viernes, 24 de marzo de 2017

El patito feo

ESTA VEZ LA CULPA NO LA TUVO EL SISTEMA, FUERON LOS GENES
(El patito feo)


               Inconfundiblemente, mirando la foto, se observa perfectamente como nuestro Palito, alias “Antonio Rodríguez Gutiérrez”, no sólo destacaba en la canción: puedo dar, sobradamente, fe de ello, pues fueron muchas las horas en las que, a su lado, interpretó magníficas melodías. Unas veces acompañado del conjunto del que formábamos parte, junto a Andrés Luna y Manolo Gutiérrez. Otras veces le acompañaba, con la guitarra o el piano, en la misa diaria (esto ya en San Pelagio) Nos unía la música y la amistad.
                Pero y este es el asunto a tratar ahora,  hablemos sobre la carrera de sacos:
               1.-  Observen la imagen, vean la figura de Palito: brazos bajados para mantener el centro de gravedad, lo más cercano al suelo; mirada escrutiñadora para así vislumbrar algún posible obstáculo en el camino (afortunadamente los chorizos los tirábamos al río, de lo contrario hubiera resultado más complicado saltar la inmensa cantidad de ellos) unos pequeños saltitos para no soliviantar al saco que oprimía sus pinreles y sobre todo, el cuerpo firme. ¿Presagiaba esto de firme, su posterior profesión, en la que tantas y tantas veces oiría “¡firmes… ar!”  Estoy totalmente convencido. Esa forma de correr con el saco, sólo presagiaba la victoria, como así fue.
               2.-  La imagen del último, creo que se trataba de Antonio Caballero Medina, viene a demostrar, el por qué no conseguió alcanzarlo. No seguía las pautas del buen corredor de sacos. Con posterioridad consiguió una meta. Esa a la que, la casi totalidad de nosotros, no logramos llegar. Esa es otra historia.
               3.-   Pero, qué podemos decir del que está cayendo al suelo. Ese ni pautas ni “ná de ná”  Simple y llanamente es de lo que decimos vulgarmente, un “pataleto redomao”   Por cierto, esa caída le costó un gran raspón en la mano. Afortunadamente, se levantó y llegó segundo. Tal era su poca maestría con los pies, que nadie contaba con él para jugar al futbol. Si acaso de portero y por aquello de ir a por la pelota que salía fuera (ten amigos para eso)  Era el “patito feo” de ese deporte.  Una “espada de culpa” pendía sobre su cabeza. ¡La culpa horadaba su mente! Y para colmo, esa caída venía a echar más leña al fuego. ¡Si no quieres lentejas, toma dos cazos! ¿Os acordáis? La culpa, siempre la culpa (¿no es así,  Pedro Calle?)
               Afortunadamente un día, cayó en sus manos un balón de los que se usa en balón mano. Esa fue su tabla de salvación, su talismán dorado. Con él, comenzó a comprender que no todo era tener maestría con los pinreles. ¡Existía otro deporte donde no eran necesarios sus pocos diestros pies!
               Ahora viene la apoteosis del cuento… ese patito feo, ese desecho de virtudes para el futbol, se convirtió en un “cisne blanco”, del balonmano y del baloncesto. Tuvo muchos éxitos y alegrías.  Su nombre quedó inscrito, para la posteridad, en las listas de ambas federaciones. ¡Jo, qué bonito ha quedado este final! Aunque no es mío, no está mal. Viene a cuento y nunca mejor dicho.
               Poco a poco la culpa o la espada pendiente, fueron desapareciendo. La otra, la de Pedro… esa…  costó más trabajo hacerla desaparecer.
                              Vuestras señorías se preguntarán:
               “¿Cómo es posible, que este iluminado, pueda saber tanto mirando esta foto?”
               La cuestión es bien sencilla. Ese pataleto, el mal corredor de sacos, el de la caída, no era otro sino yo mismo. Me he mirado la mano y no me queda señal del buen raspón que me llevé.
               Hasta otra, cuidaos mucho.
               Andrés Osado Gracia

6 comentarios:

  1. Querido amigo Andrés,es verdad que solo miraba para adelante...Pero si llego a ver que te habías caído, me paro y te levanto. Andrés, en balonmano y baloncesto eras muy pero que muy bueno y puedo como tú dices dar fé de ello. Pero sobretodo, en lo que eras mejor, era cómo amigo.Un gran tío...Un señor.
    Un fuerte abrazo

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  2. Amigo Andres:
    Genial como siempre.
    Un abrazo
    Hasta pronto

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  3. Amigo Andrés, se veía venir el final que te incriminaba. No obstante resulta fresco y simpático el relato, con esa mirada sociológica de lo que presagiaban los modos y maneras de los participantes en la carrera. En tu caso, supiste levantarte tras el tropiezo y salvar el honor sin atender a los daños sufridos. Determinación, amor propio no te faltaron, y además, un protagonismo que ha superado varias décadas.
    Me parece encantador que le des vida a una foto que todos hemos visto unas cuantas veces gracias a Rafael Vilas.
    Por mi parte, agradezco que me cites y espero podamos darnos un abrazo amigo en Lucena.

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  4. Amigo Andrés, magnífico comentario y magnífica foto.
    Para todo se requiere maña, y las carreras de sacos tenían su secreto.
    Un abrazo.
    Juan Martín.

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  5. Leyendote, Andres, comprendo aquello de que la verdadera patria del hombre es la infancia, nosotros tuvimos la suerte, aunque algunos recordemos esos años de uno modo agridulce, de juntarnos, aún más de haber vuelto a re-conocernos y, si eso fuera poco, de que alguien, en este caso tù, rememore con maestría algunos de aquellos momentos. Gracias Andres.

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  6. Amigo Andrés, gracias por traernos al recuerdo esas celebraciones del día del señor Rector, que de alguna manera venian a rescatarnos de la rutina que padecíamos en el día a día. Aquellas carreras de sacos, partidas de pinchoncho y de otros juegos...se puede decir que nos lo pasabamos en grande.
    Me alegro que posteriomente te reencontraras con aquellos deportes para los que tenias facultades. Yo también he jugado mucho al baloncesto y he disfrutado practicandolo.
    Recibe un cordial abrazo.

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