VIII CONCURSO NACIONAL DE
REDACCIÓN "MÉXICO ´68"
EL RíO
El río desde el Castillo de Almodovar del Río (Córdoba) |
Padre,
mientras el sol nos deja caer sus rayos, los pájaros trinan sus dulces y
diversas melodías, y la alameda se mece al compás, que suave y dulcemente, el
aire le marca; yo, contemplo las aguas mansas y cristalinas del río. Y, a la
vez que mi vista descansa en su seno, he hablado amigablemente con él. Sí,
Padre, porque esta mañana he hablado con el río. Y él con su voz ronca y
quebrada por las piedras y pequeñas cascadas, me ha hablado de la vida. Él me
ha hablado de la felicidad. Él, que hace su recorrido milenario, que ha visto
el paso de cientos de generaciones, él ha querido hablarme a mí del descanso y
la paz del alma. Y me ha hablado del canto de la alondra y del quiebro que hace
el jilguero en su música celeste y, del gorjeo del ruiseñor. Y me ha contado
como las mariposas danzaban inquietas cuando él con su agua juguetona, bañaba,
a su paso, graciosamente, las matas y florecillas del romero. Pero él, Padre,
me ha dicho con pena, que ha sentido dejar el monte, y al ruiseñor y a la
alondra y al romero, y a ese olor fuerte y penetrante que envuelve a la montaña
en primavera.
Pero
ahora él se ha sentido feliz y orgulloso al poder extender sus márgenes en la
ribera. En la montaña como un niño juguetón y travieso producía la erosión y el
desgaste de la tierra. Ahora, como adolescente, va dando su fruto. Padre, él me
ha dicho como con su agua brillante y fresca, va formando jardines vírgenes a
su alrededor.
Él lleva en
sus aguas el pan de muchos agricultores, la alegría de muchos hogares; él lleva
en sus aguas la felicidad para muchos.
Pero, al
igual que el sol se aleja en el horizonte reflejado tembloroso en el lecho de
sus nítidas aguas, así él se quiere perder entre los espesos tarajes, que
extendiendo sus brazos tupidos de hojas, pareciendo querer ocultarlo.
Sereno y
apacible, en silencio y sembrando paz a su alrededor, el río interna su vida en
el seno de la mar.
Padre,
haz que mi vida sea un rio. Que mis juegos y diversiones de pequeño se
conviertan después en fruto para los demás. Haz que las aguas de mi caridad
rieguen el corazón árido y seco de mis semejantes atormentados. Haz Padre, que
esa felicidad de la que el rio me ha hablado, la busque en la sencillez y lo
cotidiano que tú me mandas cada día.
Santa María de los Ángeles
4º de
Bachiller
El Séneca
Paco
Contreras
Paco, joer, ¡qué profundidad de mensaje para un crío de 14 años! He quedado muy gratamente impresionado. Aparte, el relato es muy bueno, de verdad. Supongo que don Antonio Gil te pondría un sobresaliente. Si quieres, puedes retocarlo un poco, recolocando bien ciertas comas. Por lo demás, buenísimo.
ResponderEliminarUn abrazo.
José María Rivera, el Fili
¡No se podía esperar menos de Séneca!
ResponderEliminarA ver si nos comunicas otras cositas
Me ha gustado
Amigo Paco, has tenido el acierto de dejarnos una reflexión profunda sobre nuestras vidas actuales y maduras, cuando volvemos los ojos hacia atrás y a nuestro alrededor buscamos el resultado del balance.
ResponderEliminarMe ha parecido entrever en el deseo que ofreces a modo de conclusión, el ofrecimiento de entrega consciente de que los pasos cotidianos son como lo más importante que tenemos las personas para referirnos a nosotros mismos cuando nos miramos.
Cuando resumimos nuestros méritos de haber vivido en esta vida que nos tocó y en este entorno.
Un abrazo entrañable.
Juan Martín.