CRONICA DE LA REUNIÓN CELEBRADA POR EL GRUPO CÓRDOBA EN LA SOCIEDAD DE PLATEROS DE LA CALLE DE SAN FRANCISCO.
Un jueves, fin de mes, nuevamente nos encontramos en plateros.
Entre los que allí nos encontrábamos, nadie se comprometió a ello. Antonio Hidalgo dijo que, si era en Córdoba, podría pensárselo.
Paco Sánchez, comunicó la propuesta de Rafael Pérez Molina: “si nadie quiere organizarla, él podría organizarla en Torremolinos”
No hubo más planteamientos.
Era noche de análisis y no quedó más remedio que efectuarlos. Considero que sirven para avanzar hacia mejor.
El primero, fue debido a la convocatoria de la reunión del jueves anterior. Nada que objetar por el motivo de esta. El encuentro era dignísimo –la celebración del cumpleaños de Pedro Antonio– Momento óptimo para festejar, además, los años en los que fue un digno y más querido aún, profesor nuestro, en Los Ángeles. Lo que faltó en esa convocatoria fue la explicación, oportuna y requerida, del motivo. Reconocí que había sido un fallo mío, que nunca más volverá a repetirse.
El segundo, que las reuniones serán siempre el “jueves fin de mes” A las 20 horas, en Plateros. No obstante, si el motivo lo requiriera, podría trasladarse a otro lugar, fecha y hora. Por supuesto con la oportuna indicación.
Y el tercero, a partir de ahora y para evitar confusiones y olvidos, se volverá a encargar, nuestro querido amigo, Manolo Sepúlveda. Él publicará y controlará la lista de asistentes. Seguro que, como siempre lo ha hecho de corazón y con gran perfección, lo va a llevar mejor que yo.
Fue una noche en la que se dieron suelta a sentimientos interiores. Al igual que un torrente de agua, por muy cristalina y apacible que se muestre, cuando se ve comprimida al atravesar un estrecho paso, pierde su luminosidad y eleva crestas burbujeantes, así revolotearon y se mostraron de impetuosos. Sobrecogieron, en su primer momento, hasta la liberación de todo corsé, donde la luz volvió a provocar destellos chispeantes. Debió hacerse y se hizo.
Como es natural, el hambre se incrementó. Menos mal que las aceitunas y unos platos de ensaladilla atenuaron algo los retortijones de estómago. Algún enchufado, comió ración doble de aceitunas. No tiene hartera o como decimos correctamente jartera. Otro entendido dijo al camarero que esas aceitunas no eran como las de la mañana. A lo que el interpelado contestó afirmativamente. El motivo: se habían terminado. Normal y así de claro.
Como siempre saboreamos el elixir de los buenos recuerdos, de los chistes más o menos contados a trozos porque nuestras memorias dan para más y de las puestas al día de nuestras enfermedades.
Repasado todo, saboreados los buenos vinos y las sabrosas viandas, nos despedimos, no sin antes realizar la foto de rigor.
Y esto es todo.
Sed felices y mucha salud.
Andrés Osado