Reunión del Grupo Madrid en la casa de Antonio López Arenas
Madrid, 1 de julio de 2023
“A San Fermín venimos, por ser nuestro Patrón…”
Con seis días de retraso, por motivos familiares, me pongo a escribir la crónica número 50. Le pido a San Fermín que nos eche su capotico para que nos proteja de todos los astados que andan sueltos por la vida.
La convivencia veraniega en el palacete de Antonio fue un rotundo éxito, como siempre. No sé que tiene este aldeano prieguense que nos tiene a todos ganados. Su extrema generosidad con nosotros consigue siempre que nos sintamos como en nuestra propia casa. Literalmente. Antes de seguir deseo manifestar que nos acordamos de los que hicieron “rabona” o “novillos”. Por esta vez no le vamos a endiñar un cinco en conducta, pero ya están fichados. Sabemos que las ausencias estuvieron justificadas, Cari, en Córdoba, y Antonio Porras y Pilar cumpliendo con el rol de abuelos. Andrea y yo acabamos de aterrizar en Móstoles procedentes de Torrejón de Ardoz.
Manuel y Manuela nos recogieron a la hora señalada en el punto de encuentro. Tenemos que agradecerles su disponibilidad. El coche de nuestro Comandante en Jefe estaba ya aparcado debajo de un frondoso árbol. A este hombre no le deja vivir la responsabilidad, o la Coronel. Se rumorea que está perdiendo muchos grados en el mando. ¡Habladurías! Lo que pasa es que sabe delegar y deja a un lado el inútil autoritarismo castrense. La sección femenina, y no lo digo con doble sentido, está más capacitada que nosotros para gobernar.
Enseguida nos encontramos todos pululando, cuan moscas cojoneras, alrededor de la mesa para ir haciendo boca y ponernos al día de nuestras vidas. Le pregunté inquisitoriamente a Victoriano por las cervezas 0/0 y rápidamente me calló la boca diciéndome que esta vez había stock suficiente. ¡Qué bien mandao es mi niño…!
Manuel Jurado, con su precioso delantal, regalo de Vale, asumió rápidamente su rol de chef y enseguida empezó a montar con destreza el escenario buscando el ángulo exacto para que el sol no hiciera estragos. Urge la compre de un gorro alto de cocinero, tipo Monza.
Primeros chapuzones antes de hacer buena cuenta de los rollitos de primavera, mi mujer me riñó porque me los estaba comiendo con pan, -mira tú que parche-, langostinos, choricitos y unos secretos que quitaban el sentío. El Jurado, incansable, demostró una vez más su alta preparación para dar de comer al hambriento. El trasiego de platos no envidiaba a la cocina del Ritz. No faltó los afamados sorbetes de Antonio. De postre, una voluminosa y escurridiza sandía que terminó en el suelo sin poder evitarlo Andrea. Antonio, con el sigilo de una leona en plena cacería, se ausentó durante un tiempo. Cogió el coche y se fue a comprar unos deliciosos conos de helado. ¡Está en todo este tío!
En la sobremesa, como siempre, hablamos de muchos temas. En esta ocasión tratamos, en ciertos momentos con acaloramiento, el de Razón y Fe. ¡Casi nadie al aparato! Cada uno, con total respeto y libertad, manifestó lo que pensaba al respecto. Se demostró una vez más que cuando existe buen rollo se puede hablar de todo. Antonio López abrió para nosotros su despacho jurídico y nos estuvo respondiendo y aclarando nuestras dudas caseras con pedagógica precisión. En este Grupo no falta de ná: Cocineros, Juristas, Degustadores… y unas ninfas que quitan el sentío.
Para rebajar la ingesta y prepararnos para la nocturna, nos zambullimos en la piscina como juguetones delfines. Como consecuencia de la profunda conversación teológica, el Jurado emuló magistralmente a Juan el Bautista y bautizó por inmersión a Victoriano, a pesar de los peligrosos manotazos de éste. Celebrado el bautizo, y henchidos de alegría por la conversión de nuestro Comandante, nos hicimos unos largos sobre el terreno y nos dirigimos a tierra firme para preparar el segundo asalto.
Nos encontrábamos tan bien que no sabíamos como levantar las posaderas. Enseguida recogimos la mesa, se limpió el lugar y nos dirigimos hacia los coches, no si antes desearnos, con sentidos abrazos, un feliz verano.
Dimos las gracias a Antonio por acogernos de nuevo en su casa y hacernos pasar otro día inolvidable.
El próximo encuentro, de momento, sine die. Andrea y yo os deseamos a todos todo lo bueno que os merecéis.
Un fuerte abrazo.
Paz y bien.
Antonio Estepa Romero