Crónica de la 45ª Reunión Grupo Madrid
19 de febrero de 2022
Casa Pepe
Fuenlabrada (Madrid)
Cuando sonó el móvil, apareció en pantalla Manuel Jurado. La llamada me cogió en plena ruta andariega y mañanera. Tuve que aminorar la marcha porque jadeaba como un mulo cargao de melones en una cuesta arriba. El Jurado me llamaba para preguntarme si iba a utilizar mi coche para asistir a la reunión o si se pasaba a recogernos. ¡Siempre tan atento! Cuando terminamos la llamada tuve que esforzarme en coger de nuevo el ritmo. Luego me pasa lo que me pasa, que como me entrego tanto, el cuerpo se niega a tanta fogosidad y enseguida se quejan las lumbares. ¡Para todo soy lo mismo, si no que se lo pregunten a Andrea! Antonio Porras y Pilar nos avisaron el día anterior de que no podían asistir por el cumpleaños de su hijo.
Siempre es emocionante el momento de saludarnos: abrazos sentidos y sinceros después de dos meses sin vernos. Y el mecanismo es siempre el mismo: vamos entrando a Casa Pepe como las tórtolas al coto. En esta ocasión, y como casi siempre, ya nos estaba esperando Manuela y cónyuge. Poco después, Paco y Vale, Antonio López, Cari y nuestro Comandante Victoriano y Consuelo. Las chicas ocuparon una mesa y nosotros nos alineamos en la barra como si fuésemos la mejor defensa del mundo. Rápidamente hicimos un breve resumen de nuestro satisfactorio estado de salud, recordando con cariño a Jesús Yamuza Redondo, el último compañero que nos ha dejado. La lista de clase se va menguando poco a poco. Es ley de vida. Pero nunca se van del todo porque los tenemos siempre en nuestra memoria.
Después de ingurgitar unos aperitivos pasamos al comedor. Victoriano insistió, sin conseguirlo, en dejarme presidir la mesa. Soy consciente del lugar que me corresponde. No quiero tropezar otra vez en la misma piedra y usurparle el escaño que por derecho le corresponde. Creo que, por su amplia sonrisa, me lo agradeció. Cuando observé la distancia existente entre Victoriano y Consuelo, me acordé del “cálido encuentro”, que hace unos días celebraron Putin y Macron en el Kremlin. Sé que el ejemplo no es bueno porque aquéllos tendrían oportunidad de reencontrarse en una noche loca de alcoba, mientras que éstos se conformarían, sobre todo el ruso, con un puñado de cacahuetes… ¡no es feo el tío! Su hábitat natural sería, a mi entender, el gibraltareño.
Después de elegir el menú, nuestro Comandante seguía con la mascarilla puesta a modo de barbuquejo. Le insté al Jurado que le hiciera una instantánea para que constara en acta. Me recordó a la esportilla que llevan los carneros para impedir montar a las cabras.
Una vez más, y haciéndole un homenaje al Porras, Victoriano, Paco y yo pedimos una ánfora de sopa. Tampoco en esta ocasión triunfamos, porque, a pesar de que existía pesca de bajura, se limitaba a langostinos. Aprovechamos la visita del chef a la mesa para pedirle que la próxima vez nos sirviera la sopa de fideos con los langostinos pelados. Una sonrisa giocondina fue la respuesta que obtuvimos. ¡Mi segundo plato fue espectacular! La verdad es que se come muy bien en Casa Pepe. Y las atenciones que recibimos llevan el sello de Paco y Vale, que son los reyes del local. En la sobremesa, Victoriano se ausentó un momento. Pensé que sería cosa de próstata. Otra vez que me equivoqué. Se presentó con un paquete de pastelería. Se trataba de una ensaimada realmente exquisita con la que nos obsequiaba Cari.
El tema de la conversación ocupó gran parte de la comida. En esta ocasión nos centramos en la problemática escandalosa por la que atraviesa la Iglesia en estos momentos. Como siempre, todos expusimos nuestra opinión. Siento repetirme, pero cuando en una reunión de amigos existe respeto y empatía se puede hablar de cualquier tema por espinoso que sea. Tocamos también la problemática de la vacunación, de los negacionistas, etc.
Sin llevarlo en el orden del día, siempre nos acordamos de nuestro antiguo Comandante, el Sr. Vilas y de Carmen, su encantadora esposa. Los echamos mucho de menos en estas reuniones. Son una bicoca para este cronista. ¡Dan mucho juego!
Yo veía que el encuentro se iba acabando y no me daban titulares para la crónica. Pero esto es secundario. Lo importante es la unión y el cariño que aflora en cada encuentro.
Las chicas nos dieron un ultimátum: Si nos levantábamos de la mesa sería para irnos. Así es que los “vasitos largos” fueron consumidos sobre el terreno.
Y esto fue todo. Quedamos, sine die, para la próxima reunión que se celebrará en el palacete de Antonio López. La encargada de instigar el "avispero" recae en Consuelo, siendo Victoriano el ejecutor.
Foto de familia, fuertes abrazos y rompan filas.
Os deseamos a todos,
Paz y bien.
Antonio Estepa Romero
Os echamos mucho de menos. A ver si las cosas mejoran, en cuanto a la dichosa pandemia, y podemos ir y daros un abrazo.
ResponderEliminarPreciosa la crónica, Antoñito.
Un beso a todos.
Gracias, Rafael. Seguro que llegará el día que podamos estar juntos de nuevo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Antonio por esa facundia, elaborada con buena prosodia, que te distingue del resto de los mortales, gracias y un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, César. Siempre tan amable! Tenemos ganas de echar un rato contigo. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarLo de los cacahuetes y Gibraltar, como habitat de monos "guaperas" para el loco de Puting, te lo cambio por un manicomio de máxima seguridad. El tipo se despachó un discurso-arenga machista impresentable ante su ejército que me dejó patidifuso cuando lo vi en el correspondiente video, parecía Hitler.
ResponderEliminarEl palabro ingurgitar, sinónimo de engullir, me ha desconcertado aunque el contexto era claro.
Al barbiquejo por aquí le llamamos barbijo influenciados directamente por los familiares y amigos argentinos.
Te doy un titular: LOS LANGOSTINOS SE LOS PELAN USTEDES, QUE AQUÍ NO BUSCAMOS ESTRELLAS MICHELÍN.
Me hubiera gustado asistir a la tertulia y tomarle el pulso al espinoso tema de las vacunaciones. Vivo en un pequeño oasis de no vacunados rodeado hasta el horizonte de convencidos conversos de las terapias experimentales.
Antonio, un placer leer tus crónicas y ver cómo te esfuerzas por mejorar tu salud.
Abrazos para toda la tropa.
Querido Pedro, tu comentario me ha llevado a la edad escolar, cuando la maestra nos corregía las tareas con un lápiz rojo de punta gorda y nos hacía ver dónde estaban los fallos. Muchas gracias por tu didáctico comentario. Sería un verdadero placer acogerte en una de nuestras reuniones.Un abrazo muy fuerte de toda la tropa.
EliminarAntonio chapeau por tu excelente crónica, como no puede ser de otra manera. Fuerte a brazo para todos los componente de la reunión y besos para las damas.
ResponderEliminarQuerido Manolo, muchas gracias. Me hago cartero para repartir tus abrazos y besos a toda esta gente. Los mismos que te remitimos a vuelta de correo.
ResponderEliminarSe me ha hecho la boca agua, tengo que probar esos fideos; pero, ¿dónde está "Casa Pepe"? No la encuentro por ningún lado.
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