Restaurante “La Cátedra” (Hotel El Bedel)
Alcalá de Henares (Madrid)
7 de julio de 2018
Un mes justo desde el último encuentro. ¡Cómo lo pasamos en este sanferminero día!
La cita era a las 12 en la Plaza de Cervantes, junto a su hidalga estatua. Cuando estábamos a punto de salir del aparcamiento oí unos silbidos, como los que se oyen en La Gomera, el “Silbo Gomero”, que le llaman. Pero afinando mi castigado oído se parecía mucho más a los cabreros montañeses de Asturias, Cantabria o Galicia. A los pocos segundos localicé la “emisora”: era Manolito Jurado que hacía entrada triunfal en el párking con Manuela, su bella esposa, y al vernos se emocionó tanto que no podía emitir vocablos y optó por los sonoros silbidos, digo yo.
Sobraba tiempo, y los cuatro nos dirigimos tranquilamente hacia el punto de encuentro. Enseguida vimos llegar a los anfitriones, Agustín y Leo. Calurosos abrazos, después de cincuenta años que no nos veíamos.
El encuentro era un poco especial, pues íbamos a conocer a compañeros del 61. Estuvimos esperándolos unos diez minutos. Manolo nos comunicó que estaban haciendo su tour y que nos veríamos en el restaurante. La primera visita que hicimos fue a la catedral. No quedamos en la entrada ya que se estaba oficiando el sacramento del Bautismo. Seguidamente nos dirigimos hacia la Casa de Cervantes. Fotos obligadas junto a Don Quijote y Sancho. Yo soy más de Sancho, no sé por qué. Me identifico más con él. Lo veo más humano, más cercano, más bonachón que Don Quijote. Incluso en la morfología biológica estoy más cerca de aquél que de éste, fíjate tú.
Estaba en el primer piso, visitando las dependencias del escritor, cuando oí claramente que me llamaban por mi nombre desde abajo. Era Antonio Porras Ramírez. Cincuenta años nos separaban desde la última vez que nos vimos. Otro como Agustín, que no le pasan los años, bueno si le pasan pero no le rozan ¡qué tíos!.
Se
acercaba la hora del almuerzo y nos fuimos para el restaurante. Antes de llegar
nos encontramos con Paco Ruiz y Vale. El resto del personal los saludamos
después, en el abrevadero. Victoriano y Consuelo llegaron a la hora convenida, acompañados de Cari. El cariño que le tenemos todos a Cari es directamente proporcional al que le profesábamos a Antonio. Por eso tiene que seguir siempre con nosotros. Estando ella, está él. Es obvio indicar que echamos de menos a los ausentes: el camarlengo Vilas y esposa, al sumiller del aceite, Antonio López, el príncipe del bel canto, Antonio Rodríguez, y tantos otros.
Creo que fue Fernando Horcas el que nos distribuyó unos cartelitos con nuestro nombre y el de nuestras esposas. Bonito detalle, que nos facilitó mucho nuestra identificación. Parecíamos congresistas cervantinos.
Entre bocado y bocado nos pusimos al día de todo. Porras hasta se acordaba que estaba detrás de mí en el estudio. ¡Qué memoria! Y no es por la cabeza, porque yo la tengo más gorda que él y no me acuerdo de tanto. ¡Pero si hablamos de memoria, el Jurado es único! Su humildad le impide reconocerlo y se excusa en que lo tiene todo en el móvil. Entre bromas y recuerdos entrañables se pasaron las horas. ¡Qué pronto se pasa el tiempo cuando se está a gusto!
Antes de terminar quiero darle las gracias, en nombre de todos, a Agustín y a Leo por su entrega y dedicación para que todo saliera bien. Gracias chicos porque ha sido un encuentro maravilloso.
Pulsa sobre la imagen para entrar en la galería de fotos |
No he querido detenerme en describir un poco esta maravillosa ciudad de Alcalá de Henares, porque para eso está internet que lo hace mejor que yo.
He llegado a Móstoles una vez más henchido e hinchado de emociones. Yo creo que por eso estoy tan gordo.
¡Hasta la próxima, buena gente!
Paz y bien.
Antonio Estepa Romero
Cojo, como siempre. Quiero decir, cojonudo. Gracias por darnos a conocer el trascurso del encuentro.
ResponderEliminarUn abrazo Antonio como siempre estupenda crónica.
ResponderEliminarGracias, chicos. Un abrazo.
ResponderEliminarYa estaba enterado por Manuel del novedoso encuentro generacional. Veo que todo fue estupendamente y que a D. Quijote sólo le defiende Manuel, aunque parece que últimamente, con la jubilación, se ha decidido a echar barriguilla y ya no le defiende tanto.
ResponderEliminarEnhorabuena a Antonio, cronista inconmensurable, y a los fotógrafos que se salen retratando con buen pulso a diestro y siniestro.
Gracias a tod@s por participarnos el evento. Un abrazo.
Pedro
Un gratísimo encuentro de antiguos compañeros magníficamente relatado y documentado para satisfacción de quienes estamos en la diáspora. En esta ocasión, con la grata novedad añadida para mí, de ver entre los asistentes a Antonio Porras, mi paisano de Villafranca. Al que desde aquí le envío un saludo, igual que a los demás.
ResponderEliminarMis felicitaciones a Antonio por el magnífico relato, y para tod@s l@s demás participantes.
Un abrazo.
Juan Martín
Antonio estupenda crónica. Aunque ya nos tienes acostumbrados a disfrutar de tu excelente pluma como en esta ocasión, sin caer en la rutina y sin afectar a tus neuronas el exceso de calor de estos días. Es verdad que me emocioné al verte...y me quedé sin palabras...por qué será...jajaja!!
ResponderEliminarPasamos muy buenas horas, disfrutando de la comida y de la conversación. Los compañeros del 60-61 se encontraron a gusto e integrados, a pesar de que son muy escasos los recuerdos que de la etapa del Seminario pudimos compartir.
Recibe un fuerte abrazo.
Gracias, Pedro, Juan, Manolo, por vuestras felicitaciones. Si con estas crónicas consigo la unión entre todos nosotros, y de paso arrancaros una leve mueca en las comisuras de los labios, al estilo oeste, quedo más pagado. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Antonio, muchas gracias. Un abrazo
ResponderEliminarEso de la mueca y mucho más, siempre lo consigues. Gracias por ello. Un fuerte abrazo maestro Antonio.
ResponderEliminar