El no haber hecho la Crónica de la reciente reunión de los Vicarianos de Córdoba, ha podido deberse a algo:
Los gallegos expresan aquel dicho sobre las meigas —haberlas hailas—
Yo opino, con respecto a las casualidades, algo parecido —haberlas las hay—
Me explico:
La reunión del jueves, último de mes, día 28, también fue muy interesante. Por la foto se puede apreciar quienes pudimos reunirnos.
Estuvo llena de emotividad:
Primero, porque nuestro querido camarero Juan, aquel que, por error, en mi primera crónica de las reuniones, tildaba de “hombre serio”, vino a demostrar que las apariencias engañan. Entre los asistentes y los del bar como Antonio, Rafael, Jesús y Juan se creó un ambiente de cordialidad como nunca lo habíamos experimentado. Quizás la próxima jubilación de Juan, dio pie a ello. Lo cierto es que un “duende” de esos que aparecen de vez en cuando, nos hizo darnos cuenta del cariño existente en el grupo, puesto en práctica en las reuniones de Plateros. Hubo risas, abrazos y fotos por doquier.
Segundo porque, como siempre suele pasar, se habló de nuestros tiempos y los acontecimientos vividos. En uno de esos momentos Carlitos nos enseñó la foto de su madre Encarnación y de lo bien que se encontraba (asunto este que frecuentemente se repetía en otras tantas reuniones). Al hilo nos contó, porque surgió el tema de la tele y cine que veíamos en San Pelagio, que su padre fue quien regaló la máquina de cine que se utilizaba:
“Como mi padre conocía a D. Martín (el Rector) a través de los cursillos de cristiandad y en una conversación sobre el cine que se proyectaba con una máquina pequeña, mi padre, ni corto ni perezoso le ofreció donarle una máquina de las de verdad, es decir, la utilizada en el cine que ya no regentaba. Dicho y hecho. D. Martín se puso en contacto con Cabrera —dueño de la mayoría de los cines de Córdoba— Este mandó a un operario suyo para que instalara la máquina en el salón que había a la izquierda de donde estaban las duchas.” A partir de entonces, empezaríamos a ver películas tal y cual se proyectaban un cine de verdad. Con la ventaja añadida de, además, hacer “cine fórum”
Yo, no se por qué motivo le comenté que el número ocho, era una constante en mi vida: nací un día dieciocho, en el seminario tenía el número ochenta y ocho. Ese número se ha venido repitiendo en acontecimientos felices y no tan felices, por desgracia.
Quien nos iba a decir que, días después de esta reunión, el pasado día ocho fallecería Encarnación, su querida madre, a la que ya conocíamos de sobra a través de sus comentarios y a la que habíamos tomado cariño.
“Casualidades las hay”
Encarnación Ortiz |
Ha sido un place haber disfrutado de ella, si no en presencia, si a través de los cometarios de Carlitos. El viernes pasado, sin ir más lejos, me contaba lo feliz que se sintió Encarnación el día de la madre:
“Había conseguido yo un vino de excelente calidad, muy clarito con algo de dulzor. Cuando fui a verla, en lugar de llevarle el correspondiente ramo de flores, llevé la botella y le di a probar un sorbito de ese vino (a ella le gustaba cuando era más joven, tomarse una copita) Cuando lo probó puso una cara de felicidad, más que si hubieran sido esas flores. La vi radiante y me sentí muy feliz”
Así era Encarnación, sencilla y feliz con las pequeñas cosas.
Para no terminar con excesiva tristeza, quiero traer a colación una respuesta que me dio Antonio, el dueño de Plateros, a mi pregunta sobre el mejor vino:
“El vino es un arte y así como hay un arte que te gusta o no, lo mismo pasa con el vino”
Respuesta contundente y clarificadora cien por cien.
Claro y para remachar en la respuesta, Antonio (el Volaor) respondió:
“Di que si, el arte es morirse de frio”
Y se quedó tan pancho, es que Antonio Martínez es así, derrocha buen humor por los cuatro costados, y eso que estaba saliendo de un resfriado (sin COVID) de los que hacen historia.
También se comentó de las reuniones que Diego y algunos compañeros de su curso, mantenían con D. Moisés. Editaban una revista que se llamaba reencuentro. Por cierto, si alguien posee algún ejemplar podía escanearlo y mandármelo para que se ponga en el blog. La totalidad eran compañeros que ya había abandonado el seminario. Diego era el responsable de la revista y de la convocatoria. Hubo más cosas, pero con esto es bastante por hoy.
Encarnación siempre estará en la memoria del Grupo.
Hasta pronto.
Andrés Osado Gracia
Córdoba, 9 de mayo de 2022
Andrés está crónica es enorme, por el relato y porqué emana cariño, ternura y muchas cosas más, se nota que más que hacerla con la cabeza, la has hecho con el corazón. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarComo ya comenté en un relato de memorias, Antonio Roldán García y yo fuimos los "peques" del cine forum propiciado por D. Martín y la tecnología, ahora lo sabemos, aportada por el padre de Carlos.
ResponderEliminarEn mi caso, fui un integrante del grupo que apenas aportó su presencia y disfrute, cuando D. Martín nos llevó a ver: "No desearás a la vecina del 5º" y "Grupo salvaje" a dos cines de Córdoba, ya que no dirigí ningún cine fórum, cosa que sí hizo Antonio Roldán en la peli "Campanadas a media noche".
Gracias, Andrés, por recrearnos con tanta amabilidad este encuentro del que destacaría que, por primera vez, no se menciona la comida.
Un abrazo.
Pedro Calle
Gracias, gracias y otra vez gracias Andrés, consigues, no sé a través de que magia, que participemos también en esas reuniones que nos hacen vivirlas con vosotros, sigue aportando tu labor para que se expanda nuestra vida.
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ResponderEliminarSeguiré haciendo todo lo que esté en mis manos. Un abrazo
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