Presentación
El dia de mi primer encuentro con vosotros, lo puedo juntar
con los que son los días más felices de mi vida. Sin exageraciones, sin tópicos
y sin cumplidos. La verdad.
Tanto tiempo esperando, tantas veces soñando, tantos
recuerdos acumulados…
Cuando salí del seminario, creí que había sido casi el único
aquellas navidades del 68 y que casi todoslos demás, seguiríais bastantes años
más.
Ahora, en los distintos encuentros, oigo, y voy viendo, en los distintos medios
sociales que tenemos el grupo para comunicarnos, que a medida que se van
incorporando nuevos compañeros, van expresando mensajes como “después de 50
años…”, “los pocos años me marcaron” o “yo solo estuve un par de años”…, “no
sabia que existia el grupo”…etc. ¡No era yo el único!.
En mi primer encuentro con vosotros, llevaba redactado un
escrito, relatando de forma bastante abreviada logicamente, cuándo salí del
seminario, un poco como ha sido mi vida, y cómo conocí la existencia del grupo.
No pude leerlo. Al final de la jornada me quedé
literalmente sin habla. Tenía tanta
emoción acumulada y tanto tiempo
esperando ese día, tantas cosas que preguntaros, que así acabé.
Era como una carta de presentación, para darme a conocer de nuevo.
Al fin y al cabo solo estuve con vosotros tres años y pico, y 50 sin saber
nada, y el grupo que llevaba ya años de reuniones, sabíais unos de otros.
Ahora, se me ocurre, que en lugar de leerlo en público,
dejarlo en la página del grupo, para que
puedan leerlo los que lleguen después, y los que no puedan asistir a las
reuniones.
Pero tambien con la idea, y os lanzo este reto o este
guante, para que quien quiera animarse, lo haga tambien, ya sea veterano o de
nueva incorporacion.
La intención es, una para conocernos todos un poco mejor y
no tener que esperar a las reuniones, en las que siempre falta tiempo para
conversar lo suficiente y siempre te quedas con las ganas. Otra, con la idea de
formar junto con la efemérides fotográfica, una maravilloso volumen con
nuestras historias, nuestras vidas, que se podra tambien imprimir y encuadernar
quien quiera. Cada uno puede ponerle el título que quiera. El mío se me ocurre a bote pronto “Mi
Encuentro”.
Y para para animar, soy el primero en hacerlo. ¡Animo!
Espero no cansaros ni aburriros.
Un abrazo siempre.
Francisco Molina Pavón
Málaga 30 de Noviembre de 2014
MI ENCUENTRO
La mayoría de vosotros os
habéis seguido relacionado desde hace ya tiempo, a través de los encuentros y los contactos
mantenidos años atrás. Al ser yo el
último en llegar, quería presentarme -al fin y al cabo después de tantos años,
soy un desconocido para vosotros - que supierais algo de mi vida, y expresaros mis
emociones. Espero ser breve y no
resultar pesado.
La última vez que os vi, fue el en el año 67, en el cuarto curso del Seminario. Total hace solo 50 años. Evidentemente los cambios a nivel físico son palpables en
todos nosotros, y el choque visual es bastante fuerte. Es lógico que a algunos no os reconociera a primera vista, pero al preguntar vuestro nombre, rápidamente os asocié con la imagen que
tenía de vosotros de aquel tiempo. A
otros nada más que veros, os identifiqué
inmediatamente y me acordaba de vuestro
nombre y apellidos. A otros, la verdad,
no os recordaba. Supongo que conmigo os
pasaría igual.
Remontándome a la época del
seminario, aunque fueron escasos los
años que estuve en el seminario, 3 y el
primer trimestre del cuarto, fue un
tiempo que nunca olvidaré, y que
naturalmente me marcó. Para bien.
Mi salida del seminario, se
produjo en las vacaciones de Navidad del 4º curso, allá en el año 67. En una carta Don Gaspar “me invitó”
amablemente a dejarlo, porque “los
estudios eclesiásticos requieren mucho esfuerzo y estudio”, y aunque tuviera vocación para el sacerdocio, mis notas mostraban claramente que no iba a
ser capaz de seguir la difícil carrera. Era cierto. Las matemáticas, y
fisica-química, casi siempre
suspensas, para septiembre. Las
demás, no muy brillantes, la verdad.
Lamentablemente no fui un buen estudiante.
Me gustaba la vida del
seminario; me sentía feliz y con
vocación, y sentí pena abandonarlo. Me supuso, la verdad, un pequeño trauma
dejar todo aquello. Ahora siento un poco de rabia, cuando veo en las
efemérides, que algunos repetían curso. ¡Yo también podría haber aguantado un
año más! Me supo a poco aquellos tres
años y pico.
Pero no tardé mucho en
curarme. En una edad explosiva en la
vida del hombre, el mundo exterior se me abría,
con todos los peligros de los que tantas veces nos advertía D. Gaspar y D. Moisés, y de los que ya en
esas mismas vacaciones de Navidad pude experimentar, sin temores y sin nada que
temer. La Navidad, era fecha propicia para guateques caseros y
salidas con los amigos, sin el temor a
que también pudiera haber alguna chica y tener que evitarla, ni tener el remordimiento de estar haciendo
algo pecaminoso, o al menos
desaconsejable para un seminarista. Además, mi cuerpo ya había comenzado
a percibir los cambios físicos y
sensaciones... peligrosas propias de esa edad, y alguna vez dudaba de mi
vocación. Aun así, echaba de menos el
seminario y a mis compañeros.
Después de “pasear” por
academias, tratando de salvar el 4º
curso sin conseguirlo, mis padres
decidieron que no podía seguir perdiendo más mi tiempo, ni su dinero y me buscaron un trabajo.
Con recomendación, tuve la suerte de entrar en la mejor librería
de Córdoba durante muchos años. La
Librería Luque. Necesité de buenas referencias
y D. Gaspar no dudó en enviármelas, con los mejores elogios sobre mí y los
motivos de mi salida del seminario. Siempre le estaré agradecido.
Allí pasé 6 años. Al ser un establecimiento relacionado con el
ámbito de la enseñanza y la cultura,
pensé que quizá tendría la ocasión de ver algún que otro
exseminarista, que también hubiera
abandonado el seminario, pero que
hubiera seguido estudiando, y poder
tener algún contacto y evocar tiempos pasados.
Nadie. Absolutamente nadie, pasó por allí, al menos que yo lo viera. Tan solo alguna vez, muy esporádica, D. Pedro Llamas. Claro, todos o casi todos, continuabais en el seminario, o vivíais en pueblos
de la provincia.
Unos años mas tarde, con más
edad y más consciente ya, de que debía
seguir formándome, terminé el
bachiller nocturno. Seguí clases de
francés y de administrativo, y después
de terminar la mili como voluntario,
aprobé oposiciones en Correos y Telégrafos. Corría el año 75 y tenía 23 años.
A la hora de pedir plaza como
funcionario, solicité destinos en provincias que tuvieran mar. Me fascinaba estar cerca del mar, ya veis,
y yo de secano. Quizás por eso mismo.
Palma de Mallorca. Ese fue mi destino. Fue como quien ahora se va a… Dubái por ejemplo.
Me casé con mi novia de
Córdoba que ya conocía, nació allí mi
primer hijo, y tras dos años
maravillosos en aquella preciosa isla, y
buscando la tierra, volví a pedir
destino, también con mar, pero por aquí abajo.
Málaga. Cerca de Córdoba para ver a la familia más a
menudo, y lejos de ella para enterarnos de los problemas, cuando ya han pasado, aunque con la idea de al cabo de algunos
años, irnos para nuestra tierra.
Pero pasa el tiempo, te embarcas en la vivienda,
los críos crecen, y no quieren cambiar de sitio. En el trabajo estás a gusto, y cuesta tener que levantar la casa. Ya llevamos 37 años allí.
Durante este tiempo, he estudiado lo que debía haber hecho
antes, y paradójicamente, con notas
brillantes, y por gusto.
En la Escuela de Artes
Aplicadas, me gradué en Arquitectura de Interior y Diseño, y trabaje un tiempo
en un estudio, alternándolo con mi trabajo de funcionario, pues tenía jornada completa. Posteriormente, en la Escuela Oficial de Idiomas, obtuve el
grado medio de inglés.
También fui cambiando de trabajo: me pasé a la banca,
y trabajé en Caja Postal, la posterior Argentaria y la actual BBVA, donde felizmente me prejubilé en 2006 por reajustes organizativos, Tenía
a los 54 años, y hace ya 8.
Actualmente vivo una época
dorada y no solo por la edad. Mi tiempo
libre está lleno de muchas actividades
(siempre que me dejan). Al prejubilarme
me planteé hacer aquello que siempre quise y nunca pude, por unos motivos u otros. Así,
hice un curso de submarinismo y
lo practico de vez en cuando; quise
sentir la sensación de volar y probé el parapente, asisto al gimnasio dos o tres veces a la
semana y a clases de baile de salón, etc.
También paso el tiempo construyendo cosas para mi belén; Amante del arte y las antigüedades, reparo y restauro alguna pequeña
adquisición en el rastro, ,...
etc. y todo ello no me quita nada de
tiempo, para disfrutar de mi nieto que
tuve la suerte de tener, justo el año que me prejubilé. Todavía me quedan retos, que espero tener tiempo y salud para
realizarlos.
Desde mi salida del
seminario, siempre me ha acompañado la
nostalgia y el recuerdo. Dejé amigos, ilusiones, proyectos. Ya fuera, en mis
paseos por Córdoba cuando venía de vacaciones o fines
de semana que venía desde Málaga, miraba
y buscaba, en vano, cruzarme o encontrar algún antiguo compañero del
seminario. ¡Tendría que haber alguno por
algún sitio!.. ¡Éramos muchos! ! No
podían haber desaparecido todos!.. ¿No se le habría ocurrido a ninguno que ya
esté fuera, reunirse, aunque fuera de vez en cuando?. Pues parece ser que no… Solo a un compañero
una o dos veces en todos los años.
Hará cosa de unos 17 años, me
encontraba trabajando en Caja Postal, en Málaga. Cogí el teléfono que sonaba: “Caja Postal, dígame.”
- “Hola, mira, soy un compañero del banco en Ciudad
Real, que voy trasladado a Málaga, y quisiera algo de información de allí”.
Aquella voz… en algún momento
de mi vida yo la había oído, me resultaba vagamente familiar, pero atento
a la conversación, no podía pensar.
Continuó preguntándome: “¿Tú
eres de Málaga?
- No, soy de Córdoba,
contesté. De Córdoba capital.
- ¡Ah, yo también soy de
Córdoba, bueno de un pueblo de Córdoba,
de Hinojosa del Duque.
- ¡No me digas. Bueno, cómo te llamas? Le pregunté.
- Manolo Leal, contestó.
De forma casi inmediata, más rápido que el ADSL de 10 megas, me vino a la memoria el segundo
apellido. En el seminario, la rutina de
pasar lista en las clases, varias veces al día,
inconscientemente te hace recordar hasta la guía telefónica. O al menos
te suenan los nombres. Pero no le ponía
rostro.
-¿Tú te llamas Manolo Leal
Aranda?, pregunté.
-Síí. Tú me conoces? Cómo te
llamas?
-Mi nombre es Francisco
Molina Pavón, contesté.
-“Molina Pavón.... me suena
ese nombre.., dijo.
- Le pregunté yo.: ¿Tú has
estado en el seminario de Hornachuelos?,
- Síi. ¡Ah claro, ahora ya
caigo, pero... No me acuerdo de ti... contestó.
- Bueno a mí me pasa
igual, después de tantos años...
Llegó a Málaga. Estuvo un par de años, y volvió a Ciudad Real. Fue un reencuentro muy emocionante. Fraguamos una muy buena amistad, como de
familia, que aún mantenemos. Nos
visitamos alguna vez y hablamos bastante por teléfono. En nuestras charlas sale a relucir, como no
podía ser de otra forma, el tema del seminario, las ganas de volver algún día
por allí y lo raro de no ver a nadie ni saber nada de nada. Claro, los dos
estamos lejos.
Hace dos años, en una de las conversaciones
por teléfono me dijo:
- Paco, casualmente he
entrado en una cafetería en Córdoba, y al lado mío había un par de
personas, que sin estar yo pendiente de
lo que hablaban, oí la palabra exseminarista. Les pregunté, y resulta que
efectivamente lo eran y que se reúnen todos los años.
- ¡Por Dios, Manolo!, pero
como puede ser eso posible, y nosotros sin saber nada?
Saltaron todos los
resortes. A partir de ahí, todo el afán
de recabar información, tratar de contactar con alguien y no perdernos la
siguiente reunión por nada. Esa fue la del año 2012. Describirla?
Muy difícil. La adrenalina por
las nubes.
Contando el tiempo que
faltaba para hacerlo realidad.
Días después de esta reunión del
2012, otro exseminarista que también fue su primer reencuentro, me envió una narración de Fili, del año que visitasteis el seminario.
Presintiendo su contenido,
esperé a la noche para leerlo y estar solo con mi intimidad, para que nada me distrajera y sumergirme en
su lectura.
José María, no sé si esa
narración te salió de forma fluida y natural,
o lo provocaste intencionadamente,
pero en este artículo, y
seguramente ya te lo habrán dicho, remueves sentimientos, tocas la fibra sensible. Al menos a mí, sí. Los pelos como escarpias.
Muchas gracias, porque - y leyendo textualmente las palabras
del compañero que me envió el artículo, y con quien me identifico totalmente en
su sentir - ,”sin haber vuelto al seminario, como aún sigo soñando, por muy
decepcionante que sea la realidad como tú narras, conforme he ido leyendo, yo he estado allí con vosotros en esa reunión,
era uno más del grupo, y he vivido de nuevo aquellos años; tal y como lo ibas
describiendo. Lo he leído, con mucha atención, satisfacción y con mucha
emoción, y mis ojos en algún momento se empañaban por estar más húmedos de
lo normal. Has acentuado y vivido de nuevo vagos recuerdos, que coinciden con
tu narración, y otros que no los
viví, ahora parece que sí. Ten en cuenta, que he estado aislado con mis
recuerdos, todos estos años, demasiados, sin poderlos compartir con ningún
compañero, por eso para mí la reunión de
ese año pasado ha sido... tendría que ponerle muchos calificativos.
Desde siempre
he querido volver a nuestras raíces, y encontrar al grupo, te aseguro que hubo
momentos en los que me estremecí, y mis
ojos brillaron un poco.
Fantástico el
relato, Sin estar allí en aquella reunión, volví al pasado, viví lo que tantas
veces he querido revivir.
Para finalizar, espero vivir aún algunos años más, y realizar sueños aún
pendientes. El estar con vosotros, era
uno de ellos, y lo he podido
cumplir. Gracias a todos.
Muy emotivas, Molina Pavón, tus vivencias. Gracias a Dios que poco a poco el Buen Pastor está reuniendo de nuevo a "sus ovejas". ¡Todo un lujo! .
ResponderEliminarRecibe un abrazo muy fuerte.
Antonio Estepa
Paco, ¡qué bonito lo que cuentas!. Para algunos de nosotros, veteranos ya en estas reuniones, tus palabras y sentimientos nos parecen lejanos, pero te aseguro que mi primer encuentro con Jaime y con Agustín "el Añoro" fue igual de emocionante. La gente de fuera, los que no han sentido ni vivido el privilegio de nuestro seminario, no entienden estas cosas. Yo les digo que solamente por haber disfrutado de aquellos años entrañables ha valido la pena nuestro paso por la vida. Tú, Paco, estuviste tres años y pico. Algunos de nosotros, diez años o más. Un privilegio, un lujo, una emoción única.
ResponderEliminarUn abrazo para la gran familia del seminario.
Un abrazo
Paco, yo a pesar de estar en Córdoba y ver a alguno de vez en cuando, no había asistido a ninguno de los encuentros, hasta el de este año en Hornachuelos. Te aseguro que las vivencias y sensaciones que afloraron en todo mi ser, son exactas a las tuyas. Para seguir viviéndolas me he hecho asiduo al último jueves de cada mes y disfruto enormemente viéndonos las calvas, las canas y las arrugas. Un abrazo y hasta pronto.
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