignificar la vida humana.

La inteligencia como la meta de la evolución, debía ir más allá de la mera supervivencia sobre el Planeta. Las personas descubren en el Credo ante la mirada de Dios Creador la benevolencia, la compasión, y el deber de amar a los demás.

Personas que veníamos al Mundo sin entender la razón de tanto dolor, encontrábamos en la Fe un asidero espiritual ante la muerte.

Una prueba de madurez que nos deja bien claro, cuál es el objetivo de la limitada vida humana sobre el Planeta. Un Mundo habitable del que nadie puede escapar sin aprender en carne propia, las enseñanzas y consecuencias de las debilidades humanas.

La vida austera del campo se hizo ciudadana

Hace 13.750 millones de años dice la ciencia, que nació el Universo conocido. Y que el sistema solar apareció hace 4.600 m/a. La Luna se formó a partir del encuentro fortuito de la Tierra con un planeta errante hace 4.540 m/a inclinando el eje terrestre. La Luna produjo mareas en la Tierra, que facilitaron la aparición de la vida. Según nos cuenta la ciencia, que investiga el origen y evolución de los seres vivos.

El beso de la Luna estabilizó el eje del Planeta con un tango agarrado, que generó las cuatro estaciones.

Después todo fue rápido: Las algas, el oxígeno, peces y mamíferos.

Llegó el cerebro del Neandertal, los Sapiens, la escritura, las máquinas e internet. Grandes logros con mucha desigualdad, dolor y pobreza.

La economía orientó el camino
La excesiva velocidad que lleva la sociedad avanzada, nos ha dejando a las puertas de una nueva época. Un Mundo lleno de prisas sin estabilidad suficiente para crecer por dentro. La igualdad ante el desafío del futuro exige una gran dosis de justicia, equidad, y solidaridad, sin importar el sexo, el origen cultural, o el color de la piel. No valoramos suficiente que estamos de paso, somos el presente de una sociedad en constante evolución, de millones de generaciones avanzando hacia el futuro.

La amenaza del virus nos ha hecho razonar ante las malas expectativas: La Ciencia y el Credo valoraron la enorme complejidad del Mundo. Una Obra gigante que se debe reverenciar y respetar, provenga de la reacción del fósforo, de las bacterias del Cosmos, o sean sus criaturas un proyecto extraordinario gestionado por un Dios Creador.

La responsabilidad de la mala gestión, una conclusión desde que se tomó conciencia del papel que el progreso tiene en la transformación de la Tierra.

En el gran templo del Mundo

Buscamos un nuevo Sapiens sensato, ajustado al ritmo de este Planeta. Una sociedad avanzada que evalúe la dimensión de la civilización, y que resuelva de cara al futuro, la ecuación de la vida en una Naturaleza callada, que ahora se empieza a despertar.

Un retiro espiritual gigante de naciones, en el que cada sociedad analice lo que somos: El Cuerpo y la Mente evolucionados desde hace millones de años.

Una simbiosis de inteligencia y sentimientos, que sitúa a las personas en resonancia con el origen de la vida en el Cosmos, y con los valores espirituales que adornan a los Dioses.

Este virus, al igual que otros del pasado, ayudará a valorar los logros que ya tenemos en la Tierra. Evitando el derroche del capital que la avaricia residual del ancestro animal, aun dilapida de forma irresponsable.

Nada es eterno, usaremos el albergue de la Tierra mientras estamos en ella caminando hacia el conocimiento y la madurez. Un Mundo que hemos de dejar limpio y funcional, para las siguientes generaciones, que continúen el proyecto empezado hace 4.500 m/a.









Juan Martín

Abril de 2021

viernes, 9 de abril de 2021

Francisco Solano - A mi madre

Natividad Marqués












UN AÑO SIN TI



¡Tu ausencia nos causó un dolor inmenso
que el tiempo apenas consigue su cura
Solo tú lo calmas con tu dulzura
y tu sonrisa, que nos dan tu aliento!

¡Tu amor por nosotros es tan inmenso,
es tan grande tu bendita locura,
que, desde el Cielo, desde esa altura,
calmas nuestro dolor, nos das sosiego!

¡Eres mamá, el Ángel más hermoso,
el más bello canto, dulce melodía,
Luz y Sol, el faro más precioso
que nos cuida y protege noche y día!
¡Hoy me siento triste pero dichoso
de sentir tu protección y guía!


Francis

Francisco Solano Raya Marqués

Montilla, 9 de abril de 2021

jueves, 8 de abril de 2021

A Manuel Rafael Muñoz Medrán de Fernando Prior



¡COMPAÑERO MANOLO, COMPAÑERO!


En este triste y frío mes de enero,
te marchaste ligero, con la brisa,
dejándonos la imagen de tu risa,
¡compañero, Manolo, compañero!.

Un mazazo terrible, un viento helado,
congeló para siempre tu sonrisa,
Manolo, gran amigo destacado.

Tras un mes de callado sufrimiento,
te marchaste tan pronto, tan temprano,
que a todos nos dejaste sin aliento.

La muerte te llevó en raudo vuelo,
con premura, tal vez de madrugada,
hacia las altas nubes , hacia el cielo.

Con tu vida sembraste, compañero,
una honda amistad, bien trabajada,
de fraternos abrazos semillero.

Ahora que la cera de la muerte,
en ti tejó su amarillo tatuaje,
quiero recordarte y ofrecerte
este amistoso y cálido homenaje
que mitigue la pena de perderte..
¡Compañero, Manolo, compañero!


El Vacar 31 de enero de 2021