PARA ANTONIO ROJAS
LORENTE
Amigo Rojas:
En nuestras primeras
vacaciones de verano, verano de 1964, te escribí una carta a la que me
contestaste con rapidez; yo, por desgracia, tardé algo más en responderte y ya
no pude hacerlo: te habías marchado, sin avisar, a la Casa del Padre, uno de
esos días calurosos de verano mientras disfrutabas de un día de baño, en el río
de tu pueblo, junto a otros compañeros. Hace nada me contaba nuestro amigo Juan
García Parra la rapidez del aquel accidente y cómo tuvo que esperar hasta
identificar tu cadáver.
Siempre pensé que no debí ser perezoso
y haber respondido a tu carta con la misma prontitud con la que tú respondiste
a la mía, pero hoy, 50 años después de aquel verano y de aquel trágico día,
quiero hacerlo. Sé que no perdí esa carta, pero ahora que todos estamos mirando
en el baúl de nuestros recuerdos no aparece.
Nos conocimos
aquel lluvioso 4 de noviembre de 1963 cuando llegamos a aquel inacabado edificio
que albergaría el Seminario Menor Santa María de los Ángeles, procedentes de distintas
localidades de nuestra provincia. La mayoría salimos en autocar desde Córdoba,
de la calle La Bodega, y en el cruce de San Calixto cambiamos a camiones. Seminario Menor de Santa María de los Ángeles...
¡y tan menor!: éramos chiquillos de 10, 11,
12 años cargados de ilusiones, llenos de alegría; posiblemente no supiéramos
muy bien qué hacíamos allí, pero felices sí que estábamos y lo fuimos. Con
nuestros gritos habíamos roto el silencio y la paz casi monacal de aquellas
montañas. Los superiores D. Gaspar, D. Francisco Javier. D. Antonio Jiménez, D.
Pedro Antonio, D. Francisco de Paula, como un equipo perfecto, atendían a los
familiares que se habían desplazado hasta allí, nos indicaban el dormitorio que
nos correspondía, dónde estaba la capilla, el comedor, a qué hora sería la
comida, dónde deberíamos recoger las maletas, dónde dejarlas una vez hubiéramos
vaciado las mismas y colocado ordenadamente nuestras ropas en el armario
individual que teníamos junto a la cama, aquellas ropas limpias y perfectamente
planchadas que nuestras madres habían colocado en nuestras maletas y baúles.
Nos saludamos y hablamos, por
primera vez, en el dormitorio que nos habían asignado, llamado Beato Juan de
Ávila, mientras colocábamos la ropa y tú además colocabas, con mimo, tu
bandurria con aquella funda de madera y de diseño extraño. Por primera vez, al
menos yo, nos hacíamos la cama; recuerdo que me sobraban sábanas por un lado,
las mantas descuadradas, la colcha por un lado arrastraba y por otro no llegaba:
pronto descubrí que lo mejor era remeter todo muy bien por debajo del colchón y entrar en la cama como
si fuera un sobre. Me imagino que recordarás cómo era la primera alineación de
las camas: empezaba con Carlos Arrabal, Alfonso Belmonte, Ruiz Nieto, Ruiz
Alcubilla, Rojas Lorente, Raya Marqués y hasta aquí llega mi memoria.
Curioseábamos los servicios, comprobábamos los grifos de aquellas filas de
lavabos, todo era a estrenar, mirábamos por las ventanas, nos íbamos orientando
para saber en qué parte del edificio nos encontrábamos y observábamos aquella
puerta, casi secreta, que daba a la terraza del campanario y que, más adelante,
descubriríamos cómo a veces se abría sigilosamente, con una llave maestra, y
aparecía un superior siempre serio y estirado para comprobar el orden y el
cumplimiento de la norma. Cerca de la puerta de entrada, el cuarto de D. Francisco
Javier y el dormitorio Cura de Ars. Aquel día gritábamos, reíamos, todos nos
ayudábamos con suma generosidad, todo era alegría y felicidad. Al atardecer,
unos lloraban al despedir a los padres, muchos con lágrimas en los ojos recordábamos a nuestras
familias, a nuestras casas, y todos, con algo de morriña, empezábamos a ser
consientes de que nos habíamos quedado solos y comenzábamos a vivir con una
nueva familia mucho mas extensa que la que habíamos dejado en nuestros pueblos.
A partir de aquel día Nuestra Señora de los Ángeles, los superiores y los
numerosos compañeros formarían nuestra nueva familia, familia que, 50 años
después, seguimos queriendo y recordando con tanta alegría. En estos momentos
nos estamos reencontrando como si fuera el regreso de un largo exilio.
Estamos celebrando el 50º
aniversario de aquella llegada al seminario, del inicio de aquel curso 1963-1964.
Ha pasado mucho tiempo: aquellos chiquillos son hombres maduros, padres con
hijos mayores, abuelos en muchos casos, prejubilados, jubilados, algo gordos,
con poco pelo, la mayoría con los primeros achaques y supongo que con una
trayectoria no siempre fácil, de trabajo, de dificultades, de lucha y superando
lo que a cada cual nos haya ido presentando la vida; otros compañeros, como tú,
se fueron demasiado pronto: se dice que los mejores se van los primeros, no sé
si eso es así pero sin lugar a dudas se van los que más quieres.
Pero ¿sabes una cosa?,
¿sabes qué está pasando?: que estos hombres, mayores ahora, han vuelto a
sentirse como aquellos niños que fueron, que jugaban al fútbol, al pichoncho,
escalaban hasta aquella cruz de mármol, bajaban a la fuente de Los Tres Caños,
andaban por el Palo Banderas y hacían excursiones a San Calixto. Aquellos niños
que hacían multitud de travesuras ahora son felices y disfrutan hablando de sus
extraordinarios recuerdos, de sus maravillosos amigos y de lo que significaron
aquellos años en Los Ángeles. Unos compañeros se reunieron el pasado día 10 de
mayo en Hornachuelos visitando, lógicamente, el seminario que, si bien en aquel
primer año era un edificio inacabado, en la actualidad es un edificio
incomprensiblemente abandonado. Compañeros como Arrabal, Castro Guerra, Gómez
Ramírez, López Pedrosa, Montes Santiago, Osado Gracia, Raya de la Mora, Ruiz
Nieto, Sánchez Toledano, D. Pedro Antonio Llamas y otros compañeros de cursos
posteriores, protagonizaron el primer acto de celebración de esta efeméride. El
compañero Carlos Arrabal está intentando reunir al mayor número de compañeros y
ha creado un grupo de Facebook al que
nos vamos incorporando los del periodo 63-65 de nuestro curso: Arrabal,
Bazuelo, Belmonte, Caballero Luque, Crespo García, Díaz Alonso, Gálvez Gálvez, Gutiérrez
Molero, Luna Prieto, Montes Santiago, Moreno Osuna, Nieto Molina, Polo Lara,
Raya de la Mora, Raya Marqués, Toro Pérez, Ventura Jalón, Vida Ruiz, Vilas
García.
Montes Santiago ha
conseguido, no sé cómo lo ha hecho, la emisión de un sello conmemorativo de la
Promoción del 63. Moreno Osuna se ha propuesto que nos toque esta Navidad el
Gordo y ha comprado décimos del 41.163 que se han distribuido entre el grupo. A
Vilas, ya sabes, nuestro solista de extraordinaria voz, le encargamos de todo, especialmente
de lo que no sabemos muchos de nosotros: contabiliza la distribución de los
décimos de lotería y de los sellos, cuelga las fotografías en el Facebook, diseña las fichas
informáticas, organiza el trabajo informático y el asesoramiento a todo el
grupo, porque está quedando claro que en los Ángeles no estudiamos informática;
ha creado algo que se llama blogs y que ahora está muy bien visto.
López Pedrosa es un lince para identificar a los que aparecemos en las fotos
que vamos colgando, y no es fácil porque son fotos que tienen 50 años. Luna
Prieto reserva la mesa cuando nos reunimos en la Sociedad de Plateros o en los
Tres Califas, junto a su casa. D. Francisco Solano Raya Marqués es el Don
Gaspar de la actualidad: nos convoca, nos dirige, en ocasiones nos deleita con
su gregoriano, en definitiva, nuestro P. Rector y el mejor comercial del whatsapp. Los demás lo pasamos
maravillosamente bien, trasmitimos nuestros recuerdos, remitimos nuestras fotos,
hablamos de otros compañeros y cuando nos juntamos no faltan nuestras copas.
Muchos compañeros residen en distintas localidades de Madrid y se están
reencontrando. Raya Marqués dice que hay que hacer grupos de compañeros por el
norte, el sur, el este y el oeste. Yo te invito a que tú organices vuestro
propio grupo, quizás ya lo tengáis, con Caballero Repullo, Delgado Bujalance,
Estepa Sánchez, Lara Castro, Luque Fernández, Mérida Montoro, Navas Sánchez,
Raya García y Zafra Tallón; no dejéis de avisar a D, Francisco Javier Varo, un
grupo sencillamente extraordinario de compañeros tan queridos, ¡qué jóvenes os
fuisteis, dejando un gran vacío! Seguro que se incorporarían otros superiores y
compañeros que en años sucesivos pasaron
por los Ángeles y que ya no llegaste a conocer, como Antonio Aguilera García,
Rafael Goñi Orellana, Juan Beteta García, Félix Ortega Osuna, Don Moisés
Delgado Caballero, D. Eduardo Mármol Ortega.
Amigo, te he recordado en
muchas ocasiones: te recuerdo con tu sotana, larguirucho, delgado y con un timbre de voz muy particular, siempre
sonriente, tocando la bandurria; también recuerdo aquellas frecuentes conversaciones
que manteníamos mientras la luz del dormitorio permanecía encendida y cómo
compartíamos aquellos manjares que recibíamos de nuestras casas en las talegas
de la ropa limpia. Cuando ahora nos reunimos en la Sociedad de Plateros y te
recordamos, como al resto de compañeros que ya no están, Raya Marqués siempre
menciona, aún sorprendido, tú pronunciada nuez. Durante un tiempo veía, con
cierta frecuencia, a Villén Lucena y siempre le preguntaba cómo estaba tu
madre; sabía cómo le había destrozado tu muerte, igual que sabía cómo le había
destrozado a mi madre la muerte de mi hermano. La última vez que le pregunté tu
madre había fallecido recientemente y habían unido tus restos a los suyos, como
el último intento de permanecer, también aquí, juntos.
Espero que este grupo de
niños grandes siga disfrutando de este reencuentro y todos sigamos recordando
lo que en aquellos años aprendimos. Estoy seguro de que, en los avatares de
nuestra vida, Nuestra Señora de los Ángeles estuvo siempre a nuestro lado, y
estoy seguro de que vosotros, tan cerca del Padre, nos habréis acompañado en
muchos momentos.
Un fuerte abrazo de la Promoción del 63
Diego
Ruiz Alcubilla
Agosto de 2014
Diego, amigo: Si no fuera porque la costumbre de escribir con el teclado me permite saber, más o menos, donde están las letras, sencillamente no podría escribir esto ¡me has emocionado, "joio"!.
ResponderEliminarGracias por haber puesto negro sobre blanco mis propias emociones que son las tuyas y estoy seguro son las que todos compartimos. Muchas gracias Diego.
Sencillamente emocionante. Gracias Diego
ResponderEliminarDiego, gracias por esta carta dirigida Antonio, me ha emocionado hasta el punto de dejar correr unas lágrimas, algo raro y poco frecuente en mí. Has hecho recodar aquellos benditos años que marcaron nuestras vidas y crearon un fuerte lazo de unión en todos nosotros a pesar del tiempo transcurrido.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo de corazón. Compañero Paco Polo
De una sencillez absoluta, no por ello menos magistral. ¿Para qué mostrar los sentimientos personales de otra manera si se pueden hacer así, tan reales como estos?
ResponderEliminar¡Bravo compañero!
Amigo Diego:
ResponderEliminarQué maravilla de carta dirigida a nuestro compañero Rojas, que palabras mas bellas y bien expresadas. Gracias por traernos a la memoria tantos recuerdos en unas pocas palabras, pero muy acertadas y bien colocadas.
Gracias, un abrazo y un emocionado recuerdo a nuestro compañero y a los que lo siguieron después.
Paco Moreno Osuna.
Querido amigo Diego: Mucho tiempo ha pasado sin poder estar un rato juntos. Las nuevas tecnologías nos está ayudando a reencontrarnos de nuevo. Es como si un Pastor se afanara en reunir de nuevo a las ovejas que están dispersas por los montes de la vida. He leído tu maravillosa carta a Antonio Rojas. Me has emocionado mucho porque lo que escribes es exactamente lo que hemos vivido y compartido todos los compañeros. Yo le llamo a toda esta revolución interior el ESPÍRITU DE LOS ÁNGELES; no se concibe que después de 50 años, un ruinoso edificio sea tan querido por todos nosotros. En su interior dejamos muchas vivencias, muchos recuerdos y mucha amistad compartida. Por eso duele tanto la marcha de un compañero, porque con él se va parte de nuestra vida. ¡¡¡Enhorabuena Diego por esta carta abierta y por hacer que tengamos que beber agua para deshacer el nudo de la garganta. Un abrazo.
EliminarAntonio Estepa Romero
Recuerdo con enorme afecto todos los momentos relatados. En muy poco tiempo se crearon lazos fuertes de amistad que vienen reforzados por este providencial encuentro. Un abrazo para todos.
ResponderEliminarDiego, gracias por esta carta dirigida Antonio, me ha emocionado hasta el punto de dejar correr unas lágrimas, algo raro y poco frecuente en mí. Has hecho recodar aquellos benditos años que marcaron nuestras vidas y crearon un fuerte lazo de unión en todos nosotros a pesar del tiempo transcurrido.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo de corazón,Compañero.
Paco Polo
Querido Diego: hoy mismo he tenido acceso a este blog y enseguida me pongo manos en harina. Los de mi curso del 64 no conocimos a este compañero de quien hablas, ido tan temprano. Es igual. Nuestra hermandad nos engloba a todos los que fuimos afortunados de vivir en "tierra santa".
ResponderEliminarDe tu emotiva carta me ha llamado la atención la noticia, nueva para mí, de la muerte de Ricardo Goñi y de Juan Beteta. No lo sabía. De los otros sí que tenía conocimiento.
Mi recuerdo de Beteta es que era uno de los contrincantes para la hegemonía académica. Los empollones de mi curso éramos Pepe Ruz, Juan Beteta, Pablo Márquez y yo. La rivalidad llegaba a su punto álgido en el concurso de Cesta y Punto. MI equipo ganó dos ediciones, no es por ná.
Lo de Ricardo Goñi fue mucho más gracioso. Don Gaspar organizó un año que los seminaristas "más catetillos" fuéramos acogidos unos días en las casas de otros compañeros más cultivados. Yo pasé tres días con la familia de Ricardo Goñi, en Córdoba. Me llenaron de mimos y lo pasé genial, pero seguí luego igual de cateto.
Oye Diego, déjate ver, tío y ven a las reuniones de primavera.
Un abrazo para todos.
Amigo Fili: me alegra tener noticias tuyas de forma tan directa, creo que desde que dejamos el Seminario solo nos hemos visto, casualmente, en varias ocasiones cuando estabas en Reina Sofía, si la memoria no me falla. No hace mucho, cayó en mis manos tu libro Historia de mi consulta y otras imprudencias con el que, sinceramente, me he divertido mucho y después gracias a Paco Sánchez Sánchez he conocido tu blog Del breviario al Vademécum, del que he leído, preferentemente, aquellos que de alguna manera tienen relación con nuestra vida en los Ángeles o con los compañeros con los que compartimos aquellos maravillosos años Vuelta al Seminario lo he leído en varias ocasiones, el imaginario sueño de Jaime, pudo de forma real corresponder a cualquiera de nosotros, fueron realmente unos años maravillosos, inolvidables y llenos de amistad, una amistad que aún perdura, Blabla car una aventura muy divertida, el comentario de Estepa Romero estupendo y totalmente real, deberías autorizar al compañero Vilas a que pueda colgar en el blog los artículos que hacen referencia al Seminario, que los disfrutarán muchos compañeros.
ResponderEliminarRojas Lorente, fue la primera baja que sufrió el Seminario de Santa María de los Ángeles y el primer compañero que perdimos, lamentablemente después de Rojas vinieron otros, que también marcharon jóvenes. Efectivamente pertenecía al curso 63/64 y murió en el verano del 64, los del siguiente curso no tuvisteis la suerte de conocerlo, fue una gran persona y un magnifico compañero, yo como me dice el compañero Moreno Osuna tuve la suerte de disfrutar de Los Ángeles del 63 al 68, por ello me siento de ambos cursos.
Has tenido un lapsus en la lectura de mi carta, hago referencia a compañeros de otros cursos que han fallecido y entre ellos Rafael Goñi Orellana hermano pequeño de Ricardo que ingreso en el curso 66/67. A Beteta si que lo seguí viendo, con bastante frecuencia, debido a su trabajo en temas culturales en la Barriada de Alcolea y claro que recuerdo aquellos encuentros de Cesta y Puntos.
Fili claro que me dejo ver, no me ha movido de Córdoba y desde 1972 hasta el día de hoy estoy trabajando en la Diputación Provincial, salvo ocho años de excedencia que estuve de Delegado Provincial de Cultura pero también en Córdoba. La verdad es que siempre me he enterado de los encuentros anuales a toro pasado, si bien este año me remitió Contreras González un E-mail de Luna que recibí pocos días antes y me resulto imposible asistir, espero poder estar, el próximo año, en el encuentro de Montilla.
Saluda y darle un fuerte abrazo a los compañeros residentes en Sevilla, a los que también hace años que no veo.
Anímate y únete a este grupo, te alegrará ver colgados en facebook tantos recuerdos y fotos de aquellos años y sobretodo no de tu faceta intelectual sino de la deportiva.
Un fuerte abrazo.
Diego Ruiz Alcubilla
Diego, por causas de la vida ha llegado tu recuerdo de Antonio Rojas Lorente. Durante muchos años nos hemos conocido sin saber que nos unía esta persona. Mi mujer es su hermana, Ramona.. Hoy, con tu sentida carta nos has emocionado a los dos y en su nombre quiero agradecertelo. Rafael Arenas González
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