46ª reunión del grupo Madrid
Restaurante Casa Pepe
Fuenlabrada (Madrid)
21 de mayo de 2022
No quiero ser reiterativo, pero lo de Manuel Jurado es para enmarcarlo. El viernes pasado, después de repostar y limpiar un poco el coche, subíamos en el ascensor del garaje cuando sonó el teléfono. Era él para preguntarme si pasaba el sábado a recogerme. ¡Está pendiente de mí, de nosotros, como la nodriza de Zeus! ¡Cómo no lo voy a querer! Claro, teniendo el pedazo de compañera que le ha tocado, es todo mucho más fácil.
El sábado llegamos más tarde. La culpa fue de Andrea, que me hizo cambiar de ropa cuando ya estaba el tío a punto de pisar pasarela. Luego, pensándolo, me pregunté -¡Si no fuera por ellas…!-
Llegamos a Casa Pepe y ya estaba casi toda la Plana Mayor en el abrevadero. Cuando Vale y Paco hicieron su entrada triunfal, éste nos presentó a su hermosa y simpática hermana menor, Mari Carmen, y a su cuñado Lucas; entre abrazos y bienvenidas los acogimos. Pilar y Antonio llegaron después, debido a un despiste automovilístico. ¡Los navegadores, que no valen ni una deposición!
Comenzó el Jurado con la varita verbal. Dejó caer el comentario, dirigido a nuestro Comandante, con la candidez de una serpiente tigre negra, que la mano que movía el avispero era la de Consuelo. Vamos, que la que manda en todo esto es ella. –“Toma, como en todas las casas”- contestó el agredido con el nerviosismo de un oso panda. Victoriano es capaz de comerse una paella, sin inmutarse, en pleno Dombás. ¡La gente se cree que uno llega a donde llega por su bonita cara! Los buenos líderes, como el nuestro, además de inteligencia, deben poseer intuición, creatividad, imaginación, visión de globalidad, capacidad de decisión y de asumir riesgos, empatía con sus subordinados y, sobre todo, saber qué terreno pisa ante su pareja. Por estas razones, el comentario de Manolito Jurado demostró que no está a la altura de un buen estratega como es nuestro Comandante en Jefe, Victoriano. Que estas palabras no os suenen a adulación, sino a justicia y reconocimiento por el impagable servicio que está haciendo a nuestro Grupo. ¡Y sin cobrar nada! ¡Eso sí que tiene mérito, y no lo de Mbappe!
Con la disciplina de una cordada por los Alpes, fuimos entrando en el comedor poco a poco para ocupar las sillas. Me recordó cuando entrábamos al comedor del Seminario, en dos filas, y con la mirada de un buitre leonado del Superior de servicio. Sabemos que dos sillas son intocables y las miramos con el mismo respeto y contención que lo hacen los futbolistas ante la Copa en una final de Champions.
Antonio Porras me preguntó dubitativo si íbamos a pedir la ánfora de sopa. Le puse al día de mi malestar porque la última vez no había pesca de bajura en la vasija. Al momento desanduve el camino reflexionando que no era justo quitarle a Porras el pienso por un criterio personal demasiado severo. Y de común acuerdo, como dos gatos relamiéndose ante un pequeño roedor, decidimos apostar toda nuestra inanición al rojo. Creo que acertamos, porque, antes de pedir la sopa de mariscos, le dejamos caer a la simpática camarera que le echara materia prima al ánfora. Comenzamos los dos a comer como dos chotos agarrados a las ubres maternas. Una vez más hubo desconcierto sobre la titularidad del pan, que rápidamente solventó Antonio López con la contundencia de un Juez de Menores: “-El pan que debemos coger es el de la izquierda”- A ver si nos vamos enterando de una vez. ¡Ay si D. Gaspar pudiera presenciar estas dudas; dónde pondría su malestar al comprobar sus infructuosas lecciones de urbanidad!
La conversación, en esta ocasión, siguió un curso… jurídico-pedagógico. Victoriano se adueñó de los conocimientos de Antonio López, y lo puso a prueba con preguntas personales sobre Hacienda y otras. Preguntas que Antonio iba contestando con la rutina del rezo del rosario y la entrega de una monja benedictina. ¡Es un verdadero chollo tener a este hombre!
Como siempre, nos acordamos de los ausentes. Cari no pudo venir esta vez. También tuvimos un recuerdo muy especial para Rafa y Carmen. Los echamos mucho de menos, pero siempre los llevamos a todos muy adentro.
Esta tarde, en la 2 de TVE estuve viendo un reportaje donde salía el Seminario. ¡Cuántos recuerdos afloraron en un segundo al ver aquellos parajes maravillosos! Y fruto de aquella estancia estamos disfrutando de una amistad difícil de encontrar en los tiempos que corren. ¿Cómo es posible que, después de cincuenta años sin vernos, sigamos adelante? ¿Qué tuvo Los Ángeles para que la convivencia de unos pocos años de adolescentes nos mantuviera unidos de por vida? Lo cierto es que lo estamos viviendo a tope con el añadido de haber irradiado nuestra amistad a nuestras mujeres.
Siguiendo con la comida, Antonio Porras y yo observamos como Victoriano hizo un movimiento escatológico en la silla. Los dos nos miramos y comentamos, sin que nos oyera, ¡“ya ha soltado amarras”! Nos equivocamos porque no detectamos en el éter olor alguno. Menos mal, porque si no, yo no hubiera seguido comiendo. Soy muy especial, y con cualquier cosa pierdo una comida. Me da rabia ser tan tiquismiquis. Será cosa de la edad. Yo me acuerdo cuando estaba chico, en los melonares, comer al lado de un mulo pegando peos y ni me inmutaba. Me parecía oír la 5ª Sinfonía. Y ahora…
La reunión siguió por los mismos derroteros de siempre: recuerdos de los Ángeles, fotografías de entonces, anécdotas y risas para poner tres puestos en los mercadillos. Alegría con el que ríe y tristeza con el que sufre. Estas son nuestras coordenadas.
Yo me dejé caer con una anécdota referente a un maestro albañil de mi pueblo. Resulta que hizo una corraleta para los cochinos. El dueño le apuntó que le diera al suelo un poco de caída con el fin de drenar las micciones de los mamíferos. Le dio tanto ángulo de inclinación que no se podían levantar. Los lugareños hablaban de un ángulo de 45º. Yo creo que son exageraciones de mi pueblo.
Después de la sobremesa pasamos al bar. Fotos de despedida porque Manuel y Manuela se tenían que ir a Aranjuez. Quiero comentar la foto de despedida. En ella se puede observar al Grupo con Victoriano al frente. Le parece al Coronel del CIR nº 5 de Cerro Muriano observando la instrucción de los reclutas. ¡Ya no se puede ocupar más espacio! Parece un luchador de sumo. El que está detrás, apenas visible, es este cronista que hace el papel de cornetín de Mando. Se tomaron, los más valientes, unos “vasitos largos” para alargar un poquito más la despedida. Abrazos, besos y sonoros palmotazos dieron la puntilla a la reunión. La próxima se celebrará (D.m.) el próximo día 2 de julio en el palacete de Antonio López.
Hasta entonces, paz y bien.
Antonio Estepa Romero