Crónicas de los Angeles
Empiezo con los recuerdos de aquellas correrías por los sótanos, capillas y espacios recónditos de la Iglesia de San Francisco de Priego de Córdoba, dónde conocí a Rafa, siendo aspirantes a seminaristas. Eran los tiempos del cura D. Ángel (hombre bueno y santo), que en su afán de llevar niños al Seminario, nos reunía por pandillas para convencer a los que podía, de que fueran a estudiar “pa curas”.
Compás de San Francisco (Priego de Córdoba) La casa de Rafa Vilas en la esquina y al fondo a la izquierda la de D. Ángel Carrillo Trucios |
Rafa vivía en una casa anexa a la Iglesia y que comunicaba con ésta, por la parte trasera, con una capilla independiente, en desuso y llena de trastos. Su padre era un hombre alto, enjuto, de pelo muy rubio y con un bigote de época. Rafa sin embargo era un niño de pelo negro, recortado a lo Marcelino Pan y Vino, de tez muy blanca y delgadito (no como ahora), vivaracho y como todos, revoltoso y curioso. De ahí que nos sirviera a los demás como guía para explorar todos los rincones de una Iglesia, que fue convento de la Orden Tercera de los Franciscanos. De aquellas exploraciones, lo que mejor recuerdo, por impactante, era la calavera, (un cráneo pelado y maloliente, y que imagino sería de algún fraile que allí moró y murió), que estaba guardada en una alacena en la Sacristía del Altar Mayor, y a la que solo nos faltó usarla como balón para jugar al fútbol. (sacrílegos, satánicos, fúnebres y no sé que más, así éramos aquellos niños aprendices de seminarista, !!“casi ná”!!).
Y allí en esa Sacristía, donde además se nos daban clases de lengua y matemáticas, para preparar el ingreso en el Seminario, conocí a Rafa Vilas y al resto de la pandilla.
La camada que en el 63 envió D. Angel al Seminario fue la siguiente:
Manuel Calvo Ortiz, José Contreras Páez, José Espinar Ábalos, Francisco García Gonzalez (Faema), Antonio Gómez Ramírez, José Antonio Mérida Montoro, Manuel Molina Díaz (se incorporó tarde), Carlos Samaniego Ortiz, Antonio Toro Pérez, Manuel Vida Ruiz y Rafael Enrique Vilas García (11).
Como se puede comprobar el único que llegó a la meta fue nuestro querido Manolo Vida.
Pero bueno, volvamos a Los Ángeles, que es la historia que pretendo revivir con este relato.
Como ya comenté en mi relato “La Velada”, se organizaban actos lúdicos dónde matar el tiempo y de paso relajar la tensión de la disciplina diaria. En estos actos lúdicos, los artistas de turno, ponían todo su empeño en mostrar sus habilidades y deleitar al personal con sus actuaciones. Y lo mismo que me causó impresión la armónica de Adame, no menos fue la sorpresa del amigo Vilas, que aunque muy conocido, no sabía nada de que tenía aquella habilidad para cantar.
Rafa, tenía una voz de tiple, aguda, limpia, armoniosa y bien afinada, digna de estar en los coros de la Abadía de Westminster o de la Abadía de Montserrat. Pero además de la voz, la emoción y el alma que ponía al cantar, convertían los sonidos en ondas que te llegaban al corazón.
Recuerdo aquellas “Ave Marías” o las canciones típicas de Córdoba, con las que nos deleitaba, bien a “capela”, o bien acompañado por la rondalla del Seminario. Si los demás nos emocionábamos, él más, ya que hasta le vi llorar de emoción, al cantar, en más de una ocasión.
Rafa, fuiste una sorpresa agradable para mí, pero además, por ser paisano, me enorgullecí más por ello, de tus habilidades musicales.
Te doy las gracias por aquellos momentos que nos diste y en los que tu voz nos hizo disfrutar y ser felices.
Como siempre, suerte y un abrazo para todos y muy especial para ti, Rafa.
Antonio Gómez Ramírez
Córdoba, 29 de septiembre de 2016
Querido Antonio:
ResponderEliminarTe reitero mi afecto, consolidado a lo largo de estos sesenta y tres años y mi gratitud por haberme incluido en tus crónicas de los Ángeles.
El recuerdo infantil en San Francisco, Don Ángel y nuestro entusiasmo esperando iniciar la aventura de nuestra temprana vocación, nos ha acompañado toda la vida.
Puedo asegurarte que para mi fue un orgullo ser elegido para cantar en el coro de nuestro seminario y emocionarse al cantar, cuando el canto es bello y lo que se expresa sale del alma, es imposible reprimirlo.
Ahora en este feliz reencuentro se hace más verdad si cabe aquellos lazos de sincera amistad que comenzamos a forjar en tan temprana edad.
Un abrazo y muchas gracias, amigo.
Magnífica crónica d. Antonio y bien contada.
ResponderEliminarUn abrazo y felíz cumpleaños nuevamente.
Paco, gracias por leer las crónicas. Lo que cuento en ellas es uno de los tesoros que guardo, Gracias de nuevo por tu felicitación. Un abrazo. Antonio
EliminarComo siempre, Antonio, magnífico relato. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Andrés. Un abrazo. Antonio
EliminarRafa, efectivamente el recuerdo de aquellos años infantiles y memorables, los tengo siempre presentes y trato de ponerlos en valor ahora en mis humildes escritos, para que quede constancia de que aquellos lazos de amistad, adquiridos por la convivencia de aquellos años, siguen vigentes y se hacen más fuertes a medida que pasa el tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo para ti.
Magnífico relato, lleno de amistad, ternura y cariño. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por el elogio, por venir de donde viene, de un magnifico cronista. Un abrazo. Antonio
EliminarEstupendo relato y como recuerdo el bello canto del Vilas, lo primero que le pregunte en nuestro reencuentro fue tu eras el cantaba. Magnífico Antonio hacernos recordar gracias
ResponderEliminarRafa Raya, lo de revivir aquellos años es mi intención, si lo consigo aunque sea un poco, estoy satisfecho. Un abrazo. Antonio
EliminarTodos queríamos ser Rafael Vilas en el seminario de los Ángeles, yo así se lo he reconocido al propio "ruiseñor" cuando nos hemos reencontrado después de.... una vida. Tengo que reconocer que es la única envidia de la que no tengo complejo de culpa.
ResponderEliminarGracias Antonio por tu relato, como siempre me hace recibir, nunca mejor dicho, esa etapa de nuestra vida. Muchas gracias.
Gracias por tu comentario. Si consigo revivir aquellos momentos en todos nosotros, estaremos más cerca unos de otros. Un abrazo. Antonio
EliminarYo creo que todos en los Ángeles sentíamos una pequeña y sana envidia de Rafa. Porque los solos que hacía eran angelicales. Mi única frustración de la que soy consciente en el seminario fue la de no poder pertenecer al elenco escogido del coro. Lo intenté varias veces, pero mi voz nunca convenció a don Manuel Cuenca. ¡Qué se le va a hacer?
ResponderEliminarBreve -como debe ser- y emotivo relato, Antonio.
Un abrazo para todos.
Fili, tú y yo tenemos más cosas en común de lo que parece. A mí tampoco me dejaron cantar. La música no era una de mis habilidades.
EliminarGracias por tu comentario. Un abrazo. Antonio
Como siempre Antonio emotivos relatos que nos hacen volar hacia atrás. Como decís en aquellos años todos deseábamos ser Rafa Vilas. A más de uno se nos saltaban las lágrimas cuando oíamos cantar a Vilas. Un abrazo. Pepin Lopez
ResponderEliminarD. Pepe, si renovamos la película, nos renovamos también nosotros. Precisamente esa es mi intención al escribir estas crónicas. Un abrazo para ti. Antonio
EliminarMagnífico relato Antonio, reviviendo aquellos años y aquellos hechos protagonizados por unos chicos llenos de ilusión, que escribieron con nombre y apellidos sus historias personales.
ResponderEliminarLeídos ahora con emoción, después de cincuenta años, por muchos de los que estuvimos en aquel centro.
Un abrazo.
Juan Martín.
Amigo Juan, de eso se trata, de traer al presente, con más o menos fortuna aquellos años. Gracias por tu comentario. Un abrazo
ResponderEliminarAl ser del equipo de los once paisanos he revivido tu relato Antonio, identificándole totalmente con él. Gracias por revelarnos de vez en cuando esos recuerdos que nos emocionan. Un abrazo. Manolo Vida
ResponderEliminarManolo, lo que vivimos aquellos años estará siempre en mi memoria como parte muy importante del "curriculum". Gracias y un abrazo
EliminarYo tuve, amigo Antonio, el honor de considerarme amigo de Rafa "El Vilas" y de poder presumir por ello. Ahora mi alegría es mayor con el reencuentro y los reencuentros que tú nos haces.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Andrés O
Andrés, si pudiéramos volver a aquel tiempo, creo que no cambiaria nada de lo vivido, ya que el poso dejado por aquellas vivencias han marcado toda mi vida y el resultado no es malo. Gracias. Un abrazo. Antonio
EliminarCon la elegancia y claridad de tu pluma, nos has traído a la memoria los entrañables recuerdos de aquel niño cantor, que era la "envidia" y al mismo tiempo el más querido por todos nosotros. Enhorabuena Antonio.
ResponderEliminarRecibe un cordial abrazo.
Gracias por los elogios, que no se merecen. Lo importante es rememorar y revivir aquellos años. Yo disfruto con ello. Un abrazo. Antonio Gómez
EliminarMuchas gracias por traernos tan tiernos recuerdos de aquellos años que vivimos en el seminario, un abrazo
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