miércoles, 3 de abril de 2019

Perol en Plateros

CRONICA DE LA REUNION DE LOS VICARIANOS CORDOBESES EN LA SOCIEDAD DE PLATEROS, CELEBRADA EL JUEVES 28 DE MARZO

Siendo verdaderamente realistas, cosa que siempre se ha pretendido, más bien podría titularse “Crónica de un acojone sumo”


Ya veréis por qué lo digo:

Un servidor de ustedes, atendiendo a la generosa voluntariedad de Carlitos, accedí a que el se encargara de la compra de la carne y alguna vianda más, con el fin de asumir el noble arte de “Cocinero Mayor” del perolete que íbamos a tener en la Sede. Al parecer, su nerviosismo aumentaba, a medida que se acercaba el día señalado. Se preguntaba a sí mismo “por qué no me llamará Andrés” Hasta tal punto aumentaba su segregación de adrenalina que, para calmar su ansiedad, tuvo que utilizar el “comodín de la llamada”:

—¿Antonio Martínez, te ha dicho algo Andrés, sobre si ya está todo preparado?

—Espera que le pregunte, pero conociéndolo, creo que estará todo previsto —le contestó el interlocutor.

Al rato…

—Carlitos, dice Andrés que ya tiene todo pensado.

Aceptó, pero con reticencias, lo ciento es que apenas si encontró sosiego. Algo de insomnio le costó. 

Llegó el día. Todo seguía el plan trazado.

El Sr. Sánchez se presentó con su nuevo perol. Yo más diría que tenía aspecto de tonel, por su gran tamaño. ¡Así es, para que no tengamos, la próxima vez, que sujetar las migas con las manos, a fin de que no se salgan del perol! 

A la vez, Pacomo incorporó “tres ruedas de molino” quería decir tres buenas hogazas de pan, cocidas en buen horno de leña. ¡Menuda pinta tenían! Buena cuenta dimos de ellas.

Enseguida, el cocinero mayor, tomó las riendas de la situación.

Un servidor de ustedes llevaba todo bien pensado y realizado. El único inconveniente es que no, como siempre, no llevaba bien puesta mi cabeza. Todo llegó, si bien a cuenta gotas. De camino a Plateros, compré en la tienda de al lado, las cebollas, pimientos, ajos, el agua (que por su peso recurrí a ayuda) y el tomate. Pero… claro, a la hora de freír la carne, que tan bien picadita había llevado el cocinero, faltaba el aceite. ¡No hay problema, exclamé! Un ayudante corrió, veloz como gacela, a la tienda y en un santiamén, el perol relucía con el oro líquido.

Todo marchaba a la perfección. El cocinero parecía recuperarse de su acojone. De vez en cuando me miraba con cara de susto.

—Andrés, vamos a echarle el arroz —

No huno problema, todo estaba pensado. ¡Pero el arroz, no estaba! Inmediatamente con la ayuda de cocina y de la tienda cercana, el arroz quedó incorporado al perol. Se introdujo, previo debate de si, tres o dos kilos. Al final, se estableció en dos kilos y medio. Ni para uno, ni para otro. El cónclave funcionó.

¡Menos mal que, todo estaba pensado!

Todo marchó a la perfección. 

La cara de circunspecto de Carlitos no desapareció, hasta que, orgulloso, mostró el fondo del perol, donde no quedaba grano de arroz alguno. ¡Excelente arroz! ¡Bravo por el cocinero!

¡Como todo estaba pensado y funcionó a la perfección, Carlitos, respiró por fin!

Una vez consumido el delicioso arroz, dimos cuenta de las naranjas que, Lola, había traído de su huerta. ¡Riquísimas!

Toca decir ahora que, Antonio Hidalgo, nos invitó a unas cervecitas por el nuevo año recién cumplido.

Amigable tertulia se estableció durante todo el proceso de elaboración del perol. Nos reunimos 29 comensales, buen número. Si nos alegramos por la presencia de todos, permitidme que resalte la presencia de Pedro Antonio. Siempre es grato contar con su cercanía. Ciertamente el sentimiento de amistad, de nosotros con el y el con nosotros, se hizo presente. ¡Bienvenido serás siempre, Pedro Antonio! Te queremos.

Después, como habían sobrado pan, naranjas y aceite, arroz y limones, Antonio Martínez realizó un sorteo. Durante el mismo, pasamos un agradable rato. Es que somos como niños.

¡Ah, se me olvidaba! Aún hubo que ir a por platos y tenedores de plástico, pero no existió problema alguno…

¡Todo, estaba pensado!

Y esto es todo, por esta vez.

Hasta la próxima.

Córdoba, 3 de abril de 2019
Andrés Osado Gracia

5 comentarios:

  1. ¡Hay que joerse! Más de un mes anunciando el perol, y luego resulta que hubo que improvisarlo todo a última hora. Semos únicos. Jajaja.
    Bueno, pues yo he de decir que no noté irregularidad alguna, que el arroz estaba güenísimo, y que me lo pasé pipa charlando con todos y especialmente con mis vecinos de mesa. Eso sí, eché en falta más mujerío. Uno que es mu caliente, ea.

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  2. ¡Cuánto me gustaría caer un día por ahí! Cuando la amistad existe, no hay problema que no se pueda resolver con alegría y prontitud. Estoy con Fili: nuestras niñas cómo adornan la mesa, con su guapura y prestancia! Enhorabuena, Osado. José María, mójate las muñecas y el cogote para bajar el «hinchazón». Yo lo hacía en Los Angeles y me iba muy bien.

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  3. Buena historia, muy bien pensada... a menos que se te haya olvidado algún detalle.

    Un abrazo, artista.

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  4. Enhorabuena sr. Osado por su buen relato de lo acontecido.

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  5. Magnífico reportaje amigo Andrés, con sana envidia os felicito a todo el grupo de antiguos compañeros y a sus señoras.
    Unidos por el recuerdo de aquellos años alrededor de una paella, se agradece ver que perdura en el tiempo la común amistad de juventud. Si algún día puedo, me pasaré aunque solo sea para tomar un café.
    Un abrazo.
    Juan Martín

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