miércoles, 15 de julio de 2020

Merche, mi gran Amor


A MERCHE

           

            Estás donde tú creías. Te tengo, donde yo creo tenerte.

            Hola Merche, buenos días, vamos a empezar la tarea de un nuevo día.

            ¿Sabes una cosa?  ¡Ya no me va a gustar tanto el número ocho, tal y como pasaba anteriormente!  Como recordarás, era porque lo tenía en la ropa del Seminario, pero partida doble. A veces coincidía con otras cosillas sin importancia ¡Pero esta vez, ha sido distinto!

            He visto como, a las dos cuarenta y cinco de la madrugada, te dormías con esa paz de siempre. Y te colocabas, también para siempre, unida a mi corazón. En un indeseable día ocho. Perdona que le diga indeseable. Yo, a pesar de todo, te prefiero viva, alegre, “polvorilla” te siento unida a mi, de otra forma. A esta nueva forma de tenerte, he de acostumbrarme. Duele mucho. Aunque me estás ayudando, como siempre. “Mi secretaria preferida” como tantas veces te decía al enmendar mis despistes. Se que vamos a ser felices. Perdona si mis lágrimas, a veces, no lo demuestren.

            Nuestros hijos y nuestros nietos están siempre pendiente de mí, por eso no te preocupes. La familia igual. Esto ayuda mucho a sobrellevar los momentos de tristeza. La peque, Alba, otra polvorilla como tú, a su forma, no para de mencionarte. Te ha colocado, en su infantil forma de sentirte, en una “Casa del Cielo” A Adrián y a Claudia les duele más. Vieron tu máquina de coser y supieron que ya lo les ibas a arreglar más sus ropitas.

            Tengo también, como ya viste, en nuestras reuniones, y ratos de copitas, un montón de amigos dispuestos, esperando a echarme una mano en el momento que lo pida (incluso sin pedirlo) Están muy pendientes de mi.

            He de hacerme una lista, (si, si, la pondré en el frigorífico, como me enseñaste a hacer, para que mi mala cabeza tratara mejor de recordar las cosas) porque todo el mundo, me está ofreciendo un hueco en su hogar, con el fin de ayudarme y luego se me va a olvidar.

            ¡Es que tú también, has dejado un lindo recuerdo, en sus corazones!

            Como verás, poquito a poco, lo vamos a conseguir.

            Sé que no me vas a dejar ni un momento, lo necesito.

            ¡Venga, ya está bien, vamos a la tarea, que se nos va la mañana!

            Te quiero.

            Andrés

sábado, 11 de julio de 2020

Dies doloris

Días de dolor y pesadumbre éstos que han sido y lo seguirán siendo para nuestro querido Andrés Osado; de ánimo desolado y alma resquebrajada; de impotencia y resignación forzosa. De despedir para siempre a una mujer como su Merche, el timón de su vida. Nadie se prepara para una tesitura similar. Y deberíais hacerlo: aprender a aguantar con estoicismo y buen karma la pérdida de la persona que más os quiere, la que os escogió para compartir con vosotros el resto de vuestras vidas, la madre de vuestros hijos. Como lo ha sido Merche, la entregada esposa. Me excluyo a conciencia porque, gracias a Dios, yo no tendré que deglutir ese trago tan amargo. Se lo endosaré a la Peque. Eso creo.


Necesariamente, el cariño y la devoción hacia sus nietos (el sevillanito y las dos cordobesitas) ha de ser ahora el principal bálsamo aliviador para Andrés. Pero debe conocer también que sus amigos permanecemos al acecho para ofrecer oraciones, los creyentes; energía cósmica rebosante, los descreídos; y todos, el cariño incondicional capaz de sacar de ese pozo de tristeza al Andrés más jovial y osado, y de darle otra vez voz y pluma -me refiero a la de escribir- a nuestro insigne y bien amado cronista. ¡Andrés, te queremos!


¡Que así sea!