domingo, 28 de abril de 2019

El palacete de Medina Brillante

La verdad, no puedo quejarme. Llevo un mes de abril sencillamente maravilloso. Con todo lo que hablaban de sequía, tanta amenaza de cambio climático… y resulta que me encuentro exultante, que me habrán llovido… qué sé yo, por lo menos cientos de litros en lo que va de mes. Yo no entiendo mucho de litros por metro cuadrado, como les escucho decir a Rafael y a Toñi, mis dueños; yo sólo sé que me rebosa el agua hasta por las orejas, si las tuviera. Porque, ya lo sabéis, lo mío es el agua, es mi razón de ser, sin ella no soy más que un vacío de vértigo donde alguien puede descalabrarse si da un paso en falso.

Sí, es verdad. ¡Qué días estos de atrás tan relajantes! La gente no se da cuenta, solo piensa en sol, bronceado y baño, pero para una piscina doméstica resulta fundamental la tranquilidad, el descanso, el agua mansa que me inunda y me regenera por dentro, que me limpia de tanto cloro acumulado, que me hace lucir más transparente el orgullo de mi escudo blanquiverde del fondo, que me deja sencillamente escamondada. Y para colmo de mi quietud, mis niños, los de Madrid, a los que temo como a una jauría en cuanto que empieza a picar el sol, no me hacen ni puñetero caso en este tiempo tan deliciosamente lluvioso; vamos, ¡como si no existiera! Tampoco es eso, joer.

Rafael, mi amo, sí que me cuida. Gracias a él me veo bonita. Y presumo de ello, soy la reinona al lado de las piscinas vecinas. Ninguna posee mis proporciones, mi orientación sur-oeste, mi balaustrada, mis vistas… ¡Ooohhh, mis vistas!... Ocupo el centro del jardín, desde donde admiro el parador de la Arruzafa a mi derecha, y al frente, la inmensidad de la vega con el Castillo de Almodóvar en todo lo lejos. ¡Qué preciosidad! A lo que iba: que Rafael sabe cuidarme. Cada día me lava la cara de la hojarasca que me cae de granados y madroños; cada semana me da un repaso más a fondo con una máquina que recorre mi suelo y mis paredes haciéndome un cosquilleo enervante. En fin, que una está muy contenta con lo que tiene.

Pero hoy se avecina algo gordo. Y estoy mosqueada. Rafael se ha levantado a las ocho de la mañana para pasarme el limpia fondos, y me ha puesto dos pastillas más de la cuenta en sendos flotadores, y luego le he visto muy apurado paseando con el móvil de un lado a otro llamando a Rute para encargar empanadas y piononos de Galleros. Por su parte, Toñi, mi ama, está con los preparativos de las croquetas desde hace varios días, y anoche mismo frió una primera tonga de prueba cuya fragancia a puchero me llegó hasta el mismísimo skimer. ¡Uuuhhhmmm! ¡Qué ricas! Tienen fama en toda la zona sus croquetas. Y ya lo tengo comprobado: cuando me acicalan tan temprano y huelo a croquetas: fiesta segura.

Y le temo a las fiestas, es la verdad. Porque la gente no respeta nada y abusan de una, las cosas como son. Yo estoy para eso, para que la gente disfrute y se refresque. Pero no para que los niñatos y jovenzuelos se me metan con los pies llenos de yerba o incluso de barro, ni para que se me tiren de bomba, con lo que eso duele en mi espalda, y con el agua que desperdician con tanto salpicadura. Prefiero, claro está, las fiestas nocturnas de verano. Los amigos adultos de mis dueños son gente formal, y se bañan como Dios manda. Aunque, si hay que decir toda la verdad, en alguna ocasión también estos adultos decentes se han bañado en pelota viva y han hecho alguna que otra guarrería en mi seno. Pero bueno, esa es otra historia.

El caso es que esta gente de hoy parece bastante civilizada. He entendido, de pasada, que son antiguos compañeros de seminario de Rafael, se les supone, por tanto, la decencia y el saber estar. Viene con ellos, incluso, un cura. Buena señal. Según van llegando, solas o emparejadas, las personas, después de los saludos efusivos con mis amos y de unos con otros, centran su atención en mí misma. Me siento muy orgullosa de ser el objeto del deseo de gente tan importante como parece así a simple vista. De los primeros en llegar, un gordito de bigote con una cámara de fotos colgada del cuello todo el tiempo, me ha sacado tropecientas fotos desde todos mis ángulos curvos. Yo ya no sabía ni cómo ponerme. Luego, otros pocos se colocaban aquí o allá, para encuadrar mejor el instante y las vistas panorámicas. Uno, al que le llaman Pacomo -¡vaya nombre raro!-, quiere salir en todas, con sus sombrero campero. Luego, me enteré que es de Fernán-Núñez, claro, así se explica... Hay otro también del mismo pueblo, y también con sombrero, que parece el más bajito de la reunión, pero con mucho dominio. Chiquitito, ¡pero con dos cojones! Un tal Diego Ruiz, de amplio contorno, se me ha acercado tanto que ha mancillado mi delicada superficie facial con cáscaras de langostinos. Este, al parecer, es de los que pelan las gambas con una sola mano, herencia adquirida de un antiguo profesor de filosofía de ellos. Las mujeres, sin embargo, no me hacen mucho caso, es lo normal. Ellas solo me quieren para tenderse a tomar el sol en mis costados. Mejor para mí, así no me pringan con sus mejunjes.

Poco a poco, se van rejuntando todos. Y de tanto nombrarse unos a otros me voy quedando con sus nombres. Que si Pepín de Benamejí, que si Fraski de Palenciana, a este de aquí me parece que le dicen el Osado, a este otro rellenito, el Berni, uno muy chupado que se llama el Martón, otro de gafas, que cojea un poco, el Prior, creo que le nombran... Echo en falta a Paco Castro, un íntimo de mi amo, antiguo curilla también y un habitual en esta casa. Hay momentos en que les estrecha a todos la gazuza y se arremolinan en las mesas del jardín o en las del porche para ponerse tibios de jamón, de langostinos, de croquetas o de tomate con melva. Por lo que puedo ver desde mi posición privilegiada, me parece que los más discretos en esta tarea sean un tal Mateo Calero y el Hidalgo Naz, un hombretón de dos metros. Las mujeres -más listas- se han acomodado bajo el toldo muy bien sentaditas, picando lo justo y jartándose de charloteo. Bien que hacen. En un momento concreto se van todas detrás de mi ama para adentro: les va a enseñar la casa. Van a flipar, seguro. Yo nunca he visto nuestra mansión por dentro, es natural, solo soy la piscina, y no puedo moverme. Pero de tanto escuchar comentarios de tantas mujeres en tantas reuniones como hay en esta casa, ya saca una sus conclusiones. Es una casa maravillosa, única, un pequeño palacete en el corazón de Medina Brillante. Las personas cultas que suelen frecuentarme hablan sentados en mis bordes de Medina Azahara y de Medina Alzahira, como ciudades fantásticas y exuberantes del periodo califal. Pero yacen bajo tierra. Sin embargo, este territorio donde yo me asiento ahora es la tercera gran Medina de Córdoba, Medina Brillante. Solo que viva, verde y preciosa.

Hoy no espero grandes sobresaltos. No creo que nadie se atreva a asaltarme, a zambullirse en mis aguas frías y transparentes. El cielo está ocupado de nubecillas de algodón que siembran sombras apetecibles en el suelo del jardín. Pero de cuando en cuando aprieta un sol refulgente. Y entonces sí que temo lo peor. Unos pocos de estos parecen tramar algo, y no me gusta. Uno, al que le dicen el Fili, lo veo con ganas de armarla. Intenta convencer al Medrán, a Carlitos y a otro al que llaman "El Obispo" para tirarse sobre mí, vestidos y todo. Pero los otros, menos mal, lo desaniman. Mejor así, el tal obispo es de unas dimensiones tales que si se me tirara encima me vaciaría casi entera. Pero siguen bebiendo, y contri más alcohol, más locura, que lo sé por otras veces, y no estoy tranquila del todo. Y del que menos me fío es de un flacucho de alegre flequillo, un tal Paquito Contreras, que ya va diciendo que se va a tirar en calzoncillos. Y a este sí que lo veo capaz. Y si no se me ha tirado ya es porque Carmen, la mujer del fotógrafo sobradito, ejerce una autoridad moral contundente: "déjate de bobadas, que luego coges una pulmonía, y no está tu cuerpo pa eso" . Muy bien dicho, Carmen. 

Ya pasó lo malo. Ahora, mientras saborean el cocido con su pringá, estoy a salvo. Y luego, para rematar, unas lagrimitas de aguardiente de Rute y unos piononos de Galleros, me los dejan a todos planchaditos. ¡Qué bien, qué tranquilidad! Y lo bien planificado que lo tienen todo, oye. Cuando más lo necesitaban, cuando las bocas de todos parecían de mojama, se levantó un tal Alfonso, del Viso, para hacer de aguador. Se conoce que son gente organizada, sí señor.

Pero puede quedar aún lo peor: Rafa el fotógrafo y el Osado están preparando una queimada. Por otras ocasiones, sé de sus efectos. El cielo se ha despejado y esta gente, en su delirio de alcohol, se me va a precipitar con ropa y todo. casi lo estoy viendo. Menos mal que ha surgido milagrosamente la figura seria y dominante de un montillano de pro, un hombre de bien con pintas de cura de verdad, que ha sabido orientar la alucinación de los mamados hacia la música. El bueno de Paco Solano los entretiene a todos con cánticos sobre Córdoba y el seminario hasta que se les ha ido pasando la jumera.

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Por motivos de alta intendencia doméstica, Fraski, Pili, Prior, la Peque y un servidor, hubimos de abandonar el feliz cónclave un poco antes de la cuenta. Razones pastorales obligaron también a Manolo Vida. Aunque eché de menos a muchos ausentes, me vais a permitir que mencione a dos de los nuestros por lo que hubiesen disfrutado de tan excelente condumio: Antonio Estepa y Agustín Madrid, gente que antes pierde la cartera que las ganas de comer. Creo que lo mejor que puedo decir de esta comunión tan agradable con todos vosotros es que a la salida de la casa yo tuve la vivencia de haber estado en mi propia casa, que el palacete de Medina Brillante será como nuestro de aquí en adelante. Y sin hipoteca.

Toñi y Rafael: muchísimas gracias por vuestra dedicación y esmero, por habernos obsequiado con una jornada fantástica de amistad y de cariño. Habéis sido unos anfitriones excepcionales. Y si mi primo Castro no ha venido, él se lo ha perdido, ea.

Sed buenos y felices. Y por favor: votad bien; luego no me vengáis con monsergas.

José Mª Rivera Cívico "El Fili"
Antequera, 28 de abril de 2019


EN CASA DE TOÑI Y RAFAEL, EL DIA 26-4-2019

“Yo, si la reunión se celebrara en viernes, me vendría mejor. Si es así, el próximo fin de mes, lo podríamos celebrar en mi casa”

Estas fueron las palabras de Rafael Pérez, dichas en la reunión de Cónil. La aceptación, sin lugar a duda, fue unánime.

Como para algunas cosas, somos unos chicos muy obedientes, nos pusimos manos a la obra. Mejor dicho ellos, Toñi – Rafael con la intendencia y Manolo Sepu con su lista, fueron los currantes. 

El cielo, solidario con los anfitriones, quiso hacer acto de presencia, luciendo con sus mejores galas. ¡Y qué galas! De vez en cuando, hubo que guarecerse bajo el porche, pués no se podía aguantar tanta solidaridad. ¡Ganas hubo de darse un chapuzón! ¿No es verdad, Fili? El muy travieso proponía, con algo de pillería (cosa frecuente en el) darnos “sin querer, queriendo” un empujoncillo y caer en la piscina. No por nada, sino para ver más de cerca, el impresionante escudo del Córdoba, que relucía allá en el fondo. Menos mal que la cosa no cuajó. Mateo, de buena gana se hubiera aposentado en sus fondos, junto al escudo.

A la voz de ya (a estas alturas no necesitamos campana que nos avise) empezaron a salir aperitivos. ¿Los enumero? Bueno… venga: patatas fritas, aceitunas, queso, salchichón, lomo, tomate con atún, langostinos, una empanada que quitaba el sentido, y… seguro que ya estáis pensando en los “camarales” pues no, que esta vez eran cocletas caseras riquísimas. Aquí voy a hacer un inciso. No estoy de acuerdo con la Real Academia de la Lengua, al haber admitido cocletas y no camarales. Creo que voy a empezar a recoger firmas, para que acepten el término. Ni que decir tiene, todo esto regado con refrescos, cerveza, tinto y el excelente vino de la bodega de Rafael.

Por si fuera poco, Toñi se presentó con una profunda perola, llena de un magistral cocido, acompañado de su correspondiente y abundante “pringá”. Antonio Ruiz Martón, cual tiempo antaño, fue sirviendo en los platos. ¡Qué buena cuenta dimos de ello! ¡Estaba para chuparse los dedos! (A pleno sol, comiendo esos trompos y esa pringá, me vino a la mente aquel chiste que contaba Paco Gandía) Menos mal que los piononos y la excelente tarta, sirvieron de tapón.

Hacia mediados de los aperitivos, Paco Contreras y Antonio Hidalgo “Señores de Almodóvar” comenzaron a exponer la propuesta de celebrar la reunión otoñal en la ciudad de su señorío. Pués bien, habían sido degustados el resto de los aperitivos y los trompos con su pringá y aún Paco seguía con su exposición. ¡Cómo le cunde! Lo curioso es que nos tenía a todos embobados con su disertación. Lo cierto es que no me enteré muy bien si se trataba de asfaltar el camino hacia el pantano, hacer mas liviana la subida al Castillo o invadir el Ayuntamiento. Después de todo, su mejor conclusión fue la siguiente: Bueno, dejadme que lo piense y ya os lo comunicaré. Sabias palabras. ¡Qué gran señor!

Después de esto, tocó el turno al sabroso Turrolate, traído por Carmen y Rafa. Cuántos recuerdos traen a mi mente, ese sabroso manjar prieguense. 

Haciendo recuento de personas se colocó, con gran satisfacción de los anfitriones, “TODO EL PAPEL VENDIDO” Por desgracia faltaron Lola - Manolo Sepu y Elena – Rafa Raya, uno por gripe y otro por gastritis. Brindamos a la salud de los pachuchitos. 

Como su Santidad, no se llevó el solideo, no pudo ser investido como nuevo Vicariano, nuestro querido compañero Alfonso Sánchez Ramírez. No por ello faltaron muestras de cariño para con el. La próxima vez será. No se ahora mismo si Frasqui, posee ya ese gran honor; si no es así, también será en otra ocasión. Hablando de Alfonso Sánchez, se dio perfecta cuenta de la pandilla con la que había topado. Verán ustedes por qué. El, muy servicial, se prestó a servir copas a los contertulios. 

—¿Alguien quiere una copa de algo?

A la pregunta sólo responde uno, solicitando un Gin Tónic. Cuando muy gustoso se lo trae, otro (juancojones) va y le pide lo mismo.

—Alguien más?

La misma respuesta, nadie. La operación vuelve a repetirse, así como una nueva petición. Esta vez, alguien añade solicitando algo de limón. Ahí ya se lio la cosa y la buena voluntad de Alfonso se vio resquebrajada y comprendió “que vamos para mayores” Claro, la respuesta fue clara y contundente

—Quien quiera algo más que vaya el y se lo ponga.

Algunos tardan más en comprender donde se meten. Afortunadamente Alfonso, lo ha aprendido el mismo día. ¡Hurra! por él. Es que tenemos una pachorra digna del mejor Job.

Es de resaltar, la notoria presencia de compañeras que acudieron a la llamada. Bravo por ellas. 

Hubo queimada, acompañada por el sentido y sonoro “Conjuro” que, tan magistralmente recitó Carmen. En ese momento las llamas que surgían de tan apetitoso caldo, se animaron al oírlo (jo, ha quedado bien) Quisiera resaltar unas palabras que recitó: “Fuerzas del aire, mar y fuego, a vosotros os hago esta llamada: si es verdad que tenéis más poder que la gente terrena, aquí y ahora, haced con los espíritus de los amigos que están fuera, participen con nosotros de esta queimada”

Más piononos, tarta, turrolate y copitas, hasta que llegó la hora de los cantos. Dos, sobre todo, fueron entonados por la potente voz de Pacomo, a petición de Carmen, a saber: Soy Cordobés y Serenata a la Mezquita. Por supuesto, siguieron otros tantos. 

Gracias a la libretilla que me regaló Diego (eta vez si me la llevé y anoté cosillas) creo que he dicho lo más importante. 

¡AH! DECIR QUE LA REUNIÓN DEL JUEVES PRÓXIMO FIN DE MES, SE ADELANTA AL 16 DE MAYO. SERA A LAS 20 HORAS EN PLATEROS. SIN HAY CAMBIOS, SE PONDRÁ EN EL INFORMATIVO (esto debido a la Feria)

Ya está bien por hoy.

Salud

Córdoba, 28 de abril de 2019
Andrés Osado

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martes, 9 de abril de 2019

XXVI Encuentro en Conil de la Frontera 2019

En Conil, aguas mil






Crónica de José Mª Rivera Cívico "El Fili"

Hubo una sola cosa en Conil que nuestros abnegados anfitriones, Rafael Raya y Helena (me gusta ponerla con H, como la de Troya), no pudieron remediar: la climatología. Todo lo demás, del diez, como se dice en Córdoba.

Y es mi deseo iniciar la crónica por ellos, por los anfitriones. No recuerdo una convocatoria nuestra de las grandes con tantas dificultades y contratiempos como ésta. Nacida en Priego en un día también lluvioso de abril del año pasado, no fue bendecida por todos, alegando unos lejanía, otros distancia, otros, en fin, que ya veremos... En nuestro imaginario colectivo quedará este encuentro como el más pasado por agua, empatado, quizás, con aquel lejano ya en los salones parroquiales de Pedro Soldado, en Córdoba. Y como el más rácano. Y no podemos achacar la escasa concurrencia al tiempo, puesto que mucho antes de conocerse las predicciones solamente se habían apuntado quince criaturas. Ciertamente, produce un poco de sonrojo el comprobar que había más gente para el perol de Plateros de hace una semana que para la reunión de hermanos melojos en Conil. Y esta circunstancia se nos antoja a todos muy dura y penosa para quienes con tanto esmero, dedicación y cariño se esfuerzan con toda la logística y los preparativos. Muchas gracias a Rafael, Helena, Antonio Luna, Manolo Sepúlveda, Andrés Osado, don Francisco... Y pese a ello, dentro de las limitaciones del clima, todo salió perfecto. Y con una parte muy positiva: al ser tan pocos pudimos conversar todos con todos y con todas en un ambiente muy apetecible y muy parecido al de antaño.

Bien, y una vez desahogada esta regañina suave y constructiva, viene la penitencia para aquellos que este año han sido renuentes: dos padresnuestros, y una semana sin follar, que sumada a otra que es que no tocaba, son quince días de alivio para las señoras. Y no queda otra que rendirse al buen hacer y la cordialidad de Rafael, y a la simpatía explosiva de Helena. Me perdonaréis hoy mi empalago por ambos dos, pero es que creo que toda alabanza hacia ellos es poca. Muchos besos para ellos.

Conil nos recibió con viento y aguacero, con mar rizado, con ambiente hostil. Para más irritación hubo de suspenderse la visita a Bolonia por mor del agua, aunque alguno que no se enteró de la noticia se presentó solito, por su cuenta, ¡con dos cojones!, y completó la visita -de gorra- con un grupito de guiris, de esos que no le temen al clima ni a ná. ¿Quién sería el temerario ignorante? Premio para quien lo acierte. Una pista: es del 63, tiene barba canosa, una risotada estentórea y nunca pierde las ganas de comer.

Algunos ya estaban allí desde la noche anterior para recibir los primeros las asperezas de un levante frío y desagradable, eso sí, en un hotel de cierto postín de los de a cien euros la noche. Otros llegamos la misma mañana del sábado, más modestos, nuestra pensión fue solo de veintisiete euros. De toda la vida de Dios, siempre ha habido ricos y pobres. 

Del hotelito hasta el salón de eventos, la Ciri de nuestro Google Maps nos perdió por las huertas y vegas de los alrededores, lo que agradecimos un montón como paseo turístico bajo el inclemente aguacero.

Todo se da por bien empleado cuando ya nos encontramos todos en el salón restaurante. Pese a lo variado y rico de los entremeses -¡uhmmm, las tortillitas de camarones!...- nadie perdió luego los apetitos para engullir el buen solomillo o la jugosa Urta a la roteña. Ya lo pronosticó nuestro querido "Bronco" en el primero de los brindis: "Que siempre nos sigamos viendo con tan buenos ojos y que nunca perdamos las ganas de comer". Desde luego, él cumple con ambos preceptos, no hay más que ver qué bien anda de la vista... Y del buche. ¡Qué tío más grasioso, coño! Como su paisano Miguel, otro que tal baila, que, enterado del excesivo precio del hotel de los cien euros, le preguntó entre risas que para qué tanto dinero solo pa dormir y echar un casquete. A lo que responde el otro: "Uno... o ninguno, que será lo más probable". A la mañana siguiente, nos enteramos que fue ninguno, lo mismo que yo, cero pelotero; pero es que mi mujer -tienen las puñeteras respuestas para todo- dice que no se siente motivada en una habitación tan modesta de veintipocos euros. En fin...

A los postres, nunca nos cansaremos de insistir en la bonhomía de nuestro amigo Casimiro Gómez quien, ausente por necesidad, nos envió sus regalos para cada uno de los presentes: ya sabéis, cuadros con un estilo propio, cada vez más conseguido. Mil abrazos y muchas gracias para él. Por mayoría absoluta ganó el seminario de Hornachuelos como sede para la próxima reunión de primavera. Se debería intentar una fecha muy próxima a la Semana Santa, a fin de evitar doble desplazamiento a los madrileños y a los de Levante. En cuanto al formato culinario, también se votó a favor de un catering local que nos abastezca el condumio y nos desocupe de todo lo referente a comida, asientos, mesas y basura. Bien saben Dios y todos los presentes los heroicos esfuerzos que realizamos Jesús Cantarero y un servidor para intentar volver al pasado alimentario, esto es, que cada unidad familiar aporte lo suyo para luego compartirlo todo. Ni siquiera subiéndome a una escalera como estrado improvisado conseguí nada. Más pueden dos tetas que dos carretas, dice el sabio refrán.

Y el Levante que no cesa, nene. Algunos valientes se fueron a pasear a la playa. Otros nos echamos la siesta para amortizar mejor los veintisiete euros de la habitación. Y luego, a la anochecida, nos juntamos casi todos, de nuevo, para tapear relajados y la mar de a gusto en los bares del centro. Siendo los mismos en número, la mesa de la mujeres, sin embargo, facturó casi el doble de la de los hombres. Ea. ¡Como ellas no pagan...¡ ¡Las doce de la noche, y yo levantado!!! ¡Cuándo se vio cosa igual? Con frío y viento nos recogimos por fin en la ilusoria esperanza de algo calentito que llevarse uno a la boca, y luego, ya puestos, como caído de su propio peso, acertar con la pluma en el tintero. Pero, ya sabéis, para mi señora el ámbito no resultaba lo suficientemente motivador. ¡Hay que joerse! Nosotros, que nos motivamos con unas bragas rotas colgadas en un tendedero...

¡Sed felices, coño!




Crónica de Andrés Osado Gracia         



Escalonadamente, fuimos llegando a Conil de la Frontera. Unos (yo no me voy a poner a decir, unas y unos) lo hicimos el viernes y otros, los más cercanos, el mismo sábado. 

A todos nos acuciaba el deseo de estar juntos. 

El recibimiento que nos ofrecieron Helena y Rafa estuvo repleto de alegría, emoción y agradecimiento. Habían puesto en el, todo su empeño. No sería justo e incluso mentiría, si no hiciera mención de que, en el fondo, se les notó una leve pena, por la poca asistencia. Pena superada inmediatamente, ante la afluencia de los amigos. 

Quienes llegamos el viernes, comenzamos a disfrutar de la presencia de unos y otros. El señor de la Fargo (Miguel), llegó algo más tarde. Hubo de superar alguna rotonda que otra. Ya sabéis, eso de darle vueltas a las rotondas “le pone a Miguel”. Eso si, el siempre llega… De perderse, sólo se perdió una pequeña tertulia que mantuvimos algunos de los allí ya presentes. 

Por la mañana unos churritos, el paseo de rigor y rápidamente para el restaurante. La entrada fue triunfal. No sonaron trompetas ni timbales, sino un atronador aguacero, como signo de grandeza de las personas que allí se estaban reuniendo. Alguien se libró, pues anduvo entretenido en alguna rotonda que otra. ¿No es verdad, querido Fili? 

Abrazos y más abrazos para, rápidamente, dar cuenta de los excelentes caldos y aperitivos que nos fueron ofreciendo. 

Todo funcionó a las mil maravillas. El restaurante, el servicio y la comida, rayó la perfección. Nuestro reconocimiento al esfuerzo realizado por Helena y Rafa, se hizo patente con un clamoroso aplauso. 

Como a nuestro Fili, eso del púlpito de Priego de Córdoba, parece que le gustó, se sirvió de unas escaleras, que servían de acceso para la planta superior y allí fue a exponer, con sabias palabras, sus cuitas. ¡La verdad es que al “joio” se le da bien eso de hablar, aparte de otras cosas! Consiguió que se tomaran algunos acuerdos, de los que, nuestro diligente Manolo Sepúlveda, pondrá en conocimiento de todos. 

Magnifico día, no teniendo en cuenta el tiempo tan desapacible, el disfrutado en ese Encuentro de Conil de la Frontera. Algunos pudimos seguir disfrutando de tertulia, en diferentes sitios, más o menos resguardados de la gélida tarde que nos fue cubriendo. 

Vuelvo a reiterar nuestro agradecimiento a Helena y Rafa. Cumplieron con creces, las expectativas que habíamos puesto en ese Encuentro. 

Gracias a los reporteros Paco Sánchez y Pacomo, que nos han inundado de fotos de tal acontecimiento 

Será hasta el próximo.


Crónica de Antonio Estepa Romero

XXVI Encuentro en Conil de la Frontera
6 de abril de 2019

Ayer, día 30, estuve hablando un rato con Rafael Raya. Entre otras cosas me comentó que echaba de menos mi crónica del encuentro en Conil. Le prometí que la haría, y aquí estoy trabajando en la festividad del Día del Trabajo.

El pasado día 5 de abril llovía bastante en Montalbán. El paraguas sólo me tapaba un tercio de espalda. -¿Por qué harán las sombrillas tan chicas…? Llegué al coche medio empapado.

El día anterior quedé con Sánchez en un punto de encuentro: Restaurante Venta El Empalme, entre La Carlota y Écija. Como siempre, llegué el primero pero no tuve que esperar mucho. Enseguida ví a Pérez Molina con su mujer Toñi y a Mari con el frondoso Paco, como le llamáis. Segundo desayuno y p´alante.

A medida que nos acercábamos a Sevilla la lluvia iba cediendo terreno a los claros. Almorzamos en un restaurante de carretera, cerca ya de Conil. Llegamos sin problemas al hotel. Después de deshacer el equipaje de mano nos lanzamos a la conquista de este precioso y pintoresco pueblo. Calles tortuosas y pulcras, no vi ni una pintada en sus fachadas, que te invitaban a descubrirlas. 

Tuvimos un primer encuentro con algunos compañeros en la Cervecería Horno Nazaret, para ir haciendo boca. La excitación emocional iba creciendo a medida que pasaban las horas.

Y llegó el momento. Destino: Restaurante La Primera Piedra. En una rotonda perdí a Pérez Molina y tuve que poner el navegador para poder llegar. ¡No llovía ná…! ¡Fijaos si llovía que el agua me impedía ver el rótulo del restaurante!

Tardamos poco en saludarnos todos. Los anfitriones, Rafael Raya y Helena, se encontraban repartiendo cariño y amistad a manos llenas. Es verdad que estaban un poco desilusionados por la exigua asistencia, pero le echaron corazón y ganas para que todo saliera bien. ¡Y vaya si lo consiguieron!

El ambiente fue extraordinario. Tuvimos tiempo de hablar todos con todos, interesándonos por nuestra salud, sobre todo la sexual. ¡Ahí hubo quorum! No voy a desvelar las coincidencias porque la conversación de hombres, entre hombres se queda.

En los postres hubo regalos: un “detalle” de Helena para las chicas y las pinturas de nuestro querido compañero Casimiro Gómez. Muchas gracias a los dos. Seguidamente el Fili subió al “púlpito” para abordar el próximo encuentro. Después de votar a mano alzada se aprobó Los Ángeles. 

La noche la dedicamos a tapear. Los camareros se frotaban las manos cuando nos veían llegar. “Los niños con los niños, las niñas con las niñas…” Llegó el momento de tocar retirada. Yo me frotaba las manos al pensar en la noche loca que me esperaba. ¡En ese pedazo de cama que me esperaba podría pasar de todo! ¡Nada, mucho hotel, pero nada de nada! Esperaré a que la líbido me visite algún día. ¡La madre que la parió…!

La mañana del domingo la dedicamos a recorrer los jardines del hotel. Mientras Sánchez, Mari, Rafa y Toñi desayunaban, Andrea y yo disfrutábamos de un apacible paseo entre crisantemos, acebos, jazmines, durillos, heléboros o lavandas. ¡Lo nuestro, ya lo sabéis, es más…espiritual, más etéreo!

Antes de terminar quiero agradecer a Rafael y a Helena todo el esfuerzo y preocupación que han tenido para que todos nos lo pasáramos bien. ¡Lo habéis conseguido, chicos! Muchas gracias por todo.

Soy consciente de que se me ha quedado cosas en el tintero, pero no importa. El Fili y el Osado completaron, en su día, la narración de este maravilloso encuentro.

Paz y bien.

Antonio Estepa Romero
Móstoles, 1 de mayo de 2019

Para ver las fotos del encuentro pulsa sobre la imagen

miércoles, 3 de abril de 2019

Perol en Plateros

CRONICA DE LA REUNION DE LOS VICARIANOS CORDOBESES EN LA SOCIEDAD DE PLATEROS, CELEBRADA EL JUEVES 28 DE MARZO

Siendo verdaderamente realistas, cosa que siempre se ha pretendido, más bien podría titularse “Crónica de un acojone sumo”


Ya veréis por qué lo digo:

Un servidor de ustedes, atendiendo a la generosa voluntariedad de Carlitos, accedí a que el se encargara de la compra de la carne y alguna vianda más, con el fin de asumir el noble arte de “Cocinero Mayor” del perolete que íbamos a tener en la Sede. Al parecer, su nerviosismo aumentaba, a medida que se acercaba el día señalado. Se preguntaba a sí mismo “por qué no me llamará Andrés” Hasta tal punto aumentaba su segregación de adrenalina que, para calmar su ansiedad, tuvo que utilizar el “comodín de la llamada”:

—¿Antonio Martínez, te ha dicho algo Andrés, sobre si ya está todo preparado?

—Espera que le pregunte, pero conociéndolo, creo que estará todo previsto —le contestó el interlocutor.

Al rato…

—Carlitos, dice Andrés que ya tiene todo pensado.

Aceptó, pero con reticencias, lo ciento es que apenas si encontró sosiego. Algo de insomnio le costó. 

Llegó el día. Todo seguía el plan trazado.

El Sr. Sánchez se presentó con su nuevo perol. Yo más diría que tenía aspecto de tonel, por su gran tamaño. ¡Así es, para que no tengamos, la próxima vez, que sujetar las migas con las manos, a fin de que no se salgan del perol! 

A la vez, Pacomo incorporó “tres ruedas de molino” quería decir tres buenas hogazas de pan, cocidas en buen horno de leña. ¡Menuda pinta tenían! Buena cuenta dimos de ellas.

Enseguida, el cocinero mayor, tomó las riendas de la situación.

Un servidor de ustedes llevaba todo bien pensado y realizado. El único inconveniente es que no, como siempre, no llevaba bien puesta mi cabeza. Todo llegó, si bien a cuenta gotas. De camino a Plateros, compré en la tienda de al lado, las cebollas, pimientos, ajos, el agua (que por su peso recurrí a ayuda) y el tomate. Pero… claro, a la hora de freír la carne, que tan bien picadita había llevado el cocinero, faltaba el aceite. ¡No hay problema, exclamé! Un ayudante corrió, veloz como gacela, a la tienda y en un santiamén, el perol relucía con el oro líquido.

Todo marchaba a la perfección. El cocinero parecía recuperarse de su acojone. De vez en cuando me miraba con cara de susto.

—Andrés, vamos a echarle el arroz —

No huno problema, todo estaba pensado. ¡Pero el arroz, no estaba! Inmediatamente con la ayuda de cocina y de la tienda cercana, el arroz quedó incorporado al perol. Se introdujo, previo debate de si, tres o dos kilos. Al final, se estableció en dos kilos y medio. Ni para uno, ni para otro. El cónclave funcionó.

¡Menos mal que, todo estaba pensado!

Todo marchó a la perfección. 

La cara de circunspecto de Carlitos no desapareció, hasta que, orgulloso, mostró el fondo del perol, donde no quedaba grano de arroz alguno. ¡Excelente arroz! ¡Bravo por el cocinero!

¡Como todo estaba pensado y funcionó a la perfección, Carlitos, respiró por fin!

Una vez consumido el delicioso arroz, dimos cuenta de las naranjas que, Lola, había traído de su huerta. ¡Riquísimas!

Toca decir ahora que, Antonio Hidalgo, nos invitó a unas cervecitas por el nuevo año recién cumplido.

Amigable tertulia se estableció durante todo el proceso de elaboración del perol. Nos reunimos 29 comensales, buen número. Si nos alegramos por la presencia de todos, permitidme que resalte la presencia de Pedro Antonio. Siempre es grato contar con su cercanía. Ciertamente el sentimiento de amistad, de nosotros con el y el con nosotros, se hizo presente. ¡Bienvenido serás siempre, Pedro Antonio! Te queremos.

Después, como habían sobrado pan, naranjas y aceite, arroz y limones, Antonio Martínez realizó un sorteo. Durante el mismo, pasamos un agradable rato. Es que somos como niños.

¡Ah, se me olvidaba! Aún hubo que ir a por platos y tenedores de plástico, pero no existió problema alguno…

¡Todo, estaba pensado!

Y esto es todo, por esta vez.

Hasta la próxima.

Córdoba, 3 de abril de 2019
Andrés Osado Gracia