miércoles, 24 de noviembre de 2021

Juan Martín - Hermanas Hospitalarias

Sin pretenderlo medité ante aquel Crucifijo en la sala de espera.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar. . . .En todas las generaciones y en cada criatura, me pareció que seguía germinando la eterna trascendencia de Dios.

Hermanas Hospitalarias
Desde la misma entrada del hospital ya se percibía en el entorno un estilo diferente, sería la mano femenina de las monjas y su devoción Mariana. Nada más traspasar el recibidor se encontraba una gran sala de espera, un kiosquito de revistas y la capilla abierta. Como en otras ocasiones tomé un folleto que comentaba el Evangelio, un curso para jóvenes, y el espíritu misionero de la Iglesia Católica. Los comentarios escritos en aquella hoja, me recordaron los retiros espirituales en los Ángeles y en S. Pelagio.

En recepción indicaron que la endoscopia estaba en el segundo piso, allí pude apreciar el trabajo sostenido y encomiable del personal sanitario. Eran chicos y chicas muy jóvenes y también de otros países, para los asustados pacientes era un bálsamo verlos trabajar con aquella organización y determinación.
Sin embargo, la serenidad del personal sanitario, contrastaba con una sociedad ciega ante el futuro, por culpa de la corrosiva actividad humana. En el móvil las últimas noticias del volcán canario hablaban de evacuar la zona, la lava parecía un toque de atención para navegantes igual que las homilías de aquellos retiros en los Ángeles, en donde uno de los temas preferidos de nuestro rector eran los diez Mandamientos.

Tocaba esperar ante la sala de exploraciones, la revisión endoscópica no era una cosa grave, pero cuando te duermen para mirar por dentro, a saber, lo que puede pasar. En realidad, era miedo mal disimulado ante mi mujer, que estaba a mi lado mirando el móvil, y que yo por no ser menos hice lo mismo. En aquellos momentos de nervios, traté de mitigar la espera leyendo el folleto de la capilla y las noticias del día. En la salita de espera me sentí como un seminarista setentón, que hacía ejercicios espirituales en diferido con D. Gaspar.

Recuerdo que nuestro rector nos decía: Los Valores espirituales y morales nos hacen mejores ante los ojos de Dios, y nos elevan por encima del materialismo humano.

Yo desde la inseguridad de aquel asiento me atreví a añadir, que la mercantilización de la vida nos ha llevado hasta este presente. El crecimiento ha de estar situado entre un equilibrio de valores y el trabajo, y no al revés.
Progresar a costa del deterioro del clima, de la pobreza de la gente, y de los recursos del Planeta, la formación de la juventud, o de la inseguridad en el empleo, es un error.
El Mundo hoy ha de actuar como una civilización global, los problemas se han resolver en bloque.
El deterioro del clima deshace en los polos la nieve, altera la presión y el peso en la corteza terrestre, derrite la tundra que libera virus, se inundan las ciudades, y se desertizan los campos.
Está claro que la responsabilidad humana es la que está fallando, y la actual generación que vive en el Planeta, ya paga el coste de tal despilfarro contra la Naturaleza.

En aquellos retiros nos decían: Nada tiene sentido en la vida sin la bendición de Dios.
Hoy el futuro de la sociedad lo dictan los mercados, y no la moral o la equidad. El ser humano es muy pequeño, olvidamos que el Planeta es una bola de piedras y tierra bajo los pies, con cuatro mares de agua flotando sobre una esfera de magma sin salidas de emergencia. Nos dijeron en el seminario que la oración era un acto de humildad, por el que nuestra frágil condición humana se podía conectar con la inmensa bondad de Dios. En Google encontré los Diez Mandamientos, y los comparé con el presente.


Los diez Mandamientos del Sinaí, y aprendidos en el catecismo
*Éxodo. 20:2-3 Yo soy Yahvé tu Dios... No tendrás otro Dios frente a mí (Amar a Dios sobre todas las cosas).
*Éxodo. 20:4-5 No harás escultura alguna ni imagen de lo que hay en el Cielo o aquí abajo en la tierra….No te postrarás ante ella....¡Soy un Dios celoso, y castigo la iniquidad del padre en los hijos hasta la tercera o cuarta generación!...
*Ex. 20-7 No tomarás el nombre de Yahvé en vano, porque Yahvé no dejará sin el castigo a quien tome su nombre en vano.

(No tomar el nombre de Dios en vano).
*Éxodo. 20-8 Acuérdate del día del sábado para santificarlo. No trabajarás ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tus siervos, ni el ganado, ni el extranjero que viva contigo.
(Santificar las fiestas).
*Éxodo. 20-12 Honrar al padre y a la madre para que tus días se alarguen sobre la tierra, que el Señor tu Dios te da. (Honrar al padre y a la madre).
*Éxodo. 20-13 No matarás. (No Matarás)
*Éxodo 20-14 No cometerás adulterio (No cometerás actos impuros)
*Éxodo. 20-15 No robarás (No hurtarás).
*Éxodo.20-16 No darás falso testimonio contra tu prójimo. (No dirás falso testimonio ni mentirás)
*El mandamiento del catecismo: (No consentir pensamientos ni deseos impuros) es muy similar al décimo del Sinaí, y no salía en las tablas de la Ley.
*Éxodo. 20-17 No desearás la casa de tu prójimo, ni su mujer, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que a él le pertenezca. (No codiciarás los bienes ajenos). Parece ser, que el pueblo de Israel salió de Egipto cuando gobernaba el faraón Tutmosis III (1.479/25 a/C), en aquel entonces la mujer estaba sometida al varón. Los preceptos siempre iban dirigidos a los jefes de familia, porque ellos tenían la autoridad para exigir su cumplimiento a la mujer, los hijos o los siervos.

En Google pude simplificar algo la historia.
Hablamos de lo humano y lo Divino sin valorar nuestra dimensión en el Cosmos, somos muy pequeños. Google dio sobre el Mundo todo un resumen de datos: La invención del fuego, la rueda, la cultura helena, el Hinduismo, el Budismo, Alejandro Magno, Julio César, Cristo, la Edad Media, Napoleón, las Guerras Mundiales, la modernidad, Internet y las naves espaciales. Repasé desde el Paleolítico al Curiosity, el corona virus, y la lava del volcán en la Palma, y deduje: Que la inspiración divina siempre guió a la ignorante cultura humana ante el desafío que supuso, sembrar de vida orgánica la Tierra.

Jesucristo predicó las Bienaventuranzas hace 2000 años. Era una guía espiritual ante la suprema mirada de Dios, que buscaba la orientación dentro de la corta y frágil vida de cada persona, para rentabilizar el mérito de existir como personas sobre la Tierra.

El presente en este punto de la historia, parece que precisa más que nunca del consuelo espiritual de Cristo. A los desastres naturales se suman la pobreza moral en las ciudades deshumanizadas y llenas de indiferencia, con el desapego social y la mala gestión. El futuro mal orientado de una sociedad robotizada, que solo adjudica el papel de consumidores a la gente, ocasiona frustración moral. De ahí que hoy sea necesario recuperar el sentido real de la Fe, y de la Esperanza perdida.

* Las Bienaventuranzas: S. Mateo 5:3-12. y S. Lucas 6:20-22
Bienaventurados sean los pobres en el espíritu, los que son mansos, los que lloran y sufren los avatares de la vida, los que tienen hambre de la justicia de Dios. Bienaventurados los misericordiosos con sus iguales, las personas limpias de corazón, y quienes llevan la paz a los demás.
Bienaventurados los que son perseguidas por actuar en justicia, y aquellas personas que son ultrajadas por defender su Fe en Dios.
Jesús prometía el Cielo como premio, por superar las angustias de este mundo desde la aceptación de la Fe, y el cumplimiento de la Voluntad de Dios en la vida de cada una de sus criaturas: Mujeres u hombres, ancianas o ancianos, niñas o niños.

La Iglesia Católica, continuadora de los Apóstoles mediante los obispos y presbíteros ordenados, enseñaba el mensaje de Cristo guiando a los fieles con unas normas.

Los sacramentos: El Bautismo, la Confirmación, Penitencia (confesión), la Eucaristía, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio.

Mandamientos de la Iglesia Católica: Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar. Confesar los pecados una vez al año, en peligro de muerte, y antes de comulgar. Comulgar por Pascua de Resurrección. Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la santa Madre Iglesia. Y ayudar a la Iglesia en sus necesidades.

Hay gente marginada que prefiere rezar a solas, antes que ir a la Iglesia
Jesucristo hablaba de austeridad, y de amor al prójimo, de igualdad entre los hombres y mujeres ante el desafío de la vida. Y de vivir la Fe al margen de los poderes políticos, o los intereses materiales.

Muchas personas hoy rezan en casa el Padre Nuestro enseñado por Jesús, quizás sea por la tendencia observada cuando se mezclaron los poderes económicos y políticos, con una Fe demasiado burocratizada.
La juventud convertida en objetivo comercial, vive al margen de la Iglesia. Sin poder independizarse de los padres, dan la espalda a los valores espirituales y sociales. Se refugian en una vida festiva, saturada de medios informáticos y de redes perdiendo los mejores años de su vida, y avocados al fracaso, la soledad, el alcohol, o las drogas.

Sacaron una camilla con un paciente dormido y enseguida tras la puerta entreabierta una voz dijo mi nombre, le di a la esposa el móvil, el anillo de casados y el reloj. Y luego entré con el volante de la cita en la mano hasta un pequeño despacho, en donde una enfermera constató los datos y me pidió que le firmara una autorización sanitaria.

Después me condujo hasta un cuartito allí me dijo que debía desnudarme excepto los calcetines, ponerme una bata y unas pantuflas verdes en los pies. Y luego debía volver para acompañarla ante la doctora, yo hice todo aquello de una manera mecánica, la bata no quedaba sujeta por detrás así que la agarré con una mano, llevándola como si fuera el capote de un torero.
En la camilla la doctora me comentó que me ponían una vía, hablaba sobre mi peso y la altura, pero apenas si me dio tiempo a oír las últimas frases. Enseguida desaparecieron de mi mente las caras de la doctora y de la anestesista, diluyéndose mis pensamientos en la nada más absoluta. Mi mujer dijo luego que tardaron alrededor de una hora y media, pero yo no fui consciente del tiempo transcurrido.

En la salida del hospital con la mascarilla puesta y las gafas empañadas, nos cogimos de la mano de forma precavida, pues aun se notaba algo la anestesia. No obstante el día me parecía luminoso, sentí en mi interior la necesidad de dar gracias a Dios a pesar de todos los pesares, por poder seguir caminando por aquella calle llena de sol, de ruido y tráfico, en este tramo final del año 2021.
Junto a nosotros en el césped de la zona de acceso, se veían algunas palomas ajenas a nuestra presencia picoteando los brotes. Mientras que varias personas que esperaban su turno en la puerta, hablaban entre ellas o miraban el teléfono distraídamente.

Juan Martín Santiago