ESTA VEZ LA CULPA
NO LA TUVO EL SISTEMA, FUERON LOS GENES
(El patito feo)
Inconfundiblemente,
mirando la foto, se observa perfectamente como nuestro Palito, alias “Antonio
Rodríguez Gutiérrez”, no sólo destacaba en la canción: puedo dar, sobradamente,
fe de ello, pues fueron muchas las horas en las que, a su lado, interpretó
magníficas melodías. Unas veces acompañado del conjunto del que formábamos
parte, junto a Andrés Luna y Manolo Gutiérrez. Otras veces le acompañaba, con
la guitarra o el piano, en la misa diaria (esto ya en San Pelagio) Nos unía la
música y la amistad.
Pero y este es el asunto a tratar ahora, hablemos sobre la carrera de sacos:
1.- Observen la imagen, vean la figura de Palito:
brazos bajados para mantener el centro de gravedad, lo más cercano al suelo;
mirada escrutiñadora para así vislumbrar algún posible obstáculo en el camino
(afortunadamente los chorizos los tirábamos al río, de lo contrario hubiera
resultado más complicado saltar la inmensa cantidad de ellos) unos pequeños
saltitos para no soliviantar al saco que oprimía sus pinreles y sobre todo, el
cuerpo firme. ¿Presagiaba esto de firme, su posterior profesión, en la que
tantas y tantas veces oiría “¡firmes…
ar!” Estoy totalmente convencido. Esa
forma de correr con el saco, sólo presagiaba la victoria, como así fue.
2.- La imagen del último, creo que se trataba de
Antonio Caballero Medina, viene a demostrar, el por qué no conseguió
alcanzarlo. No seguía las pautas del buen corredor de sacos. Con posterioridad
consiguió una meta. Esa a la que, la casi totalidad de nosotros, no logramos
llegar. Esa es otra historia.
3.- Pero, qué podemos decir del que está cayendo
al suelo. Ese ni pautas ni “ná de ná” Simple y llanamente es de lo que decimos
vulgarmente, un “pataleto redomao” Por
cierto, esa caída le costó un gran raspón en la mano. Afortunadamente, se
levantó y llegó segundo. Tal era su poca maestría con los pies, que nadie
contaba con él para jugar al futbol. Si acaso de portero y por aquello de ir a
por la pelota que salía fuera (ten amigos para eso) Era el “patito
feo” de ese deporte. Una “espada de culpa” pendía sobre su cabeza.
¡La culpa horadaba su mente! Y para colmo, esa caída venía a echar más leña al
fuego. ¡Si no quieres lentejas, toma dos cazos! ¿Os acordáis? La culpa, siempre
la culpa (¿no es así, Pedro Calle?)
Afortunadamente
un día, cayó en sus manos un balón de los que se usa en balón mano. Esa fue su
tabla de salvación, su talismán dorado. Con él, comenzó a comprender que no
todo era tener maestría con los pinreles. ¡Existía otro deporte donde no eran
necesarios sus pocos diestros pies!
Ahora
viene la apoteosis del cuento… ese patito feo, ese desecho de virtudes para el
futbol, se convirtió en un “cisne blanco”,
del balonmano y del baloncesto. Tuvo muchos éxitos y alegrías. Su nombre quedó inscrito, para la posteridad,
en las listas de ambas federaciones. ¡Jo, qué bonito ha quedado este final!
Aunque no es mío, no está mal. Viene a cuento y nunca mejor dicho.
Poco
a poco la culpa o la espada pendiente, fueron desapareciendo. La otra, la de
Pedro… esa… costó más trabajo hacerla
desaparecer.
Vuestras señorías se preguntarán:
“¿Cómo es posible, que este iluminado, pueda
saber tanto mirando esta foto?”
La
cuestión es bien sencilla. Ese pataleto, el mal corredor de sacos, el de la
caída, no era otro sino yo mismo. Me he mirado la mano y no me queda señal del
buen raspón que me llevé.
Hasta
otra, cuidaos mucho.
Andrés
Osado Gracia
Querido amigo Andrés,es verdad que solo miraba para adelante...Pero si llego a ver que te habías caído, me paro y te levanto. Andrés, en balonmano y baloncesto eras muy pero que muy bueno y puedo como tú dices dar fé de ello. Pero sobretodo, en lo que eras mejor, era cómo amigo.Un gran tío...Un señor.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Amigo Andres:
ResponderEliminarGenial como siempre.
Un abrazo
Hasta pronto
Amigo Andrés, se veía venir el final que te incriminaba. No obstante resulta fresco y simpático el relato, con esa mirada sociológica de lo que presagiaban los modos y maneras de los participantes en la carrera. En tu caso, supiste levantarte tras el tropiezo y salvar el honor sin atender a los daños sufridos. Determinación, amor propio no te faltaron, y además, un protagonismo que ha superado varias décadas.
ResponderEliminarMe parece encantador que le des vida a una foto que todos hemos visto unas cuantas veces gracias a Rafael Vilas.
Por mi parte, agradezco que me cites y espero podamos darnos un abrazo amigo en Lucena.
Amigo Andrés, magnífico comentario y magnífica foto.
ResponderEliminarPara todo se requiere maña, y las carreras de sacos tenían su secreto.
Un abrazo.
Juan Martín.
Leyendote, Andres, comprendo aquello de que la verdadera patria del hombre es la infancia, nosotros tuvimos la suerte, aunque algunos recordemos esos años de uno modo agridulce, de juntarnos, aún más de haber vuelto a re-conocernos y, si eso fuera poco, de que alguien, en este caso tù, rememore con maestría algunos de aquellos momentos. Gracias Andres.
ResponderEliminarAmigo Andrés, gracias por traernos al recuerdo esas celebraciones del día del señor Rector, que de alguna manera venian a rescatarnos de la rutina que padecíamos en el día a día. Aquellas carreras de sacos, partidas de pinchoncho y de otros juegos...se puede decir que nos lo pasabamos en grande.
ResponderEliminarMe alegro que posteriomente te reencontraras con aquellos deportes para los que tenias facultades. Yo también he jugado mucho al baloncesto y he disfrutado practicandolo.
Recibe un cordial abrazo.