martes, 18 de abril de 2023

XXVII Reunión de Primavera

XXVII REUNIÓN EN EL SEMINARIO DE SANTA MARIA DE LOS ÁNGELES

Hornachuelos, 15 d abril de 2023

Los sinceros y emocionantes abrazos de despedida denotaban que, el nuevo encuentro, esta vez en el Seminario de Hornachuelos, había dejado una nueva huella en nuestros corazones. Más bien debería decir que, volvió a confirmar aquella que se produjo años atrás. Volvimos a ser esos niños que correteaban por el Palo Banderas, La Cruz, La Fuente de los Tres Caños, El Campo de Futbol.

¡Ay el Campo de Futbol¡

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La mañana se había despertado radiante.

–Rafa, ven, mira la salida del Sol –le increpé al Vilas, que había dormido en mi casa.

–Perfecto, voy a por la cámara para grabarla, será lo primero que aparezca en la película de este día.

Manos a la obra y quedó grabado.

Así comenzamos el día tan esperado.

Casi con puntualidad espartana (como suele decir nuestro compañero Antonio Estepa “Bronco” salimos para Hornachuelos. Tras una parada, con el fin de acallar los acordes de hambre emitidos por nuestras tripas, tomamos el camino de Santa María de los Ángeles. Hablando de ángeles, a ellos tuvimos que encomendarnos además de Ginés, Manolo Vida y Ángel el conductor, para que las cancelas estuvieran abiertas. Afortunadamente gracias a sus pesquisas tuvimos el paso franco.

Poco duró el frugal desayuno que nos tomamos, incluidos los churros. El camino, con sus alegres trotes, se encargó de favorecer la correcta trituración y posterior digestión de lo ingerido. Fundamentalmente, ese camino contribuyó a convertirnos, en esos niños emocionados que tanto tiempo atrás lo recorrimos.

Presté atención. Todas las conversaciones, rememoraban aquel momento. ¿Había pasado el tiempo o había retrocedido? ¡Cuantos sentimientos de nostalgia, ilusión y esperanza aparecieron!

Por un momento, un paisaje nos devolvió a la realidad.

¿Ese es el campo de Futbol? ¿Qué le ha pasado?

Simplemente nos mostró que por el, también los años habían pasado. Alguna barriga que otra, seguida de demasiadas arrugas, habían trasformado su apariencia.

Afortunadamente la niñez en la que nos habíamos sumergido nos hizo volver a verlo como antes:

¡Allí estaban las porterías! ¡Era totalmente llano!

Todo solucionado en un abrir y cerrar los ojos.

Llegamos, incluso a ver el agua correr por aquel surco profundo del lado derecho del camino y el agua del pozo reflejar las nubes del alto cielo.

Tras la curva, esa del Palo Banderas, El Bembézar se mostró majestuoso ante nosotros. Menos mal que le habían maquillado su apariencia. Estaba radiante, gigantesco, aunque no tanto como lo teníamos impreso en nuestra infantil retina.

Poco a poco fuimos introduciéndonos en el patio de nuestro antiguo seminario. También estaba reluciente hasta la altura de la primera planta. Será mejor no mirar más alto. A partir de la primera planta no había pasado los años, quienes habían pasado eran la barbarie y la desconsideración.

Pero afortunadamente, nosotros a lo nuestro. A recordar o, mejor dicho, a hacer presente los momentos. A vivirlos tal y como fueron.

Fuimos derechos a la Capilla. Estaba igual, o así lo hicimos realidad. ¡Es tan potente nuestra mente! Antonio Luna, como debía ser, nos dijo unas palabras de bienvenida y nos conminó a que ya empezáramos a preparar el siguiente encuentro. ¡Más fuerte Antonio! Armado de valor y sin necesidad de púlpito, desplegó su torrente de voz, acallando reproches. ¡Bravo por Antonio!

El ruiseñor de las cumbres, de Priego de Córdoba, también llamado “El Vilas”, como si de un sábado cualquiera de aquellos tiempos se tratara, entonó, emocionado el “Salve Regina” Una sola voz volvió a resonar en aquel recinto. Esta vez, afortunadamente, sumaron sus voces todas nuestras compañeras de viaje:

¡Sí, porque allí, no faltaba nadie!

Alguna lágrima que otra, dejó entrever en algunos rostros, el fruto de la emoción que embargaba los corazones.

Según se nos había dicho, en varias ocasiones y por varios responsables de aquel recinto, debíamos considerar aquella casa como si fuera la nuestra.

El primer paso provocado por la amabilidad de Cristóbal, que nos abrió las puertas del Seminario y de la capilla, se dio con toda amabilidad. Se le notaba, en su alegre rostro, que para nosotros era algo importantísimo en traspasar aquellos muros.

Ahora faltaba dar el segundo paso (este lo habíamos dado unos pocos afortunados hace algunos años) Era el poder ver las ventanas, por donde tirábamos aquellas morcillas y chorizos que resultaban ser incomibles.

¡Vamos pues!

Pero al abrir la puerta una figura blanca, pero blanca, nos cortó el paso: blanca de tez, blanca de barba y blanca de túnica. No llegué a vez los zapatos o sandalias, porque con eso tuve bastante.

¡Por aquí no se puede pasar! ¡Están invadiendo la intimidad de este lugar!

En este caso, su voz no sonó blanca, sino todo lo contrario.

Pobre personaje, no entendía que aquello era algo que pertenecía a lo más íntimo de nosotros. Tampoco comprendía que él y solo él estaba perturbando nuestra intimidad. Nuestros más íntimos sentimientos.

¿Dónde habían quedado esas palabras de que consideráramos aquello como nuestra casa?

La figura blanca se desvaneció tras la puerta, que truncó nuestro deseo.

Quedamos tristes por algunos momentos. A decir verdad, yo pillé un cabreo descomunal. No por mí, pues ya lo había visto, sino por quienes no pudieron verlo. Afortunadamente, ese cabreo, se pasó enseguida. Comprendí que ante la insensatez no se puede hacer nada. Quedaba mucho día para seguir disfrutando de la amistad.

Bajamos hacia la zona de la sala de juegos y la piscina. Allí vimos a unos hombres que estaban con sus tareas correspondientes. Se alegraron mucho al vernos. Estuvimos hablando con ellos. Por supuesto en momento alguno sintieron que estábamos invadiendo su intimidad. ¡Qué diferencia!

Algunos, los menos averiados, bajaron hacia la Cruz. Vinieron contentos.

A las una y media abandonamos el Seminario. Aún nos quedaba disfrutar de un excelente almuerzo y más diversión, en el Restaurante la Cañada Verde.

La comida estaba riquísima:

1.- A elegir entre: Gazpacho, ensalada o paella.

2.- Bacalao en salsa o Estofado de carne de monte

3.- Postre: natillas o fruta. El Pan y una bebida.

Bueno trato le dimos a las viandas, ya que estaban riquísimas.

¡Que rato más alegre echamos!

El sitio contribuyó a crear un excelente clima. Fuimos muy bien tratados, aunque comprendimos que éramos muchas personas de golpe. Nuestro sincero agradecimiento a la "Cañada Verde".

En una reunión de las nuestras no puede faltar la característica, el sello que le da el marchamo de “Denominación de Origen” Este no es, sino que Fili o Bronco nos deleiten con una de sus excelentes demostraciones o verificaciones de un hecho real. Dicho y hecho.

En este caso José María Rivera (Fili), actuó como magistral telonero precedió en la palabra a Antonio Estepa (Bronco) y presentó a este último para que nos deleitara con su último descubrimiento científico.

Antonio estuvo genial, como siempre. ¿Cómo puede no reírse cuando ve a todos los de su alrededor troncharse de risa?

Nos hizo pasar un rato inmejorable. Claro, hasta en que la próxima lo supere. Bravo, Antonio.

Poco a poco el sol de la mañana, el que Vilas filmó, se fue despidiendo también.

Hasta la próxima.

Que sigamos queriéndonos

Andrés Osado
Córdoba 18 de abril de 2023