Casa Pepe
Fuenlabrada (Madrid)
11 de octubre de 2025
Me sentía preocupado. Estuve a punto de llamar a Paco Lobatón a ver si, haciendo una excepción, podía ayudarme a encontrar una pista que me llevara hasta él. ¡No se puede tener a la tropa abandonada de esa manera! Figúrate que, como está la cosa, nos llaman a filas, y nosotros sin saber nada de nuestro comandante. ¡Qué irresponsabilidad! Y él, tranquilamente, pasándolo opíparamente bien con los amigos de su Aldea. Y para más inri, cuando llegó de sus largas vacaciones, nos envió, de forma excesivamente castrense (“a ver si contestáis, coj****”), un WhatsApp convocándonos para la próxima reunión. ¡Pero el que manda, manda!.
Y llegó el día. El horario de la cita era de 13:15 a 13:30 en Casa Pepe. Manuel y Manuela estaban dudosos por temas de salud: el Jurado había cogido un resfriado en El Viso que lo tenía para el arrastre. Pero sacando el coraje y pundonor propios de Morante de La Puebla, optaron por asistir al evento.
Andrea y yo llegamos los últimos. A la hora de salir no encontraba mi DNI. Si quieres esconder algo con la intención de que nadie lo encuentre, el mejor sitio es el bolso de una mujer. ¡Me resulta hasta erótico! Sobre todo cuando vas “despojando” poco a poco lo que guarda su interior. Después de removerlo todo, allí estaba. ¡Uf, qué descanso! Cuando llegamos a Casa Pepe ya nos estaban esperando Paco, Vale se había ido a Zamoranos con su hijo y el nieto, Victoriano, Antonio Porras y el Jurado que, como siempre, estaba atendiendo la mesa donde se encontraban Pilar, Consuelo y Manuela. El ”besamanos” correspondiente y …al abrevadero.
No tardamos en entrar al comedor. Victoriano, por jerarquía, presidió la mesa frente a su esposa. Como siempre, nos acordamos de los ausentes. Durante la comida, Manuel estuvo un poco taciturno, señal inequívoca del esfuerzo que estaba realizando. En situaciones así es donde se demuestra la amistad. Lo mismo que Paco, que cogía el coche para Zamoranos una vez terminado el evento. Hubiese sido mucho más fácil para ellos excusarse y todos lo hubiésemos comprendido. Manuel a pesar de su estado anímico, parecía un loro enfermo, no dejó, sin embargo, de dar su pincelada histórica cuando salió el tema de Los Ángeles. Una vez más nos dejó a todos con la boca abierta ante tanta memoria.
En este encuentro, la conversación giró en torno a la medicación. La metformina, la atorvastatina, el volutsa, el adiro, el clopidogrel… fueron las estrellas de la mesa, acompañadas por sus respectivos tratamientos. Hemos pasado en pocos años de la libido al valdemécum. ¡Qué pena! ¡Qué lejano queda ya el amigo farmacéutico de Victoriano!
Pero aquí estamos, luchando con nuestras dolamas junto a nuestras ninfas, que son las mejores del mundo. Ellas nos dan las fuerzas para seguir adelante. Muchas veces me he preguntado quién sería el inteligente que las llamó “el sexo débil”. ¡Si no fuera por ellas…!
Y así pasamos la tarde. Entre recuerdos, anécdotas y algún que otro chiste consumimos el tiempo. Parece mentira cómo pasa el tiempo cuando estás a gusto con la compañía a la que quieres.
Pilar nos dijo que nos invitaba en la terraza por celebrar al día siguiente la festividad de la Virgen del Pilar. Nos dirigimos hacia allí para terminar el encuentro. Nos atendió un chaval de Córdoba, llamado Rafael, ya es raro el nombre que le pusieron, que quedó henchido de alegría cuando le informamos que éramos todos cordobeses. Al preguntarle qué hacía por aquí, nos dijo que estaba por amor. Qué bonito, ¿no? Hasta se hizo una foto con nosotros. Una vez hecha la de grupo, empezó la despedida.
Otro encuentro más a la buchaca. Tendremos el siguiente (D.m.) antes de terminar el año. Hasta entonces,
Paz y bien
Antonio Estepa Romero