viernes, 4 de febrero de 2022

Con D. Manuel Cuenca - Andrés Osado


Diego Ruiz Alcubilla, cuidador de D. Manuel, D. Manuel, Paco Sánchez y Andrés Osado

LAS CUATRO ESQUINAS

Entre las bulliciosas y sentimentalmente recordadas cuatro esquinas, formadas por las calles San Fernando, Caldereros y Lucano, que dan la bienvenida a la Cruz del Rastro, vinimos a parar Diego, Paco Sánchez y un servidor de ustedes. Era la tarde del pasado día 2.

Decidimos sentarnos en un de tantos bares, para disfrutar del entorno, de la apetecible tarde de sol, así como de una jovial y desenfadada conversación.

—¿No es ese D. Manuel Cuenca?

Efectivamente, Diego hombre que domina toda la situación, no solo por su gran altura, sino porque parece que con un ojo te mira y con el otro “guarda la moto”, se había percatado que por la calle Lucano, venía D. Manuel.

¿Será, no será? Un momento de duda hasta que el Sr. Sánchez lo llamó. Efectivamente era el. Paco se dirigió a su encuentro e invitarle a nuestra mesa. El gustosamente accedió. a sentarnos con nosotros.

Cuando se sentó con nosotros, su rostro relucía de alegría:

—No os podéis imaginar la alegría tan grande que me habéis dado. Después de tantos años, me seguís recordando. Yo que no era prácticamente nadie en aquellos años— repetía una y otra vez D. Manuel.

Los años han dibujado un hondo rastro en su figura. Pero lo que no han logrado es borrarle esa sonrisa permanente de su rostro.

Un buen e inolvidable rato de tertulia mantuvimos con el. A cada momento repetía la alegría tan grande que le habíamos dado.

Nosotros también estábamos alegres. Volver a ver a esa gran y a la vez humilde persona que se esforzaba en arreglar todos los desperfectos que se producían en aquel gran caserón. Realmente era “un chico para todo”. Incluso el aún recordaba acontecimientos de aquellos tiempos.

Acordamos invitarle un día en Plateros, a lo que se mostró muy gustoso y agradecido por el ofrecimiento. Nos indicó qué deberíamos hacer para recogerlo en la residencia del Seminario.

He pretendido haceos partícipes de este hecho.

De cómo esa gran persona que es D. Manuel Cuenca, nos sigue apreciando y alegrándose de estar con nosotros. Con tiempo suficiente quedaremos para estar con el todos los que podamos.

A ver si el jueves, fin de mes próximo o el día que se establezca podemos reiniciar los encuentros.

Mucha salud y que la felicidad reine en vosotros.

Andrés Osado, 4 de febrero de 2022

3 comentarios:


  1. Muchas gracias Andrés por este articulo, tengo recuerdos muy nítidos de Don Manuel Cuenca en Los Ángeles, de todo se hace vida.

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  2. Amigo Andrés, un gratísimo encuentro con D. Manuel Cuenca magníficamente relatado, que se hace extensible a los antiguos alumnos que aun seguimos el recuerdo de aquellos años de seminario.
    Un abrazo a todos y un saludo entrañable para D. Manuel si se pudiera llevar acabo la reunión, así como para cualquier de los superiores que con él se encuentre en la residencia.
    Un fuerte abrazo

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  3. Pues mis saludos para don Manuel, que enseguida se apuntaba a jugar al voley o al futbito arremangándose la sotana, y derrochaba optimismo y simpatía sin esfuerzo. Sin olvidar sus labores en el coro de los Ángeles. (¡Qué guapa ha quedado esta última frase!).

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