CRÓNICA DE LA REUNIÓN DE LOS VICARIANOS CORDOBESES, EN LA SOCIEDAD DE PLATEROS, CORRESPONDIENTE AL MES DE MAYO
Córdoba, 23 de mayo de 2019
En esta ocasión, la reunión se adelantó al jueves día 23, por aquello de la Feria de nuestra ciudad.

Antonio Martínez, jefe de maniobras -entiéndase como mandamás en los asuntos perolísticos- comenzó a dar órdenes. Los demás, a obedecer sin replicar.
Poco a poco se fue llenando el salón que nos ceden para este tipo de ocasiones. Pronto los olores del refrito comenzaron a alterar nuestras sensaciones olorosas. Veloz, también, discurrió por doquier la refrescante cervecita y el oloroso vinito.

Buena afluencia de comensales. Esta excelente concurrencia dio lustro a la habitación, donde guardamos relicarios de nuestro pasado, así como “memorándum” de nuestro presente. Hubo voces que reclamaban una mayor presencia de mujeres. Por supuesto estuvieron allí, Isabel, Lola y Mari.

También tuvimos la suerte de contar con José María, nuestro amigo y “custodio de Santa María de los Ángeles” Nos dio algunas pinceladas de los últimos arreglos allí efectuados. Esta vez sí, se dio por finalizado la degustación de aperitivos. No por motivo de que sus señorías estuvieran saciadas, cosa altamente complicada de realizar, sino porque el cocinero comenzó a repartir los platos de paella. El silencio fue apoderándose de la habitación. Sólo se interrumpió por la exclamación de ¡excelente paella! Efectivamente no había lugar a dudas. Otro cocinero que se ha doctorado “cum laude”. A ver quien oposita para la próxima vez.
Yo, quedé altamente satisfecho, no porque llené satisfactoriamente mi “buche”, sino porque no quedó ni un grano de arroz. Menos mal, de lo contrario hubiera sufrido un severo castigo. ¡Gracias compañeros!
Pero, sobre todo, ¡gracias cocinero por tan buena paella!
De no haber sido porque llegó la hora del cierre de Plateros, la tertulia, se hubiera prolongado por más tiempo.
Abrazos, besos y despedidas, pusieron el fin y el hasta pronto.
Bueno, como siempre, alguna gente de mal vivir, entre las que me incluyo, degustamos de un rato más, tomándonos una penúltima copita.
Ya en la parada del autobús, hizo acto de presencia Carlitos. No había podido asistir por culpa del trabajo, pero se resistió a perder aunque fuera un abrazo. Los dos, pues no quedaba nadie más, departimos en una pequeña charla, con una copita por medio.
De nuevo en la parada del bus, esta vez sólo se presentó el que iba a llevarme de regreso a casa. Antes de montarme, miré hacia un lado y a otro, por si aparecía algún rezagado. No fue así.
Será hasta la próxima.
Tened mucha salud. Es una orden.
Andrés Osado Gracia
Córdoba, 27 del mes florido de 2019