EL PÁJARO HORNERO
Sin desearlo, una mañana,
despertaste entre nubes
de dorados y cardenales destellos.
El suave pastizal,
dejó de acunar tus desnudos pies.
Ya no podías encontrar tus huellas.
El riguroso y dictatorial mármol, lo impedía.
Poco duró esta desidia.
Con sones de armoniosa libertad,
fuiste adornando, a tu manera, el paisaje.
Desde tu sobrio nido,
repartiste ternura
y tu figura no tembló,
cuando impediste el aposento en él,
al renegrido y avasallador tordo.
Compañero infatigable
de la honradez y la pobreza.
Ahora,
has vuelto, nuevamente,
a tu gaucho terreno.
Anida bien, Jorge María Bergoglio.
Fructifica la Tierra, que padece.
Andrés Osado, 27-4-25
Gracias por tu esfuerzo Rafa. Un fuerte abrazo
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