Anda, hace como dos horas envié un comentario, y me decía un texto que estaba pendiente de revisión. Pero no ha aparecido. Bueno, intentaré rememorarlo. Decía yo que este escrito me ha resultado muy interesante porque refleja de una manera muy fidedigna la vida del seminario en aquellos años, algo anteriores a nuestra llegada. Siento un poco de envidia sana por no haber llegado a conocer esa vida de jesuitas doctrinarios pero tan rica en cultura, intelectualidad y de compromiso social. Nosotros fuimos instruidos y preparados para la modernidad que se nos avecinaba. Nos hicimos estudiantes de la "oficialidad" reglamentaria a fin de equipararnos a cualquier otro jóven de nuestra edad, con las mismas oportunidades de futuro. Y estuvo bien. Lo agradecemos; gracias a ello cada uno de nosotros ha podido desenvolverse en sus respectivas salidas profesionales. Pero... hemos dejado en el camino esa otra cultura que tan bien desarrolla nuestro autor. Si hubiese que ponerle algún pero, yo diría que es muy extenso el artículo y que se excede mucho en su melomanía. Un abrazo.
Puede que los comentarios se deban hacer aquí para que salgan, y no al pie del texto. Decía que lo primero es reconocerle al Sr. Moreno, un antiguo seminarista como los que visitamos este blog, el mérito de exponer al detalle cómo eran las enseñanzas, desde aquellos esquemas un tanto rígidos. Un retrato de la época completo y perfecto, que abarca la Institución del Seminario y las personas, desde la distancia de la actualidad. Algo que los que pasamos por allí conocimos, aunque mucho más suavizado gracias a los nuevos aires modernistas. Agradecer al autor su posición intelectual al servicio de la verdad: Un punto de partida que nos sirvió a la mayoría, para llegado el momento, decidir nuestro futuro en aquellos años(1966/1971). Un atento saludo. Juan Martín
Un primer comentario a tan prolijo documento histórico lo envié hace unos días. Al no ser publicado, imaginé que al autor, excelente historiador de la postguerra y los excesos criminales del franquismo, no le interesaba entrar en el juego de contestar comentarios.
Respeto plenamente su posición, sea cual sea.
Simplemente quisiera expresarle que todos los escritores del blog solemos contestar los comentarios de los compañeros, considerando el blog como un reflejo de la peculiar hermandad que integramos. Los comentarios y respuestas en modo alguno están condicionados. Este humilde servidor no sólo ha merecido aprobación a sus escritos y comentarios, sino también algún que otro merecido zasca.
Los años anteriores a nuestra llegada al Seminario, que usted admirablemente relata, apenas los conocíamos vagamente. Gracias al "recuento" tan completo y directo de sus años como seminarista, reflejando vivencias y usos de la época, tanto sus compañeros mencionados en la crónica como nosotros, podemos reconocernos históricamente.
A mí me ha gustado mucho descubrir detalles desconocidos, y otros similares que vivimos los Seminaristas que comenzamos nuestro periplo en Santa María de los Ángeles.
En el 70 ó en el 71 presenciamos la entrada del pequeñajo generalísimo en la Mezquita-Catedral bajo palio, protegido por una nube de guardaespaldas nerviosos, y rodeado del séquito eclesial. La huerta de los naranjos era un lugar encantador para solazarse y pasar un rato; la biblioteca un mundo fabuloso; el aula de animales disecados una sorpresa; el patio de cemento una locura de pasión futbolera... Le reitero mi agradecimiento por poner a nuestra disposición un relato tan personal y pormenorizado. Un saludo cordial.
¿Qué ha pasado con mi comentario?
ResponderEliminarAnda, hace como dos horas envié un comentario, y me decía un texto que estaba pendiente de revisión. Pero no ha aparecido. Bueno, intentaré rememorarlo. Decía yo que este escrito me ha resultado muy interesante porque refleja de una manera muy fidedigna la vida del seminario en aquellos años, algo anteriores a nuestra llegada. Siento un poco de envidia sana por no haber llegado a conocer esa vida de jesuitas doctrinarios pero tan rica en cultura, intelectualidad y de compromiso social. Nosotros fuimos instruidos y preparados para la modernidad que se nos avecinaba. Nos hicimos estudiantes de la "oficialidad" reglamentaria a fin de equipararnos a cualquier otro jóven de nuestra edad, con las mismas oportunidades de futuro. Y estuvo bien. Lo agradecemos; gracias a ello cada uno de nosotros ha podido desenvolverse en sus respectivas salidas profesionales. Pero... hemos dejado en el camino esa otra cultura que tan bien desarrolla nuestro autor. Si hubiese que ponerle algún pero, yo diría que es muy extenso el artículo y que se excede mucho en su melomanía. Un abrazo.
ResponderEliminarPuede que los comentarios se deban hacer aquí para que salgan, y no al pie del texto.
ResponderEliminarDecía que lo primero es reconocerle al Sr. Moreno, un antiguo seminarista como los que visitamos este blog, el mérito de exponer al detalle cómo eran las enseñanzas, desde aquellos esquemas un tanto rígidos.
Un retrato de la época completo y perfecto, que abarca la Institución del Seminario y las personas, desde la distancia de la actualidad. Algo que los que pasamos por allí conocimos, aunque mucho más suavizado gracias a los nuevos aires modernistas.
Agradecer al autor su posición intelectual al servicio de la verdad: Un punto de partida que nos sirvió a la mayoría, para llegado el momento, decidir nuestro futuro en aquellos años(1966/1971).
Un atento saludo.
Juan Martín
Un primer comentario a tan prolijo documento histórico lo envié hace unos días.
ResponderEliminarAl no ser publicado, imaginé que al autor, excelente historiador de la postguerra y los excesos criminales del franquismo, no le interesaba entrar en el juego de contestar comentarios.
Respeto plenamente su posición, sea cual sea.
Simplemente quisiera expresarle que todos los escritores del blog solemos contestar los comentarios de los compañeros, considerando el blog como un reflejo de la peculiar hermandad que integramos.
Los comentarios y respuestas en modo alguno están condicionados. Este humilde servidor no sólo ha merecido aprobación a sus escritos y comentarios, sino también algún que otro merecido zasca.
Los años anteriores a nuestra llegada al Seminario, que usted admirablemente relata, apenas los conocíamos vagamente.
Gracias al "recuento" tan completo y directo de sus años como seminarista, reflejando vivencias y usos de la época, tanto sus compañeros mencionados en la crónica como nosotros, podemos reconocernos históricamente.
A mí me ha gustado mucho descubrir detalles desconocidos, y otros similares que vivimos los Seminaristas que comenzamos nuestro periplo en Santa María de los Ángeles.
En el 70 ó en el 71 presenciamos la entrada del pequeñajo generalísimo en la Mezquita-Catedral bajo palio, protegido por una nube de guardaespaldas nerviosos, y rodeado del séquito eclesial.
La huerta de los naranjos era un lugar encantador para solazarse y pasar un rato; la biblioteca un mundo fabuloso; el aula de animales disecados una sorpresa; el patio de cemento una locura de pasión futbolera...
Le reitero mi agradecimiento por poner a nuestra disposición un relato tan personal y pormenorizado.
Un saludo cordial.