miércoles, 29 de noviembre de 2017

CARTA ABIERTA A UN AMIGO

Caridad Cristobal y Antonio Crepo 
Móstoles,  28 de noviembre de 2017


Querido Antonio:

Cuando el olor a polvorones se va  metiendo por las rendijas de nuestros hogares; cuando las calles, ataviadas con sus vestidos luminosos, nos van diciendo que se acerca la Navidad; cuando la gente enloquecida con el Black Friday preparan con avidez las próximas fiestas…, coges tú y nos dejas. Así, sin avisar. Como el que no quiere molestar. ¡Con la sencillez de los grandes!

El próximo sábado, ya sabes, teníamos la reunión del Grupo. Todos teníamos ilusión de que llegara para vernos de nuevo y echar un rato. Hemos decidido cancelarla. Seguro que estarás diciendo: “¡qué va, hombre, de eso nada. Tenéis que seguir adelante! Y es verdad. Todos tenemos que seguir adelante. Pero ahora mismo no es fácil.

Perdóname, pero hoy me cuesta escribir. Y es que has dejado, querido amigo, un hueco muy grande. No me refiero al espacio en la mesa, que también, sino en nosotros. En nuestras vidas. Sí, ya sabemos que vas a seguir vivo en nuestro recuerdo, pero no es igual.

Créeme, te vamos a echar mucho de menos. Tu amistad sincera y sencilla, tu eterna sonrisa, tu coraje para luchar la vida, tu entrega por hacer felices a todos los que te rodeaban, son valores que no olvidaremos nunca.

Sé que ya estás en el cielo, disfrutando de esa otra vida para siempre; ya estarás con Andrés, con D. Moisés, con todos los familiares y compañeros que te han precedido. Ese es el futuro que nos espera a todos, Reunirnos para siempre en ese lugar maravilloso, junto a nuestro Padre Dios y Ntra. Sra. de los Ángeles, a la que tantas veces le rezamos.

Bueno, Antonio, te dejo. Ya no te puedo decir que te vaya bien, porque estás viviendo para siempre en el mejor sitio posible, después de tu paso por aquí.

Ahora te toca a ti rezar por nosotros. No te cortes en dar el coñazo, El Señor tiene mucha paciencia, y nuestra Madre ¡ni te cuento!

Recibe un abrazo muy, muy fuerte de todos nosotros, tus vicarianos.


Antonio Estepa

jueves, 16 de noviembre de 2017

Velada en el patio

Junto al pozo de un patio cordobés

Ahora, ya en el frío otoño, me viene a la memoria este encuentro de mayo en Córdoba.

Ya de atardecida nos fuimos acercando a la Plaza de las Tazas. Se abrió el portalón y como en una ceremonia iniciática, precedidos por los anfitriones, fuimos entrando al patio. Un jardín vertical preñado de flores nos abrazaba. Tomamos asiento a la mesa, preparada para la ocasión, junto al pozo y la alberca y fuimos dejándonos llevar por el embrujo de la noche cordobesa entre una alegre conversación, las canciones de Antonio Martínez Rangel y la lectura de alguna poesía.

De estas os dejo una muestra.

Un abrazo

Rafa Vilas


AZUL Y ROJO
(A los patios de Córdoba)

Preludio de interior acompasado
en el marco azulado de tu entrada:
fachada de color entrelazada
de jarcha y blanco del pasado.

¿Cuándo tu azul
se difuminó en el horizonte?
¿Quién, como roedor cruel,
penetró por tu costado?

Hoy quiero rememorarte;
mirar por el pretil
de tu engalanado pozo
en busca de esa luna
allí, en otro tiempo, acomodada
y soñar con la fragancia,
que en versos de clavel enamorado,
por las paredes de tu patio goteaba.

Andrés Osado
Córdoba, 16 de mayo de 2017


EXISTENCIA EN BINARIO

Y todo era como en Matrix.
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Realmente no tenía sentido pensar;
las sensaciones no partían de razón alguna.
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Las pasiones estaban ya escritas,
los olores ya escritos,
los sabores ya escritos.
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Sabores, olores, formas y colores,
todo escrito en color fósforo
bajo el cristal de la pantalla
del "Gran Hacedor".
1010010

Él tenía todo el tiempo,
yo solo era una línea en binario
01000100100000000……..

Rafael Vilas
Priego de Córdoba, 14 de mayo de 2017

sábado, 11 de noviembre de 2017

CRÓNICA DE UN ENCUENTRO IMPREVISTO

El encuentro 

Mis colegas cronistas comprenderán el temor que me invade, al tratar de reseñar un encuentro amistoso, a solas, frente al ordenador.

-Tienes que escribir una crónica de las tuyas para el blog –te dicen, sin considerar el “embolao”.

-No os preocupéis, que eso está hecho –contesta uno aparentando suficiencia.

En fin, vamos allá. 

Miguel me contactó el lunes, 23 de octubre, para quedar con Mónica y conmigo y salir a comer juntos. Con él se encuentra Rafael Ruano, con quien intercambio por teléfono unas palabras a modo de saludo. 

Miguel me recuerda que desea retomar nuestra conversación en Tabarca sobre la reencarnación, ya que el tema le impresionó vivamente. 

Por su parte Rafael me pregunta si podremos echar alguna partidita de ajedrez, tal como teníamos concertado en unos correos electrónicos anteriores a la reunión de Lucena. Dichos correos patentaban nuestra común afición a ese juego sangriento, que a ojos de un espectador profano puede parecer sosegado hasta el aburrimiento. Los contendientes, silenciosos, sin apenas moverse en sus asientos, desplazan las piezas sintiendo su corazón acelerarse con cada jugada efectuada. Se oculta el nerviosismo lo mejor que se puede, esperando el golpe aniquilador del rival tras el último dudoso movimiento propio.

Prometo atender a ambos amigos lo mejor que pueda. Pero lo primero es buscar un sitio para comer. Miguel propone un restaurante de la Universidad de Alicante, donde hacen un arroz “de puta madre”. No obstante, me pregunta si conozco yo algún otro sitio que venga bien al caso. No se me ocurre lugar mejor que el Li-Du, restaurante asiático del que es dueña y regente Linda, una mujer china, muy agradable, y amiga nuestra desde que nos consiguió unos trajes de taichí a precio de costo, traídos por su madre desde China.

El Li-Du se encuentra en las afueras de Mutxamel, a cinco minutos de nuestra casa yendo en coche. Por otra parte podremos tomar el café en la terraza interior de nuestro piso, con el ajedrez por medio, sin distracciones para la conversación o el juego.

-Vamos al Li-Du, no hay más que hablar. ¿A qué hora nos vemos? –resuelve y pregunta Miguel.

Mónica propone que comamos a las dos. En la siguiente llamada le doy nuestra dirección y alguna “desorientación” para llegar.

A las dos bajamos Mónica y yo a esperar a Rafael y a Miguel a la puerta de nuestro piso. A las dos aparecen nuestros amigos en la “fragoneta” de Miguel. Fascinante sincronicidad.

Saludos afectuosos y, ya en marcha hacia el restaurante, la típica conversación acerca de complicaciones y rodeos para encontrar nuestra calle. Miguel ha preferido no poner en marcha el GPS del móvil y ha preguntado a un transeúnte. ¿Para qué necesitamos los móviles bajos de batería teniendo paisanos? 

Saludamos a Linda, que nos recibe con su habitual sonrisa, y nos sentamos a la mesa. Mónica se percata del cambio de decoración de la pared convexa. El edificio es cilíndrico, de techo muy elevado y ventanales luminosos. Se ofrece Linda a sacarnos una foto. A continuación le pido que se fotografíe con Mónica y conmigo.

-¿Qué había pintado antes en la pared? -pregunto exhibiendo mi “fantástica” memoria.

-En vez del actual paisaje campestre bordeado con ramitas de ciruelo, había un poema chino –me contesta Linda.

Pedimos cuatro menús. Degustamos: rollito de verduras, de primero, -Miguel prefiere la sopa picante-; arroz chino, de segundo; pescado al vapor para Miguel y Mónica y ternera con bambú para Rafael y para mí, de tercero; finalmente, de postre: pudin de mango Rafael y Mónica y plátano frito Miguel y yo. 

Durante la comida Miguel habla con Paco Moreno. Nuevo intercambio de saludos. Paco le dice a Miguel que no se preocupe por Yeni, que está bien.

Después seguimos hablando a dos bandas. Mónica explica a Miguel el tema del millón: ¿Por qué estamos aquí, en la Tierra? ¿Por qué nacemos, morimos y volvemos a nacer…?

Yo hablo sin parar, tanto, que no recuerdo nada de lo que le dije a Rafael… y me quedo solo con mi tercer plato. Los demás han terminado hace tiempo.

Ya en nuestra casa, Miguel grava los sonidos de la campana y del cuenco tibetanos, “para despertar al personal”. Luego, pone a recargar el móvil. Rafael y yo preparamos los combates ajedrecísticos.

Mientras Mónica nos sirve amablemente los cafés y el agua, me intereso por la jubilación de Rafael. Ya no trabaja, pero seguirá cotizando unos meses más hasta cobrar el paro. Ninguno de sus dos hijos quiso quedarse su empresa de transporte. La vendió razonablemente bien. Ahora, ya libre de ocupaciones, su mujer intenta atraparle en tareas domésticas como la limpieza de cristales y otras lindezas semejantes. No hay miedo, ha salido por pies, escapando a reunirse con sus amigos.

-Nunca me he ocupado de las labores caseras y no me siento ahora animado para ello.

Comenzamos el duelo en el tablero escaqueado y me sonríe a mí la diosa Caissa.

-Me hubiera gustado ganarte alguna partida, pero juegas mejor de lo que me esperaba -confiesa un poco decepcionado Rafael.

Miguel, ha llevado de marcha a Rafael, estos días pasados, a más sitios de los que me caben en la página. Ahora, acusa los gin-tonis de la noche anterior y se queda adormilado en el sillón mientras jugamos las últimas partidas.

Rafael me ha dado muchas facilidades para ganarle al ajedrez: de entrada, la resaquita de los gin-tonis de anoche y, luego, el despiste de jugar en mi pequeño tablero. Está acostumbrado a las partidas rápidas online del ordenador.

Le consuelo como puedo, regalándole el libro de partidas de ajedrez de Magnus Carlsen, actual campeón mundial, que ya le había prometido por teléfono. Y le sugiero bromeando que se prepare mejor para nuestro próximo campeonato. 

Soy consciente de que no he podido tratar el tema de los registros akásicos y la reencarnación con Miguel, como ambos deseábamos. Otra vez será.

Tras las despedidas me quedo con la sensación maravillosa que produce la amistad y con una secreta tristeza por no haber dado satisfacción a ninguno de los dos amigos.

Espero que esta sencilla crónica, al menos, sea de su agrado. Un abrazo, amigos Rafa y Miguel, y mil gracias por vuestra amabilísima visita.

Mutxamel, 28 de octubre de 2017
Pedro Calle Ballesteros

domingo, 5 de noviembre de 2017

Encuentro de otoño en Dos Torres

CRÓNICAS DEL ENCUENTRO POR PACO NIETO Y "EL FILI"


Crónica de Paco Nieto

54 AÑOS DESPUÉS

            Hacía exactamente 54 años. Un 4 de noviembre de 1963 peregrinamos hacia un lugar, para nosotros desconocido hasta ese momento, pero que nuestras retinas mantienen aún en nuestro cerebro, per sécula seculorum, como era el Seminario de Nuestra Sra. de los Ángeles, y que nos golpea el corazón todavía.

            Pues bien, 54 años más tarde, un 4 de noviembre de 2017, volvimos a peregrinar hacia otro lugar, desconocido también, para muchos, como era la Villa de Dos Torres, en plena comarca de Los Pedroches, para que, según el alcalde, D. Manuel Torres Fernández, nos dijera que nuestras retinas se habían impregnado de parte del legado artístico que dicha Villa tienen dentro de su patrimonio.

            Pero nosotros, además de eso, íbamos buscando algo más. Volver a convivir, como lo habíamos hecho hacía 54 años atrás, con nuestros compañeros, y en este caso con sus actuales compañeras, la mayor parte de ellos, aunque alguno, como en otras ocasiones, presumíamos de solteros, aunque no sea verdad.

            Y va el insurrecto de Paco Nieto, y vuelve a osar, haciendo de Osado, y se arremanga e intenta, eso sí, solo intenta, hacer una reseña de lo ocurrido a lo largo de dicho día, que por cierto, aunque se nos hizo corta, fue muy intensa, en cuanto a convivencia.

            Bueno, bromas aparte, vamos a lo serio. Comenzamos a llegar sobre las 10 de la mañana, a la plaza de la Villa, donde no podían faltar los organizadores. Por supuesto, en la puerta del Hotel Los Usías, se encontraban los señores Paco Sánchez Sánchez y Manuel Rafael Muñoz Medrán, cual buenos anfitriones, dando la bienvenida a cuantos compañeros y compañeras comenzaban a llegar, dando algunas explicaciones de cómo se desarrollaría el día, que después nos fastidiaría el dichoso tiempo, hasta en ello, igual al 4 de noviembre de 1963. Nos faltaba el camión, los autocares y las maletas, aunque Alguno apareció con la suya, en esta ocasión, atestada de cuadros, como veremos a continuación.

            Nos llamó la atención que la parroquia estuviese atendida aún por nuestro compañero, aunque de algún curso superior, Manuel Cantador.

            Y comienza nuestro periplo por la villa, acompañados de la guía turística María del Mar Carrasco Serrano, que tras una breve reseña sobre la historia de las dos antiguas villas con sus propias torres: Torremilano y Torrefranca, que con el devenir de los tiempos, en 1839, se convirtiera en una sola con el ya conocido nombre de Dos Torres.

            Y como no podía ser menos, comienza la visita guiada por la Iglesia de la villa, como decía anteriormente, regida por nuestro antiguo compañero Manuel Cantador, donde, además de la cumplida información, dada por la guía, sobre santos, naves, cúpulas, retablos, arcos, etc., etc. se canta la salve, en latín, en pleno altar mayor. Y es cuando empieza el desconcierto. Al salir de dicha visita comienza un aguacero que hace trastocar todo lo planificado. Y en lugar del recorrido previsto, vamos para la casa donde se muestra el tipo de arquitectura de la zona, eso sí, la arquitectura de los ricos, la de los pobres, no sé si es que no la enseñan porque no merezca la pena, o que por efímera ha desaparecido.

            Y de allí a la ermita de la Virgen de Loreto, patrona de la Villa, con su avioncito en la puerta, que ni nuestro "volaor" pudo arrancar para dar una vuelta, el pozo de nieve, etc., etc. Lo que se suprimió por la lluvia fue la ruta de los escudos que, al no ser posible, nos la dieron enlatada en un folleto que, al menos guardamos para hacerla tranquilamente en casa.

            Y entre aguas y vientos, al pabellón donde nos tenían preparado el refrigerio, que al comiendo, más que refrigerio nos pareció un jarro de agua fría, ya que por un malentendido decían haber preparado en lugar de una comida, un coctel hasta sin sillas. Pero con la intervención de nuestro anfitrión Sánchez, el entuerto fue fácilmente resuelto, y en diez minutos teníamos las sillas, que tanto esperábamos tras la larga caminata que nos habíamos dado.

            Distintos gazpachos: de melón, de tomate... salmorejos, salsamorra, ibéricos: chorizo, lomo, jamón... berenjenas a la miel, pescaíto, el clásico lechón, que le pasó igual que las bodas de Canaán era lo mejor y lo dejaron para el final, para terminar con el conocido plato de arroz, muy bien cocinado, eso sí, aunque para algunos ya no cabía. Eso sí, todo muy bueno y regado con cerveza, refrescos y distintos vinos, tanto de nuestro Montilla-Moriles como de otras tierras, blancos y tintos.

            La ya clásica sobremesa acompañada de nuestros antiguos cánticos estuvo llena de brindis, uno de ellos dedicado a nuestro compañero, ya emigrado Andrés luna y como no podía faltar, su embajadora aquí, nos acompañó. Jenny estuvo con nosotros y con ella, la presencia de Andrés, se hizo patente.

            Por supuesto, Serenata de la Mezquita, Soy Cordobés y nuestro himno de Amigos para siempre, no faltaron.

            También estuvimos acompañados de sorpresas, como la maleta llena de sus cuadros, con la que se presentó nuestro amigo y compañero Manuel Gómez Sánchez que nos hizo entrega a cada cual, algunos hasta dos, que guardamos, no solo en nuestro corazón, sino en nuestras casas, con la promesa de sacarlos a la luz, si algún día cotizan al alza. No siendo ésta, la única sorpresa, regaló para el grupo dos décimos de lotería que habrá que determinar los participantes, aunque ya lo hizo saber: para los presentes en el acto y resto del grupo de WhatsApp.

            Y ya cantando, pero bajito, fuimos recogiendo: despedidas, abrazos, besos y demás, pensando en un próximo encuentro en el que, por qué no superar al presente, aunque la fecha dice mucho y ayer, era nuestro 54 cumpleaños.

            Gracias, organizadores, y asistentes. Lo siento por los ausentes.

            Córdoba, 5 de noviembre de 2017
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Crónica de "El Fili"
José Mª Rivera Civico

De pronto me ha impelido un arrebato de responsabilidad inesperada y autoimpuesta. Me he despertado esta mañana con la obligación moral de cubrir para vosotros lo acaecido en la feliz jornada de ayer en Dos Torres, ante la ausencia de nuestros dos cronistas oficiales, léase, el famélico de Móstoles y el sublime Andrés. Y no hago más que ponerme en harina cuando veo con grata sorpresa que alguien ya se me ha anticipado. Joer con el Paco Nieto, cómo le cunde el paso, nene. Y ha resultado realmente emotivo su relato sobre todo por la feliz coincidencia de fechas entre la de ayer y la del 4 de noviembre de 1963, día en que ellos, los mayores, pisaron "Tierra Santa" por vez primera.

La voluntad, lo primero. Bueno, no. "Lo primero e principal, oír misa y almorzar; y si precisa, se deja la misa" (El Quijote). Pero ha sido mucha la voluntad de la gente nuestra asistiendo al evento en un día de tan sombrío pronóstico climatológico -que luego no fue tanto, las cosas como son-. Voluntades, las del Luna y de su señora Pilar, que abandonaron sus cálidas sábanas a las cinco de la mañana, y que después de las preceptivas abluciones y de un frugal desayuno recogieron en Órgiva a Lola, la prudente esposa del "fuguilla" Manolo Sepúlveda; luego, a un servidor en las cercanías de Antequera, y más adelante, a Gregorio en Córdoba capital.

En las fotos que ya ha incorporado nuestro ejemplar editor, el gran Rafa Vilas (gran, de grande, corpulento, entraíto en carnes), podéis comprobar el grueso de todos los asistentes. Pero no tendréis inconveniente en que, de entre todos y todas, ponga el foco en dos de ellos: por ser nuevos en nuestras convocatorias y porque a mí me hicieron más tilín, ea; pa eso soy yo quien escribe. Ramón Moreno Jurado era amigo mío en los Ángeles, pero rival cansino en los partidos de fútbol; y encima, era del Atlético de Madrid. Poseía un regate único con su única pierna útil, la izquierda. Regate del que todos los futboleros de entonces comentábamos con cierto hartazgo y su mijita de envidia, pero que ninguno éramos capaces de imitar. Y pasaba como con el famoso regate de Garrincha, que siempre se iba por el mismo lado, que todo el mundo lo sabía, pero no había manera de cortarlo. Algo así, pero en el campo del pozo, claro. Lo perdí de vista en 1973, año en que abandoné san Telmo. Cuarenta y cuatro años después nos abrazamos ayer. No está mal. Ha sido un hombre valiente, así se lo dije a la cara. Ha de ser muy complicado superar un problema de salud nada grave por una parte, pero cruelmente fastidioso para las relaciones sociales. Y él lo ha hecho. Ha sabido orientar sabiamente su vida profesional, familiar y social. Me alegré un montón de volver a verlo. De Manuel Casimiro Gómez Sánchez solamente puedo decir que me sonaba mucho su cara, que yo sabía que era del curso 64, del nuestro, pero nada más. Se nos reveló como un hombre cabal y bondadoso. En términos futbolísticos, un buen fichaje. Y gratis. Es un artista en la pintura figurativa. En la sobremesa expuso una hilera de cuadros pequeños para que cada uno de los presentes escogiera a su gusto. Preguntado por el precio, medio se ofende "que él no iba a cobrarles nada a sus amigos".

Nuestro ínclito y entrañable Paco César, algún día, tendrá que iluminar nuestra cerril sesera a fin de que podamos comprender desde la psicología conductual qué es lo que bulle en nuestra amígdala cerebral, o quizás en nuestro corazón emocional, para que consideremos amigos íntimos, casi hermanos, a personas a quienes no vemos desde hace una cuarentena de años, y con quienes "solamente" nos une el vínculo de unas vivencias tiernas -o duras, según se mire- en una etapa de nuestra vida, etapa, por otra parte, crucial, crítica e irrepetible. Te esperamos Paco.

El día físico fue feo de cojones. Hizo frío y calor; salió el sol y se volvió a esconder; llovió y amainó; chaleco dentro, chaleco fuera; abre y cierra paraguas. Lo endulzó bastante Marimar, la joven y sugerente guía turística con sus doctas explicaciones sobre ambas primitivas torres, las disputas de siempre entre lugareños vecinos, y la posterior fusión en el bonito pueblo de hoy, con la moraleja acompañante de tanta actualidad de que más vale unir que separar. Aunque, la verdad sea dicha, a mí particularmente en ocasiones se me iba el santo a las mallas apretujadas de la muchacha en detrimento de piedras y granitos por muy vernáculos que fueran. Que las mujeres perdonen mi imprudencia, pero es que soy un viejo verde. Mu verde.

Del recorrido cultural y del atracón culinario ya ha dado buena muestra Paco Nieto. Eso que me ahorro. Pero volvería a ver (y lo recomendaría) la Iglesia de la Asunción, la casa museo-exposición y el pozo del hielo. En lo relativo al manduco bastará que sepáis que esta madrugada me ha perjudicado uno de esos apretones de tripa tan míos, y que ha malogrado intestino abajo tan exquisitos manjares. Tengo para mí que, a lo tonto a lo tonto, escancié más de lo aconsejable para mi condición. Como conducía el Luna...

En fin, una jornada bonita y emotiva, como tantas otras, con el aliciente de ser la primera de las de los muchos otoños sucesivos que nos quedan por disfrutar.

Sed buenos.

Palenciana, 5 de noviembre de 2017