CRONICA DE LA REUNION CELEBRADA POR EL GRUPO CÓRDOBA EN LA SOCIEDAD DE PLATEROS DE LA CALLE DE SAN FRANCISCO.
Éramos ocho, más un acompañante secreto del Sr. Pacomo.
La primera conversación que tuvimos, cómo no, fue la de preguntarnos por quién sería esa persona. Bien guardado estaba el nombre.
Cuando ya habíamos brindado por todos nosotros, enfermos y no los no presentes, se desveló la X
Primero entró Pacomo. Todos, expectantes, aguardábamos la aparición de alguien más. Fue nada más y nada menos que, nuestro querido Pedro Antonio. Gran alegría nos causó a todos. Su cara demostraba lo que para él volvía a ser ese emocionante y entrañable aparición, después de algunos meses de ausencia.
¡Que satisfacción nos produjo su presencia!
Gozoso resultó el instante entre Pedro Antonio y Pablo Adarve. No se habían vuelto a ver desde el Seminario. No hicieron falta muchas explicaciones. Un fuerte abrazo demostró que todo seguía igual. Los recuerdos volvieron a hacerse presentes.
Estos encuentros son los que, a nuestras edades, nos dan bríos para seguir adelante. Acrecientan el deseo de volver a vernos.
Por eso, a petición de dos compañeros nuestros, Fernando Prior y Antonio Bazuelo, vamos a procurar tener, la próxima reunión al medio día. El bar se llama Casa Felipe, está en la calle Periodista Quesada Chacón, casi frente a donde vive Fernando. Ya lo avisaremos oportunamente.
Como es natural, la tertulia versó aún más de lo acostumbrado, sobre las vivencias de nuestro pasado por el Seminario de Los Ángeles.
Para conocimiento de navegantes, durante nuestras parrafadas, quedó aclarado que el verdadero nombre de nuestro amigo y Superior de aquellos tiempos es “Antonio Pedro”. Al parecer su madre lo llamaba Pedro y su padre lo hacía por Antonio. ¿Quién desata ahora este nudo? Yo creo que seguiré llamándolo Pedro Antonio: sobre todo porque, a mi edad, no me va a entrar otro nombre. Tenemos un caso también muy cercano. Nuestro entrañable y nunca olvidado Andrés Luna, no se llamaba así. Llevaba, delante, los nombres de Juan Miguel. Lo cierto es que da igual. Lo que importa es la persona.
¡Qué excelente rato echamos!
No nos olvidamos de nuestros compañeros enfermos, especialmente Paco Nieto, que hacía poco había estado allí entre nosotros. Tenemos la esperanza de volver a tenerlo dentro de poco, contándonos sus anécdotas y chistes.
Tras cacharrito de rigor, por parte de algunos, nos fuimos a echarnos la correspondiente foto del exterior.
Por cierto, llovía y más aún cuando ya tocó despedirnos. Bueno, más que despedida, parece otra reunión, nunca se acababa nunca. El autobús marcó, cual silbato de aquellos tiempos, la hora de final.
Que sigamos viéndonos. Ese fue el espíritu que reinó en nuestro hasta luego.
Sed buenos y cuidaos mucho.
Andrés Osado
Córdoba, 28 de septiembre de 2024