domingo, 17 de octubre de 2021

Crónica de la 43ª Reunión Grupo Madrid

CASA PEPE
Fuenlabrada (Madrid)


Crónica de la 43ª Reunión Grupo Madrid

Con la misma precisión de una tortuga marina, que se orienta por el campo magnético de la Tierra para volver a su “casa”, así llegamos todos a Casa Pepe, después de veinte meses de ausencia. Manuel y Manuela nos recogieron para ir juntos. De nuevo Manuela me cedió el asiento de copiloto a sabiendas que atrás se marea un poco. ¡A ver si no es para comérsela!

Llegamos los primeros. Enseguida nos dimos cuenta de la cantidad de clientes que ocupaban las mesas de la amplia terraza. Se nota que estamos volviendo a la “normalidad”. La gente tiene ganas de abrazarse y disfrutar juntos, después de pasar estos meses tan duros.

Enseguida llegaron los demás. Por orden de aparición, como en las películas del cine español,: Antonio, Consuelo, Victoriano, Vale y Paco. Antonio Porras y Pilar no pudieron asistir por encontrarse en Villafranca.

Abrazos sentidos y sinceros. Según Veturián Arana, terapeuta holístico, “los abrazos liberan serotonina y dopamina, generando una gran sensación de bienestar y felicidad”. ¡Ahora me explico por qué me siento tan feliz cuando os veo!

Después de los primeros intercambios a pie de barra, las chicas estaban con sus cosas en una mesa, pasamos al comedor donde nos esperaba impaciente una larga y pulcra mesa. En esta ocasión tuve el atrevimiento de ocupar la silla de nuestro Comandante con el objeto de escuchar mejor la conversación, que ya voy teniendo el empleo auditivo de “teniente”.

Un inciso: como podéis observar a través de las crónicas, siempre uso la misma escaleta del evento para no perderme en la narración. Por cierto, expuse a los comensales la posibilidad de que el Jurado cogiera el testigo de cronista, y el intento resultó fallido. Más adelante lo intentaré de nuevo.

La comida, excelente, como siempre. Nos pusieron de segundo un solomillo que solo faltó hacerle la ola. ¡Extraordinario! Nos dijo Paco que lo habían comprado expresamente para nosotros. ¡Qué bien sabe la comida cuando se está en buena compañía!

En esta ocasión, la charla derivó sobre las nuevas tecnologías. Aquí debo reconocer que hago aguas. ¡No me entero ni papa! Me dedico a escuchar y aprender. El cuerpo humano es casi perfecto. Tenemos, entre otras cosas, dos orejas y una boca. Eso quiere decir que tenemos que escuchar el doble de lo que hablamos. Antonio López puso encima la “mesa de despacho” y de forma sencilla y pedagógica contestó a las múltiples preguntas que le hicimos sobre temas bancarios, tributarios, hereditarios…Me uno al filósofo griego Platón cuando se dejó caer con esta frase: “Solo sé que no sé nada”. Hace tiempo que me di cuenta de lo completo que es este Grupo. Dominamos, rozando la excelencia, distintas disciplinas. Tenemos cocineros, juristas, personas con dotes para el mando, meloneros, etc.

Llegó un momento que cambiamos de tercio. Manuel Jurado le hizo una pregunta capciosa a Victoriano sobre la medicación que le suministraba su amigo farmacéutico, Artemio. No estuvo fino el Jurado. Hay que acercarse a la presa como hacen las leonas, sigilosamente, sin que el grácil cervatillo se dé cuenta del peligro. ¿Qué pasó? ¡Pues lo que tenía que pasar! Que el cervus elaphus se escapó del acoso del félido. Vamos, que no entró al trapo. Creo sinceramente que el tema farmacéutico se ha jubilado como el gran Artemio.

Entre risas y bromas se iba pasando la tarde. De pronto, recibo una videollamada. Eran Antonio Porras y Pilar que no se conformaban con no estar en el evento, ¡Fue un puntazo! Le comenté que nos estábamos acordando de ellos, como de todos los ausentes, y el móvil pasó de mano en mano, como la falsa monea, para saludarlos. Le comenté al Porras que no tenían ánforas, pero nos metimos un solomillo extraordinariamente bueno. Ayer dejé la dieta aparcada un rato y “roí bien la soga”. Después del café y licores nos dirigimos a la terraza exterior. Al salir, otra grata sorpresa: Cari con su preciosa hija Gema. Abrazos incontenidos por la emoción y alegría. El día rayaba lo completo.

Después de una larga sobremesa, acordamos que la despedida del año fuese en el palacete de Antonio López. Éste, con la entrega de siempre, aceptó la idea. Antonio y Victoriano se pondrán de acuerdo para preparar el cenáculo. Antes de levantarnos, Victoriano nos recordó nuestra senectud al comunicarnos que por la noche se irían a una sala con su grupo de baile. ¡Este tío me tiene mosqueao con tanta pastillita! Última foto grupal, nuevos palmotazos y besos…y para casa. A Móstoles llegamos a las siete de la tarde. Después de agradecerles a Manuel y Manuela su disponibilidad hacia nosotros, llegamos a casa tatareando aquello de :”tengo el corazón contento, el corazón contento…”

Hacedme el favor de ser felices.

Paz y bien.

Antonio Estepa Romero
Móstoles, 16 de octubre de 2021