Días atrás, mi amigo Joaquín me envió por wassapt un vídeo con la música y partitura del "Veni Creator..." Oye, me emocioné. Pancosadas de los viejos. Nostalgia de mis frustrados tiempos cantores, yo, que aspiraba al coro del Los Ángeles, del que don Manuel me privó. "Lo tuyo, Filiberto, es el latín...", va y me despacha el sioputa al primer gorgorito. Le guardo cariño a pesar de ello. Era un cura joven recién destetado de san Pelagio, un muchacho muy delgado y largirucho, de pómulos salidos y gafas oscuras. Creó el coro de la capilla, la rondalla de bandurrias y guitarras, nos enseñó a leer las corcheas, a nadar y a jugar a la pelota con la sotana remangada, el encargado de cualquier acto cultural o recreativo en aquel paraje perdido. Cantábamos el "Veni Creator" en los actos de inauguración de los cursos sucesivos, y en la misa de Pentecostés, aparte de las escaramuzas previas a los exámenes.
Mentes tuorum visita. Esta primera estrofa la conocíamos todos por lo de que el Espíritu Santo visitara las mentes, sobre todo las de aquellos negados que no habían estudiado lo suficiente. Era una coplilla suelta, incompleta y recurrente en los finales de trimestre y de curso. Un son monótono y siempre inacabado -por ignorado- en el autocar para Écija, y que enseguida sustituíamos por el de "Para ser conductor de primera" o el de "Los gallos cantan al día", mucho más divertidos. Y don José Delgado, con su sorna habitual, blandiendo al aire su cadenita: "Os acordáis de santa Bárbara ahora que truena, eh! Menos cánticos y más estudiar, so bodoques, que eso es lo que sois, unos gaznápiros...". Era así de delicado don José. A mí me funcionaba lo del Veni Creator. O quizá fuera que me lo había estudiado todo, y no como aquellos amigos míos que, ya en Córdoba, solo pensaban en saltarse la tapia de la huerta para salir a ligar. Pero, ahora que lo piensa uno mejor, daos cuenta que el canto dice "tuorum", o sea, pedimos al Espíritu Santo que visite las mentes "de los tuyos", no las de cualquier paisano, no; no te confundas, Espíritu Santo, a los de Écija, no; sólo a los tuyos. Y los tuyos somos nosotros, eh! Nosotros, que te rezamos, que comulgamos cada día y que, aunque te imaginamos como un vulgar palomo de los tejados porque así nos lo han enseñado nuestros superiores, sabemos de sobra que tú eres la principal persona del Dios trino, porque tus alas ligeras representan la sabiduría, la libertad de pensamiento, la chispa, el soplo divino, éso, éso, el soplo, ése que tanta falta nos va a hacer dentro de nada en la sala de los exámenes... Imple superna gratia.
Accende lumen sensibus. En quinto curso de bachillerato, en vísperas de los exámenes finales en el instituto de san Fulgencio de Écija, donde los curas nos llevaban "por libre", va y me rompo la rótula de mi rodilla derecha jugando a la pelota en el patio de cemento. Tuve que ir escayolado. Y sin muletas. La foto lo atestigua. Mis amigos se turnaban para sostenerme en los paseos que dábamos por la plaza y por el bar Pirula entre exámenes. Aparte de las materias, me sabía casi todo el Veni Creator. Ilumina nuestros sentidos. Ese año saqué un porrón de matrículas de honor, y lo demás, sobresalientes. "¡Vaya con el cojo! -se admiraban algunos profesores hablando con nuestros curas-. Claro -les escuché al paso-, como esta gente no tiene desgaste sexual"...
Y yo pensaba: "Que os lo creeréis vosotros ¡con uno bueno habéis dado!"... Infirma nostri córporis virtute... Ahí nos falló el Espíritu. La carne nos fue débil. Se esfumó nuestra virtud por las ventanas tan mundanas de nuestro dormitorio.
Infunde amorem cordibus. No es, como pretendía Rafa Marín, que nos infundiera amor a los cordobeses (y no a los ecijanos), sino disponer de un corazón amoroso. Y en eso todos cumplimos bien. Mis amigos paseaban mi cojera por Écija, y yo me dejaba copiar por ellos, con todo lo cagao que he sido siempre para esas cosas. Y para otras...Y ese amor, como gran legado de amistad, persiste aún después de más de cincuenta años. Ahí es nada.
Vitemus omne noxium, alejémonos de todo mal. La prudencia como guía de vida. Hay que reconocer que en este punto me he pasado, es verdad. ¡Demasiada prudencia! Yo no saltaba el muro de la huerta ni participaba en los teatrillos con las niñas de enfrente ni recuerdo haber ligado nada durante mis años de san Pelagio. Sólo estudio, liturgia, fútbol y paseos por la judería para bichear y así armar la imaginación por lo que pudiera soñar por la noche. Yo espabilé al mundo y a la vida en san Telmo. Eso creo.
Vitemus omne noxium, alejémonos de todo mal. La prudencia como guía de vida. Hay que reconocer que en este punto me he pasado, es verdad. ¡Demasiada prudencia! Yo no saltaba el muro de la huerta ni participaba en los teatrillos con las niñas de enfrente ni recuerdo haber ligado nada durante mis años de san Pelagio. Sólo estudio, liturgia, fútbol y paseos por la judería para bichear y así armar la imaginación por lo que pudiera soñar por la noche. Yo espabilé al mundo y a la vida en san Telmo. Eso creo.
Y todo ello, in saeculorum saecula.
Amén.
Amén.
Encantador.
ResponderEliminarNo recuerdo esos cantos que mencionas, pero claro, D. Manuel también me eliminó siendo aspirante al coro. Uno desafina cuando menos lo espera.
Et in Arcadia ego.
Pedro, son todos versos sueltos del Veni Creator Spiritus. Y no me digas que no recuerdas el de los gallos cantan al día, o para ser conductor de primera... Porque si es así, no en Arcadia, set in Babia eras.
ResponderEliminar"Los gallos cantan al día, al amanecer"... y demás coplillas autobuseras si las recuerdo, aunque es verdad que las he cantado muchas veces en las excursiones de mis alumnos. A mí me hacía gracia la de "con... la botella de ron".
ResponderEliminarDel Veni Creator Spiritus, la parte de "mentes tuoru(u)m visita" ha sido la única que ha resonado en las anfractuosidades de mi mente, recordándome la melodia. Como ves, no todo está perdido.
Además recuerdo completa la ranchera que cantaba Palito, creo, acompañándose de la guitarra: "Voy a contaros un corrido muy mentado, que sucedió allí en la hacienda de la Flor, la triste historia de un ranchero mexicano, que era valiente, fementido y luchador..."
Dice mi mujer que cómo me voy a acordar de todo aquello si no recuerdo lo que cené ayer. Pero se equivoca, lo sé, (tres naranjas, o tal vez dos, con dos galletas de miel, o quizás de caramelo). Tampoco hace falta apretar tanto.
¿De qué estábamos hablando?
Jajaja. Nos pasa a todos. Ya recordamos las cosas antiguas más que lo muy reciente. La edad.
ResponderEliminarSolo íbamos un curso por detrás, pero la distancia que nos separaba era mucho mayor. Siendo los mismos profesores, vosotros vivisteis los últimos coletazos de una enseñanza tridentina que en nuestro caso no sufrimos. O yo
ResponderEliminarno aprecié tanto, quizás porque seguí siendo el mismo adolescente que iba a trabajar o a bailar en las fiestas, con las vecinas y vecinos de mi edad.
No me afectaba la apariencia pacata que envolvía aquella enseñanza, porque la vida entre la gente ya no era de esa manera, o quizás me cogió con más edad que a la media de los compañeros seminaristas.
En el estudio salí a flote como pude, pero el cuerpo de las chicas para mí, ya no era una mórbida imaginación con reprimidas frustraciones mentales.
Eran otros tiempos, y yo seguía siendo en la calle un chaval del montón, que iba a trabajar, normal y corriente.
Un abrazo amigo Fili.
Juan Martín
Amigo José María gracias por traernos a la memoria algunos recuerdos de aquellos años.
ResponderEliminarEs verdad que Pedro no se acuerda de nada... A veces duda, estoy seguro, de su paso real por Santa María de los Angeles.
Es cierto que los cantos en latín del "Salve Regina" y este del "Veni Creator" nos marcaron para siempre. A mi se me sigue poniendo la carne de "gallina" con la entonación de la Salve y por esta razón la hemos cantado en muchos encuentros.
La foto del grupo de compañeros en Écija, la conocía y la he contemplado en otras ocasiones. Me trae muchos recuerdos y nostalgias. Además, escasean las fotos de nuestro paso por el Instituto de San Fulgencio, desde tercero hasta sexto. De ahí su valor representativo.
Tengo varios recuerdos de tu caída en el patio de cemento. Posteriormente de tu escayola y quizás en tu camarilla, queriendo estampar nuestra firma sobre el blanco yeso de tu pierna averiada.
Recibe un fuerte abrazo.
Es verdad que Juan Martín llegó al seminario como un muchacho más "hecho" que nosotros. Y eso se nota. Yo llegué a los Ángeles con 11 años, tío, casi con pañales. Y salí de san Telmo a los 20 años. Fue toda la adolescencia y primera juventud.
ResponderEliminarManolo, sí, recuerdo que mi escayola dio mucho juego. Hube de rasgarme el pernil derecho de varios pantalones para poder vestirme y que cupiese la pierna escayolada. Y la tenía empercudida de garabatos y firmas de todos vosotros. Un abrazo.