miércoles, 20 de abril de 2022

Un encuentro medio improvisado

Encuentro en Montalbán

Antonio Estepa, Jesús Cantarero, Miguel Estepa y José Mª Rivera

Salió el tema de los gorditos, creo yo, al comentar entre nosotros la bonita silueta que se le está quedando al "Bronco Ley", nuestro querido Antoñito Estepa, de un tiempo a esta parte. "Es por culpa del aneurisma y del canguelo que ha pasado", dije yo, perito en la materia. "O a lo mejor, por tanto trajín de viajes de aquí pallá", apuntó Miguel.

-¡Qué coño aneurisma ni viajes -saltó Antonio con su gracia natural-. ¡Es porque he cerrado el pico!

No diremos, por no faltar a la verdad, que se haya transmutado en un querubín traslúcido. No. Ni queremos que así fuese. Mantiene con elegante prestancia su genuina orondez, pero se le ve más espigado, menos achaparrado. Más guapo e interesante con un flequillo a lo Jesús Hermida que se ha dejado. 

Ha sido éste un encuentro casi casual. Improvisado. Como mejor salen las reuniones entre amigos. Perdiendo el Madrid 2-0 contra el Sevilla, a Jesús Cantarero le sobrevino un ataque de nostalgia y me llamó buscando cobijo en mis palabras. Que iba a hablar con Miguel para vernos al día siguiente en su cortijo y mitigar las penas deportivas a fuerza de abrazos y charlas trascendentes. 

-Pero hombre, Jesús -apostillé-, no sólo palabras, que algo habrá que comer...

Y quedamos.

-Mi coronel -le llamo la mar de contento una hora más tarde-, que resulta que hemos ganado. Ya no necesitamos desahogarnos ni na. 

-Pues lo celebramos. Mejor todavía.

Muy temprano, a la mañana siguiente, la Peque hizo un tortillón de emergencia, de los suyos, y yo me arriesgué a una cazuela de habas con jamoncito y a una tarta de queso de autor. Una urgencia equina de Jesús nos privó de la prometida empanada de queso que tan requetegüena le sale.  Y a Inés, la bella Inés, le endiñamos el resto.

En el campo de Miguel, la mañana limpia y transparente huele a alfalfa recién segada y a higuera fresca, y suena a cacareos y kikirikis de bienvenida, tan familiares. Enseguida, mis dos perritas de blanco lechoso entablan ladridos y revolcones -amistad, al fin y al cabo- con una pastora alemana, dueña de la plaza. Nosotros, más civilizados, no llegamos a tanta efusión, pero nos abrazamos, los cuatro apretados, como si llevásemos largo tiempo sin vernos. Alma, la nieta inquieta de seis años, nos presenta con todo orgullo a un gatito de días que se ha escapado, travieso, de la cesta de la camada.

-¿Ha llegado el coronel? -inquiero curioso.

-¡Qué va! Un amigo lo ha llamado por una urgencia de un caballo y ha tenido que ir a la carrera. Llegarán más tardecillo.

-Mejor. Así puedo escoger las habas y las alcachofas a mi gusto, sin pejigueras. Que se fastidie.

-No seas malo, hombre, que luego me regaña y me dice que tengo preferencia por el doctor.

Inés y la Peque se van para la cocina y nos dejan a nosotros dos con nuestras cosas, cosas de hombres.

-¿Sigue en el pueblo Antonio Estepa? -le pregunto.

-Sí, le quedan unos días todavía.

-¡Coño!... Vamos a llamarlo, que se vengan a comer con nosotros, Andrea y él.

-Como ha sido todo tan precipitado no he caído, pero sí, ahora mismo lo llamo.

Primero han llegado Jesús y Bego, con algún retraso y sin empanada. "Ea, te quedaste sin alcachofas, por tardón", le espeto a modo de reproche. Vienen ambos espléndidos, más tostado de lo prudente, nuestro coronel de piel sensible, pero jovial y bromista como de costumbre. Bego, modelo de pija sencilla -permítaseme el oxímoron-, se arrima enseguida al coro cocinero del gineceo. 

-Anoche estabas cagao vivo... -me echa en cara Jesús mi cobardía con el Madrid. La culpa fue de Luis Enrique, que mandó un wassapt a un grupo de amigos con el pregón del dos a cero, que yo, por miedo, nunca veo los partidos del Madrid.

Y no habíamos hecho más que empezar el picoteo, cuando se presenta el "Estepa". Deberes domésticos y abueleros inaplazables han impedido la presencia de Andrea. Otra vez será.

La comunión resultó perfecta. Más allá de la exquisitez de las viandas y la ponderación de los vinos afamados del anfitrión, el ámbito del extenso comedor se impregnó enseguida del calor y la emoción que destila una amistad tan añeja como renovada.

Y comenzaron los postres. Para tener el pico tan cerrado, Antonio nos obsequió con una selección de magdalenas montalbeñas "bajas en calorías". Inés, por su parte, expuso sobre la mesa su argumento de más peso gastronómico: su ya famoso rosco de bizcocho con nueces. Todo mojado en infusiones de poleo natural, marca de la casa. Y entre tanta y tan rica golosinería, a un servidor se le pasó acordarse de la tarta de queso olvidada en el coche. ¡Me cachis!!! Entremedias, un fatal incidente por poco nos corta la digestión: el gatito de Alba, en un descuido, se había escapado del salón y salió decidido a explorar el mundo por su cuenta. Una de mis perritas lo cazó al paso -visto y no visto-, lo zamarreó un poco y lo envió al cielo de los gatitos. No dio tiempo a nada. Menos mal que la niña lo encajó con naturalidad. "Es que no me hizo caso, le dije que no se moviera de aquí".

Inevitable, con tanto dulce, no mentar a nuestros amigos "golosos", nuestros gorditos queridos. Hecho el primer  repaso, obligado, con Antoñito, continué con Agustín, nuestro añoro más glorioso, que, aún devoto de cualquier manjar, ha conseguido redimir su condición de obeso a fuerza de mucha voluntad, mucho trabajo de jardín y mucha Paki con sus rebajas. "Yo recuerdo al añoro -se pone Antonio- como un niño redondo, pero con el babi más largo de todos los seminaristas". Y con más lamparones, diría yo. Y salieron los nombres de Paco Sánchez, Paco Nieto, Pedrito Urbano, Diego Ruiz Alcubilla, y reconocimos todos sus enormes esfuerzos por abandonar el estado gozoso de la obesidad. "En mi propia experiencia -apunta Antonio Estepa- lo único que funciona de verdad es cerrar el pico". A ver quién es el bonito que le pone el cascabel al gato. Quién es capaz de cerrar el pico del Rafa Vilas.

Nuestra despedida fue precipitada. La Peque y yo, con obligaciones abueleras, a las seis de la tarde teníamos que llegar a Antequera. Los dejamos a los demás que recogieran habas, alcachofas y huevos a sus anchas. Nosotros, los primeros en llegar, ya íbamos bien servidos.

Hasta la próxima. 

José Mª Rivera Cívico
Fili

viernes, 1 de abril de 2022

Crónica de la reunión del 31 de marzo de 2022

JUEVES FIN DEL MES DE MARZO DE LOS VICCARIANOS CORDOBESES
SEDE DE LA SOCIEDAD DE PLATEROS.


Córdoba, 31 de marzo de 2022

Con móvil en ristre, tuvo su gran entrada nuestro querido amigo Antonio Gómez Ramírez. Una gran satisfacción relejaba su rostro. Enseguida supimos el por qué del móvil en la mano:

¿Carlos, quieres ver tu casa antigua en Priego?

Rápidamente, alargando la mano hacia el, le mostró algo que sonaba en el celular. Nada más y nada menos que un trocito de la película de Joselito “Saeta del Ruiseñor - (clica para ver la película)” Estuvimos todos atentos hasta que Carlitos pudo ver su antigua casa Posteriormente, Antonio, nos obsequió con un regalito de su empresa consistente en una navaja multiusos y un bolígrafo, que, por sus diferentes posibilidades, también podría ser denominado “multiusos” Luego, más pausadamente nos fue informando sobre su estado de salud. Nos alegramos enormemente, no solo por su entrada triunfal, sino porque lo vimos alegre y con ganas de disfrutar.

Luego pasamos a hacer memoria del tiempo que llevábamos sin vernos. De los achaques de cada cual. En fin, lo que suele ser normal en los de nuestra edad infantil. En este acto nos despachaos a gusto. Parecía una competición a ver quien enumeraba más número de dolencias. Menos mal que, por encima de todo, reinaba la alegría. Claro si es que somos muy niños.

Una cosa sí revoloteaba entre aquellas, ya entrañables paredes, era una enorme satisfacción de volver a estar otra vez juntos y más fundamentalmente, de querer continuar al ritmo de antes. Esta es la mejor forma de que nuestra relación siga por buen camino. Pude comprobar fehacientemente que nuestro tono de voz no había decaído lo más mínimo. Incluso yo diría que había aumentado por aquello de ser cada vez más jóvenes.

Se decidió que continuaran los “jueves fin de mes”. Esta cuestión no ofrecía dudas. Incluso insistentemente, ya se reclamaba la necesidad de tener la reunión anual en Los Ángeles. ¡Ganas de estar juntos no faltaban!

Por supuesto que ganas sobran, hasta para entablar una conversación -yo más bien diría una exhaustiva y detallada disertación histórica- sobre el fútbol cordobés: los disertadores, todos, menos un servidor de ustedes que de fútbol ni papa.

Pacomo y Antonio Hidalgo, presumieron de la antigüedad de sus carnet de socios. Se detalló con pelos y señales las alineaciones de cuando el Córdoba jugaba “un tiempo antes del Diluvio Universal” (frase acuñada por Carlitos) Llegó un momento, para mi, que hasta veía pasar el balón por entre las copas que había en la mesa. Otras veces parecía que estaba en un partido de tenis, moviendo la cabeza a diestra y siniestra, sin parar. ¡Un rato genial!

Por supuesto el hilo se estiró hasta el equipo “SP” del Seminario San Pelagio. En ese momento tomó la batuta de mando Antonio Gómez donde llegó a detallar la alineación de nuestros compañeros que formaban parte de el. Luego enlazó con su experiencia futbolística en los madriles.

En un momento determinado se lanzó la pregunta de si ya podíamos empezar a comer algo. Mayoritariamente se proclamó que aún era pronto. Bueno… aguantaremos algo más.

Así continuamos un rato más de cháchara sobre temas variados. Eso sí, todos dentro de una excelente cordialidad y ganas de pasarlo bien.

Menos más que alguien ya dio la voz de alarma y se concedió autorización para solicitar a nuestros diligentes metres, Juan y Jesús, que saciaran el hombre que ya hacía estragos entre los presentes.

Esta vez por supuesto que hubo “caramales” a todo pasto, pero como siempre aparecieron unos disidentes como el que les habla (dos huevos con papas); Antonio Gómez (tortilla española) y Juan Villén (ensaladilla rusa) -no se si ahora es políticamente correcto decir rusa o mejor decir sólo ensaladilla-

Lo dejo a mejor criterio (por supuesto dicho en plan de broma)

Como se pudo apreciar, la diversidad floreció en el recinto (frase procedente también de Carlitos) Las ganas de comer de sus señorías quedaron patentemente demostradas.

Ya más distendidos, alguien empezó a presumir de guapura en los años mozos. Su señoría Antonio Hidalgo proclamó el buen porte que tenían Diego y él en sus años mozos. Diego saltó como un resorte y proclamó a los cuatro vientos que el, cuando tenía algunos años menos que ahora, fue declarado el niño más guapo del barrio de Santiago. ¡Toma ya, casi ná! De ahí el buen porte que aún sigue teniendo.

Así, en ese excelente estado de alegría y amistad, dimos por finalizada nuestra “nueva puesta de largo” en los jueves fin de mes de Plateros. El deseo de que llegara el siguiente mes, se expreso por deseo de todos.

Por supuesto nos acordamos a nuestras compañeras y compañeros que están tratando de sobrellevar lo mejor posible sus enfermedades. Nuestro mejor deseo de recuperación.

Y colorín colorado…

Que tengáis mucha salud y seáis buenos.

Andrés Osado Gracia