martes, 24 de mayo de 2022

Crónica de la 46ª reunión del Grupo Madrid

46ª reunión del grupo Madrid

Restaurante Casa Pepe
Fuenlabrada (Madrid)

21 de mayo de 2022

No quiero ser reiterativo, pero lo de Manuel Jurado es para enmarcarlo. El viernes pasado, después de repostar y limpiar un poco el coche, subíamos en el ascensor del garaje cuando sonó el teléfono. Era él para preguntarme si pasaba el sábado a recogerme. ¡Está pendiente de mí, de nosotros, como la nodriza de Zeus! ¡Cómo no lo voy a querer! Claro, teniendo el pedazo de compañera que le ha tocado, es todo mucho más fácil.

El sábado llegamos más tarde. La culpa fue de Andrea, que me hizo cambiar de ropa cuando ya estaba el tío a punto de pisar pasarela. Luego, pensándolo, me pregunté -¡Si no fuera por ellas…!-

Llegamos a Casa Pepe y ya estaba casi toda la Plana Mayor en el abrevadero. Cuando Vale y Paco hicieron su entrada triunfal, éste nos presentó a su hermosa y simpática hermana menor, Mari Carmen, y a su cuñado Lucas; entre abrazos y bienvenidas los acogimos. Pilar y Antonio llegaron después, debido a un despiste automovilístico. ¡Los navegadores, que no valen ni una deposición!

Comenzó el Jurado con la varita verbal. Dejó caer el comentario, dirigido a nuestro Comandante, con la candidez de una serpiente tigre negra, que la mano que movía el avispero era la de Consuelo. Vamos, que la que manda en todo esto es ella. –“Toma, como en todas las casas”- contestó el agredido con el nerviosismo de un oso panda. Victoriano es capaz de comerse una paella, sin inmutarse, en pleno Dombás. ¡La gente se cree que uno llega a donde llega por su bonita cara! Los buenos líderes, como el nuestro, además de inteligencia, deben poseer intuición, creatividad, imaginación, visión de globalidad, capacidad de decisión y de asumir riesgos, empatía con sus subordinados y, sobre todo, saber qué terreno pisa ante su pareja. Por estas razones, el comentario de Manolito Jurado demostró que no está a la altura de un buen estratega como es nuestro Comandante en Jefe, Victoriano. Que estas palabras no os suenen a adulación, sino a justicia y reconocimiento por el impagable servicio que está haciendo a nuestro Grupo. ¡Y sin cobrar nada! ¡Eso sí que tiene mérito, y no lo de Mbappe!

Con la disciplina de una cordada por los Alpes, fuimos entrando en el comedor poco a poco para ocupar las sillas. Me recordó cuando entrábamos al comedor del Seminario, en dos filas, y con la mirada de un buitre leonado del Superior de servicio. Sabemos que dos sillas son intocables y las miramos con el mismo respeto y contención que lo hacen los futbolistas ante la Copa en una final de Champions.

Antonio Porras me preguntó dubitativo si íbamos a pedir la ánfora de sopa. Le puse al día de mi malestar porque la última vez no había pesca de bajura en la vasija. Al momento desanduve el camino reflexionando que no era justo quitarle a Porras el pienso por un criterio personal demasiado severo. Y de común acuerdo, como dos gatos relamiéndose ante un pequeño roedor, decidimos apostar toda nuestra inanición al rojo. Creo que acertamos, porque, antes de pedir la sopa de mariscos, le dejamos caer a la simpática camarera que le echara materia prima al ánfora. Comenzamos los dos a comer como dos chotos agarrados a las ubres maternas. Una vez más hubo desconcierto sobre la titularidad del pan, que rápidamente solventó Antonio López con la contundencia de un Juez de Menores: “-El pan que debemos coger es el de la izquierda”- A ver si nos vamos enterando de una vez. ¡Ay si D. Gaspar pudiera presenciar estas dudas; dónde pondría su malestar al comprobar sus infructuosas lecciones de urbanidad!

La conversación, en esta ocasión, siguió un curso… jurídico-pedagógico. Victoriano se adueñó de los conocimientos de Antonio López, y lo puso a prueba con preguntas personales sobre Hacienda y otras. Preguntas que Antonio iba contestando con la rutina del rezo del rosario y la entrega de una monja benedictina. ¡Es un verdadero chollo tener a este hombre!

Como siempre, nos acordamos de los ausentes. Cari no pudo venir esta vez. También tuvimos un recuerdo muy especial para Rafa y Carmen. Los echamos mucho de menos, pero siempre los llevamos a todos muy adentro.

Esta tarde, en la 2 de TVE estuve viendo un reportaje donde salía el Seminario. ¡Cuántos recuerdos afloraron en un segundo al ver aquellos parajes maravillosos! Y fruto de aquella estancia estamos disfrutando de una amistad difícil de encontrar en los tiempos que corren. ¿Cómo es posible que, después de cincuenta años sin vernos, sigamos adelante? ¿Qué tuvo Los Ángeles para que la convivencia de unos pocos años de adolescentes nos mantuviera unidos de por vida? Lo cierto es que lo estamos viviendo a tope con el añadido de haber irradiado nuestra amistad a nuestras mujeres.

Siguiendo con la comida, Antonio Porras y yo observamos como Victoriano hizo un movimiento escatológico en la silla. Los dos nos miramos y comentamos, sin que nos oyera, ¡“ya ha soltado amarras”! Nos equivocamos porque no detectamos en el éter olor alguno. Menos mal, porque si no, yo no hubiera seguido comiendo. Soy muy especial, y con cualquier cosa pierdo una comida. Me da rabia ser tan tiquismiquis. Será cosa de la edad. Yo me acuerdo cuando estaba chico, en los melonares, comer al lado de un mulo pegando peos y ni me inmutaba. Me parecía oír la 5ª Sinfonía. Y ahora…

La reunión siguió por los mismos derroteros de siempre: recuerdos de los Ángeles, fotografías de entonces, anécdotas y risas para poner tres puestos en los mercadillos. Alegría con el que ríe y tristeza con el que sufre. Estas son nuestras coordenadas.

Yo me dejé caer con una anécdota referente a un maestro albañil de mi pueblo. Resulta que hizo una corraleta para los cochinos. El dueño le apuntó que le diera al suelo un poco de caída con el fin de drenar las micciones de los mamíferos. Le dio tanto ángulo de inclinación que no se podían levantar. Los lugareños hablaban de un ángulo de 45º. Yo creo que son exageraciones de mi pueblo.

Después de la sobremesa pasamos al bar. Fotos de despedida porque Manuel y Manuela se tenían que ir a Aranjuez. Quiero comentar la foto de despedida. En ella se puede observar al Grupo con Victoriano al frente. Le parece al Coronel del CIR nº 5 de Cerro Muriano observando la instrucción de los reclutas. ¡Ya no se puede ocupar más espacio! Parece un luchador de sumo. El que está detrás, apenas visible, es este cronista que hace el papel de cornetín de Mando. Se tomaron, los más valientes, unos “vasitos largos” para alargar un poquito más la despedida. Abrazos, besos y sonoros palmotazos dieron la puntilla a la reunión. La próxima se celebrará (D.m.) el próximo día 2 de julio en el palacete de Antonio López.

Hasta entonces, paz y bien.

Antonio Estepa Romero

martes, 10 de mayo de 2022

Crónica de la reunión del G. Córdoba el 28 de mayo de 2022

REUNION CELEBRADA EN LA SOCIEDAD DE PLATEROS

El no haber hecho la Crónica de la reciente reunión de los Vicarianos de Córdoba, ha podido deberse a algo:

Los gallegos expresan aquel dicho sobre las meigas —haberlas hailas—

Yo opino, con respecto a las casualidades, algo parecido —haberlas las hay—

Me explico:

La reunión del jueves, último de mes, día 28, también fue muy interesante. Por la foto se puede apreciar quienes pudimos reunirnos.

Estuvo llena de emotividad:

Primero, porque nuestro querido camarero Juan, aquel que, por error, en mi primera crónica de las reuniones, tildaba de “hombre serio”, vino a demostrar que las apariencias engañan. Entre los asistentes y los del bar como Antonio, Rafael, Jesús y Juan se creó un ambiente de cordialidad como nunca lo habíamos experimentado. Quizás la próxima jubilación de Juan, dio pie a ello. Lo cierto es que un “duende” de esos que aparecen de vez en cuando, nos hizo darnos cuenta del cariño existente en el grupo, puesto en práctica en las reuniones de Plateros. Hubo risas, abrazos y fotos por doquier.

Segundo porque, como siempre suele pasar, se habló de nuestros tiempos y los acontecimientos vividos. En uno de esos momentos Carlitos nos enseñó la foto de su madre Encarnación y de lo bien que se encontraba (asunto este que frecuentemente se repetía en otras tantas reuniones). Al hilo nos contó, porque surgió el tema de la tele y cine que veíamos en San Pelagio, que su padre fue quien regaló la máquina de cine que se utilizaba:

“Como mi padre conocía a D. Martín (el Rector) a través de los cursillos de cristiandad y en una conversación sobre el cine que se proyectaba con una máquina pequeña, mi padre, ni corto ni perezoso le ofreció donarle una máquina de las de verdad, es decir, la utilizada en el cine que ya no regentaba. Dicho y hecho. D. Martín se puso en contacto con Cabrera —dueño de la mayoría de los cines de Córdoba— Este mandó a un operario suyo para que instalara la máquina en el salón que había a la izquierda de donde estaban las duchas.”
A partir de entonces, empezaríamos a ver películas tal y cual se proyectaban un cine de verdad. Con la ventaja añadida de, además, hacer “cine fórum”

Yo, no se por qué motivo le comenté que el número ocho, era una constante en mi vida: nací un día dieciocho, en el seminario tenía el número ochenta y ocho. Ese número se ha venido repitiendo en acontecimientos felices y no tan felices, por desgracia.

Quien nos iba a decir que, días después de esta reunión, el pasado día ocho fallecería Encarnación, su querida madre, a la que ya conocíamos de sobra a través de sus comentarios y a la que habíamos tomado cariño.

“Casualidades las hay”

Encarnación Ortiz
La crónica no pensaba hacerla porque no quería darle mucho trabajo a Rafa, ya que anda más ocupado. Pero, por la casualidad, he de confeccionarla, fundamentalmente como homenaje a Consolación. Una buena madre, de siete hijos y que ha sido feliz durante toda su vida. Por la foto que nos enseñaba, se apreciaba una bondad y alegría de espíritu que a raudales brotaba de su rostro. Ni que decir tiene, solo mostraba su excelente interior.

Ha sido un place haber disfrutado de ella, si no en presencia, si a través de los cometarios de Carlitos. El viernes pasado, sin ir más lejos, me contaba lo feliz que se sintió Encarnación el día de la madre:

“Había conseguido yo un vino de excelente calidad, muy clarito con algo de dulzor. Cuando fui a verla, en lugar de llevarle el correspondiente ramo de flores, llevé la botella y le di a probar un sorbito de ese vino (a ella le gustaba cuando era más joven, tomarse una copita) Cuando lo probó puso una cara de felicidad, más que si hubieran sido esas flores. La vi radiante y me sentí muy feliz”

Así era Encarnación, sencilla y feliz con las pequeñas cosas.

Para no terminar con excesiva tristeza, quiero traer a colación una respuesta que me dio Antonio, el dueño de Plateros, a mi pregunta sobre el mejor vino:

“El vino es un arte y así como hay un arte que te gusta o no, lo mismo pasa con el vino”

Respuesta contundente y clarificadora cien por cien.

Claro y para remachar en la respuesta, Antonio (el Volaor) respondió:

“Di que si, el arte es morirse de frio”

Y se quedó tan pancho, es que Antonio Martínez es así, derrocha buen humor por los cuatro costados, y eso que estaba saliendo de un resfriado (sin COVID) de los que hacen historia.

También se comentó de las reuniones que Diego y algunos compañeros de su curso, mantenían con D. Moisés. Editaban una revista que se llamaba reencuentro. Por cierto, si alguien posee algún ejemplar podía escanearlo y mandármelo para que se ponga en el blog. La totalidad eran compañeros que ya había abandonado el seminario. Diego era el responsable de la revista y de la convocatoria. Hubo más cosas, pero con esto es bastante por hoy.

Encarnación siempre estará en la memoria del Grupo.

Hasta pronto.

Andrés Osado Gracia
Córdoba, 9 de mayo de 2022