Casa Pepe
Fuenlabrada (Madrid)
24 de noviembre de 2018
¡Cómo pasa el tiempo! El martes 27 hará un año que nos dejó nuestro querido amigo Antonio Crespo. Un año sin él, pero vivirá siempre en nuestro recuerdo. Desde aquí me hago portavoz de todos para enviarle a Cari y a sus hijos nuestro cariño y cercanía. ¡Hay que seguir adelante!
A las 12,08 del pasado sábado 24, recibimos de Victoriano un lacónico whatsapp : “Llegaremos a Casa Pepe sobre la 1/30”. Intentaré no dejarte sólo, le contesté; siempre me ha gustado el compañerismo. No pude cumplir mi deseo porque Andrea tardó más de la cuenta en arreglarse. ¡Cosas de mujeres! Le comenté la circunstancia a Victoriano y me dice: “Ni tanto ni tan calvo. Consuelo es justo lo contrario. Estoy seguro que élla se morirá un día antes de que le toque”.
Andrea y yo recibimos abrazos especiales por haber sido nuevamente abuelos de una preciosa niña llamada Marta. La reunión prometía, a pesar de la exigua asistencia. Como siempre nos acordamos de todos los ausentes.
Superada la euforia de los primeros momentos, pasamos al magnífico comedor, donde una pantalla gigante nos ofrecía el partido Eibar-Real Madrid. Menos mal que yo estaba de espaldas y no miré ni una sola vez a la pantalla. Me conozco y sé que hubiese perdido las ganas de comer al contemplar el juego de los blancos. ¡Últimamente pierdo comida por cualquier tontería!¡Cosas de la vejez!
Enseguida nos metimos en materia. ¡Nunca he visto a Jurado hablar más y con mayor precisión! En bastantes ocasiones he elogiado su portentosa memoria, pero lo del sábado fue espectacular. Con la parsimonia de un oblato benedictino, iba desgranando la ubicación de los dormitorios de Los Angeles, escaleras, repetidores de todos los cursos, compañeros que pasaron a San Telmo… ¡impresionante! Victoriano, con esa diplomacia que le caracteriza, le espetó: “¿Bueno, me vas a dejar hablar?” El otro sin perder el paso: -“Espera”. Mientras tanto, Paco y yo dando cuenta de una bolsa de pipas gigantes de Mercadona. Pusimos la mesa que parecía un gallinero. Por un momento conspiramos en quitarle los galones al Vilas, pero enseguida desechamos la idea. No obstante, el Jurado se está haciendo con un curriculum vitae que nos pondría en un aprieto si tuviésemos que votar. El prieguense, ajeno a todo, disfrutando su retiro cuan nórdico en Marbella.
Antes de levantar el campamento, nos pusimos de acuerdo en sacarle tarjeta amarilla a Antonio López por su dejadez en buscar un día para celebrar la comida de navidad en su palacete. Victoriano se encargó de la tarjeta.
Como siempre, después de la comida nos pasamos al bar para tomar algo y brindar, en esta ocasión, por nuestra nieta Marta.
Fotos de despedida, abrazos sinceros, y felicidad en nuestras caras por este nuevo encuentro. El próximo será muy pronto en casa de Antonio.
Paz y bien.
Antonio Estepa Romero
Móstoles, 26 de noviembre de 2018