lunes, 31 de diciembre de 2018

REUNION DE LOS VICARIANOS CORDOBESES

EN NUESTRA SEDE DE LA SOCIEDAD DE PLATEROS 
CÓRDOBA, 27 DE DICIEMBRE DE 2018 


El hombre venido allende las montañas, Manolo Sepúlveda, como de costumbre, aguardaba a que el viejo portón de la Sociedad de Plateros chirriara y dejara expedita la entrada a la reunión mensual. A su lado, el Sr. Sánchez, le rendía pleitesía. Algo más enfundado en ropa, incluso con “gola” tal cual lo definía nuestros querido y lejano Francisco César, apareció el señor de las alturas, Antonio Martínez, sin bicicleta. De ello nos alegramos dado que, esta vez, no haría las diabluras (quería poner, dando por culete, pero no lo voy a hacer al estar en horario infantil) de rigor, al deslumbrarnos con su cegador faro. Paso franco pidió el siempre risueño Diego, que saludó, desde su altura con efusivos abrazos. No mucho más tardar, Juan Villén, otro margarito de nueva residencia (bueno ya lleva sus años) hizo lo mismo -viene siendo frecuente su presencia entre nosotros, de lo cual nos alegramos mucho. Siguiendo sus pasos, le tocó el turno al ilustre cronista de Dos Torres, Manuel Rafael Muñoz Medrán (dichos quedan su nombre y apellidos) Una vez sentados, entró alegre, con móvil en la mano y boca abierta de satisfacción, Antonio Gómez: no estaba cometiendo una falta de educación al saludar con el móvil en la mano, sino que muy gozosamente nos mostraba primero la foto de su pequeña nietecita. Pero más alegre aún, hizo acto de presencia Carlitos: solicitaba, a todos los vientos, felicitaciones. Como sabemos, en democracia, reconocer las cosas y más aún no molestarnos por la ideas y alegrías de cada uno de nosotros (ahí queda eso) así lo hicimos y tuvimos un ratito de coloquio, de buen coloquio, sobre los acontecimientos recientes de nuestra querida Andalucía. Un poco más tarde llegó Pacomo: nos deleitó con su experiencia reciente, recorriendo kilómetros en su moto; también nos obsequió con una buena muestra de sus excelentes fotos. 

La magnífica exposición de Manolo Jurado “La otra orilla del Bembézar” dio para mucho. Amén de recordar los pormenores de los lugares descritos y olvidados por muchos: 

-Los dos pavos reales que había detrás de la antigua piscina: uno se perdió y no volvió a aparecer 

-Los piconeros, haciendo picón, en la orilla opuesta del río. 

-El juego del “sumillo” 

En este momento de recordatorios, nos informó Diego de que la imagen de Los Ángeles se encuentra en el seminario menor de la C/ Sansueña, nº 3 de Córdoba.

Seguimos recordando: 

-El partido de futbol, en el que se enfrentaron unas pobres zapatillas de deporte, a unas lujosas botas de futbol y de cómo por no atreverse a entrar en enfrentamiento, ante tanta desventaja, a más de uno le costó una mala nota en conducta. Entiéndase que los portadores de zapatillas eran los de Santa María y los de las aguerridas botas, los del pueblo de al lado. ¿No es verdad Paco Sánchez? 

-De como Pacomo, salvó de un mal trance a Manolo Vida, ante la crecida del Bembézar. 

Dicho sea de paso, insistimos a Antonio Gómez para que volviera a sus andadas de publicar en el blog. Esperemos que surta efecto nuestra rogativa. Desde aquí, insistimos en ello. Animo Antonio. 

Quedó claro que cada uno de nosotros tuvo vivencias personales individualizadas. El mundo que se construía cada uno, era distinto al del otro. Carlitos apuntó que él estaba donde quería y por lo tanto se labró su realidad. Ciertamente esas realidades estaban muy influenciadas por el adoctrinamiento (dicho sin rencor) y su forma de interiorización personal. 

Ala, rienda suelta a lo importante… los caramales y el atún con tomate, al gusto de todos, es decir: 

-Caramales con mucha mahonesa, con poca,sin. 

-Atún, con, sin, bien despachado. 

-Jamón con mucho aceite y el tomate partido finito y que no se caiga por los lados. 

Queda demostrado que, Juan y Jesús, tienen una paciencia a prueba de “gente mayor” (Juan y Jesús ya sabéis que son los amigos camareros) 

Hemos de acostumbrarnos a ser claros y concisos, como cuando se pide “una ensalada acompañada de gambas rebozadas” ¡Buena pinta tenía la ensalada! 

Por cierto, dejo a la buena memoria de alguien que se atreva a describir el río “Cañamares” Río este que, Pacomo, habló de su existencia pero al que no supimos delimitar con toda certeza. ¡Venga, esto puede dar pie a una buena “Redacción” ¿Recordáis cuando teníamos que hacerla? 

Bueno, ya está. Esto se ha terminado por hoy 

Hasta la próxima. 

¡¡Feliz Año 2019!!

Sábado, 29 de diciembre de 2018 
Andrés Osado 

miércoles, 26 de diciembre de 2018

EN LA OTRA ORILLA DEL BEMBÉZAR

El tiempo pasa volando


Queridos amigos vicarianos, los que habéis seguido mis relatos en el blog, (este es el noveno), habréis notado un ir y venir en el tiempo. De Santamaría a San Pelagio y también a la inversa. Como en un bucle temporal, intento volver al inicio de todo, pero desde luego, sin pretender cambiar el rumbo de los acontecimientos. Eso es imposible. 

Tampoco ha sido algo premeditado, me ha salido de esta manera y he contado las vivencias en ambos Centros según han surgido desde mi memoria. Me ha parecido que podían interesar a muchos de vosotros y las he querido compartir. 

El sábado 12 de mayo de este año 2018, hicimos una visita muy especial. Después de 50 años justos, volví a entrar en nuestra antigua y añorada “casa”. Muchos sentimientos y nostalgias afloraron ya desde el principio de la excursión, al ir bajando por el camino desde los llanos del pozo y, sobre todo, en la última curva, divisando el edificio blanco que nos acogió a muchos de nosotros durante cuatro años, los del final de nuestra niñez y primera adolescencia. 

Todo esto lo plasmó magistralmente nuestro amigo José María Rivera, el “Fili” como a él le gusta que le llamemos, en su inmejorable crónica “Regreso a los santos lugares”. 

No voy a insistir en el magnífico día de convivencia, en lo corto que se nos hizo el tiempo ni en las tremendas ganas de volver que nos quedaron. 

También es muy complicado expresar sobre el papel la cantidad de recuerdos, sensaciones y reflexiones que pasaron por mi mente en aquel día y en los días siguientes, sobre todo cuando ordenaba el archivo de fotos y vídeos que entre todos realizamos y compartimos. 

Una vez visitadas y fotografiadas todas las dependencias del ala derecha del edificio, comencé a descender las escaleras que me llevarían a la gran zona de recreo. Avanzaba por el camino que nos conducía a la sala de juegos. A mi izquierda un muro con la pintura muy ajada, (en su día era blanca), de algo más de un metro, tenía como misión protegernos del precipicio de la ladera de la montaña, completamente llena de un espeso matorral que descendía hasta la misma orilla del río. 

Mi cabeza de niño se asoma por allí con gran curiosidad, intenta calibrar el peligro real que supone iniciar una bajada por aquella interminable pendiente. Luego, mi mirada se concentra en el enorme árbol que, a sólo unos metros, emerge entre la espesura. El almez está floreciendo con hojas lanceoladas y muy verdes. Nunca lo había visto antes de llegar aquí, pues este árbol no existe en el campo de mi pueblo. Seguro que para el otoño ya tendrá almesas, unos pequeños frutos que en su madurez son de color negro. Almesas que desde el curso anterior, en primero, habían empezado a formar parte de mi dieta para compensar las comidas que no me gustaban. Sí, son pequeñas y con mucho hueso, pero están dulces y aportan un buen alimento. Pienso: “Qué pena que no haya almesas durante todo el año...” 

Doy unos pasos hacia adelante y me encuentro situado frente a la primera entrada de la sala de juegos. Estoy esperando turno para jugar al pichoncho, que se me da bien. Me gusta más el ping-pong, pero la mesa está muy solicitada y los dos futbolines también. Es domingo y a las diez y media, apenas hemos acabado de desayunar, hemos salido todos corriendo escaleras abajo, aunque sólo los más rápidos han conseguido ocupar los primeros puestos en todos los juegos disponibles; los demás a pedir turno. Por mi parte no hay prisas, tengo por delante tres largas horas de recreo para disfrutar jugando y paseando. 

Muchas veces tengo la sensación de que el tiempo pasa lentamente, demasiado despacio. Los días son largos, los contabilizo y los tacho con una cruz en el calendario; los meses me parecen interminables. En un horizonte muy lejano queda el fin de curso y las ansiadas vacaciones. 

Apoyo mis codos en el blanco muro. Mis ojos se posan en el río, sus aguas mansas rezuman tranquilidad, son el mejor ejemplo de que el tiempo se ha detenido. 

En la otra orilla del Bembézar, por el camino estrecho y entrecortado por los múltiples salientes de la montaña, vislumbro un rebaño de cabras avanzando lentamente. En la parte trasera un pastor y un pequeño zagal, quizás su hijo, cierran la comitiva. Los observo desde la distancia y poco a poco una sensación de LIBERTAD invade mi espíritu. 

Un camino por recorrer, múltiples destinos a los que llegar, sin barreras, sin obligaciones, sin toques de campana, sin pitidos de silbato, sin “palmadas” para llamar la atención, sin horarios rigurosos. Me parece un sueño, pero es real. Existe otro mundo muy diferente al que yo estoy viviendo. No sé muy bien cuál es el mejor, pero otros ya han decidido por mí y es el que tengo que seguir para hacerme un hombre de provecho en el futuro. 

Este semestre de 1.966 está siendo especialmente duro. Atrás quedan los acontecimientos de amargo sabor por el trato con Don José Delgado y las dos entrevistas en el despacho de Don Gaspar. Establecimos una tregua pero mis sentimientos continúan a flor de piel. Por todo esto, he dado un gran bajón de rendimiento en los estudios y así lo reflejan las malas notas cosechadas en este último control trimestral. Deseo con toda mi alma que el largo semestre termine cuanto antes, que las vacaciones de verano dejen en el olvido los malos momentos y que cicatricen todas las heridas abiertas. 

Me uno a la comitiva del rebaño de cabras. Ahora, caminando por aquel sendero, respirando el aire fresco de la umbría de la montaña, me siento liberado de todas mis obligaciones y preocupaciones. Es como abrirme a un nuevo horizonte, a una nueva vida. No quiero regresar. 

Casi de inmediato unos sentimientos de “mala conciencia” arruinan mi caminata pastoril. No tengo derecho a albergar estos pensamientos de evasión. Nadie me ha obligado a iniciar unos estudios en el Seminario. Es más, un par de meses atrás tuve la oportunidad de volverme a casa. No atesoré entonces la suficiente fuerza para tomar esa decisión, pesaron mucho más las circunstancias y el qué dirán. 

No estoy siendo justo con mis ensoñaciones. Además, qué podrá pensar ese zagal al que pretendo acompañar con el rebaño. Eso, qué pensará ese chico. Qué preguntas rondarán por su mente al contemplar desde la otra orilla, un edificio blanco, enorme y solitario en esta falda de la montaña. 

Ya le habrán contado que en este edificio, chicos como él, estudiamos para ser sacerdotes algún día. Intento adivinar sus pensamientos: “Qué suerte tienen esos chavales al poder seguir estudiando”. “Yo he tenido que faltar muchos días a la escuela para ayudar a mi padre”. “Me hubiera gustado que me diesen la oportunidad de entrar en un lugar como ese”. “Ellos seguro que son hijos de padres ricos”. “¿Pero realmente estarán más cerca de Dios? ¿Habrán conseguido hablar con Él?” 

De repente una voz me saca de mis pensamientos. 

-¡¡Manolo, Manolo, que ya nos toca jugar, ven rápido que perdemos turno!! -es mi amigo Manuel Rafael, formamos muy buena pareja de pichoncho. 

-¡¡Ya voy, ya voy!! -le contesto. 

Me giré sobre mis talones, con unos pasos rápidos crucé el camino y con la mano empujé la puerta, pero la puerta no se abrió. Lo intenté de nuevo sin éxito. “No puede ser... si sólo han pasado unos segundos... si acabo de oír su voz...”Miré a través del cristal y todo estaba muy oscuro. Instintivamente avancé unos pasos y me situé delante del ventanal grande enrejado. No había luz, era como si de golpe se hubiesen marchado todos... Me acerqué más al cristal y pude contemplar un dibujo en la pared: un seminarista con sotana chutando con fuerza un balón de fútbol. Ni rastro de nuestras mesas de juegos. En su lugar un sin fin de herramientas y materiales de obra. 

Eché mano a la máquina de fotos, miré a través del objetivo y desistí de disparar. No merecía la pena, la sala de juegos no se parecía a la que tengo registrada en mis recuerdos. Sentí una pequeña frustración. 

Quise seguir avanzando por el camino, al levantar la mirada me di cuenta que unos metros más adelante había un cortado con mallas de alambre y dos grandes perros vigilantes me impedían el paso. 

Me volví sobre mis pasos mientras trataba de darme ánimos: 

-“Venga Manolo que todavía te quedan muchas estancias por visitar, la capilla, el comedor, el despacho de Don Antonio Pedro Llamas, los dormitorios en los que estuviste... son muchos los recuerdos por refrescar y realmente el tiempo pasa volando...” 


Me han dado pie para escribir este relato los recientes comentarios en el blog de Andrés Osado, Pedro Calle y Pacocesar, que me invitaban a confeccionar un croquis y poner nombres a las distintas dependencias del Seminario de Hornachuelos. 

Asumí el compromiso de reordenar las fotos del reportaje que hice aquel día, poner nombre a los dormitorios que aún recordaba y compartirlo con todos vosotros. Estoy en ello y a punto de terminarlo. 

Seguro que encontraréis errores y olvidos. Estaré encantado de que me ayudéis a subsanarlos y con mucho gusto haré las rectificaciones oportunas. 

Gracias por vuestra paciencia y comprensión. En estas fechas: Salud, Paz y Bien. 

Un fuerte abrazo para todos y cada uno de vosotros. 

Móstoles, 20 de Diciembre del 2018. 
Manuel Jurado.

jueves, 20 de diciembre de 2018

COMIDA DE NAVIDAD DE LOS VICARIANOS CORDOBESES

Comida de Navidad
Córdoba, 16 de diciembre de 2018 

Como se demostró, a pesar de la novedad del sitio, todas las personas encontraron el sitio, con más o menos dificultad. Efectivamente, pasando la primera rotonda que dirige el Leroy, la primera desviación de la carretera, dirección Almodóvar, Posadas y Palma (creo que nombrando estos tres pueblos, ya esta bien. “Trato” de que no haya “trato” de favor, “tratando” de poner los pueblos de personas allí implicadas, sintiéndose bien “tratadas”) 

Sorteado el mal trago (¡eh, ya pensabais que iba a poner trato… pues nó, aunque verdaderamente, muy bien tratadas no fuimos) iba diciendo lo del mal trago, de si pongo o no ponga más mesas, de si me habíais dicho tantos y sois tantos… “Pues si no, nos vamos”. Comenzamos a hacernos cargo de las viandas, que no caramales. Primero hubo de delimitar el territorio que abarcaba los dominios de cada uno. Es decir, como era un plato para cada cuatro personas y el inicio, o cabecera de mesa, empezaba por impar… nuestro segundo camarero (algo más amable que el primer interlocutor) estableció, a “motu proprio” el terreno de juego: interpuso un muro, que ya muchos quisieran tenerlo, del que nadie podía sobrepasarse, so pena de “excomunión” Como no se oyeron trifurcas, quiere decir que la cosa funcionó. 

Lo que no funcionó, no queda más remedio que decirlo, es la distribución: una mesa tan larga, que ni con trompetilla se oía a la persona que teníamos en el muro siguiente; y lo de siempre, dos equipos, uno de mujeres y otro de hombres. 

¡Pues sí que he empezado yo bien, con una crónica de comida navideña! 

Bueno, no todo tuvo un cariz algo displicente. Charlamos, como pudimos, nos reímos y felicitamos las fiestas. 

Antes de nada, brindamos: por los compañeros que aún no estando aquí abajo, si lo están en nuestros corazones; por los que no pudieron venir, por la salud de todos y por las personas allí reunidas. 

Como no podía faltar, nuestro querido Manolo Casimiro, tuvo la (poned el adjetivo que queráis, a tanta generosidad) yo diría cariño, regalando, lo pongo bien detallado para que no se olvide nada (por cierto me lo han tenido que chivatear (y eso que llevaba la agenda que me regaló Diego): 

- Cruces para, Jesús Yamuza, Alfonso Belmonte y Juan Hinojosa. 

- Un cuadro titulado “Las flores de Orjiva, para Lola y Manolo Sepúlveda. 

- Otro cuadro para Isabel y Pacomo. 

- Una mini cruz para la vitrina de Plateros. 

- Dos décimos de lotería, “51.320” para todo el grupo. 

- Pero aún más, abundó en su gran sentimiento de grandeza, al sortear el cuadro “Abderramán” La suerte recayó en nuestro querido compañero Antonio Camacho, que con gran alegría recibió tan preciado regalo. 

¿Se puede dar más? Pues nosotros, humildemente, le hicimos entrega de un pequeño vale para que, en El Corte Inglés, se comprara aquello que buenamente necesitara para sus excelentes cuadros. 

A bombo y platillo, respaldado por unos regios toneles de buen vino, se le impuso el “Solideo Vicariano” al sin par Paco Contreras. A la sazón, organizador del evento. (en cónclave, analizaremos, no la organización, sino el sitio) Algunos, más bien por el gustillo, se sometieron nuevamente a tal imposición: ¿no es verdad, Alfonso y Pedro? Por cierto, Alfonso, te deseamos la mayor suerte del mundo en tu nueva intervención, que sea la definitiva. 

Así transcurrió esa comida navideña. No hubo cánticos, pero sí mucha alegría. Muchas anécdotas del pasado, dignas de ser contadas en otro apartado y del que me comprometo a hacerlas. Como a Paco Contreras lo tenía casi enfrente, pude escuchar muchas de ellas. Supongo que, en otras demarcaciones, discurrió el juego por los mismos derroteros. De Mateo también pude escuchar algunas muy buenas, como la de la ralladura en el pasamanos de la escalera, por la cual nos tuvieron dando vueltas, en el patio, durante un larguiiiiiiiisimo rato. 

Y como siempre que algo empieza… Fuimos despidiéndonos y deseándonos todo lo deseable. 

Que tengamos unas Felices Fiestas. Todo lo mejor para el año que viene. 

Sed felices. 

Andrés Osado 

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lunes, 17 de diciembre de 2018

Crónica de la 32ª Reunión Grupo Madrid

Casa de Antonio López Arenas.
15 de diciembre de 2018 
Madrid 

Es doloroso decirle adiós a compañeros que se van bajando del tren de esta vida. Pero hay que seguir adelante, sabiendo que nunca los olvidaremos porque fueron un regalo para nosotros. 

Cesáreo Gabaraín Azurmendi, sacerdote y compositor vasco (Hernani 1936-Anzuola 1991), compuso, entre otras muchas, “La muerte no es el final”, una preciosa canción religiosa. Las Fuerzas Armadas hizo suyas dos estrofas para honrar a sus muertos. He tomado prestada de Gabaraín su preciosa obra para hacer lo mismo con todos nuestros compañeros que nos dejaron: 

“Cuando la pena nos alcanza 
por el hermano perdido, 
cuando el adiós dolorido 
busca en la Fe su esperanza. 

En Tu palabra confiamos 
con la certeza que Tú 
ya le has devuelto la vida, 
ya le has llevado a la luz.

Ya le has devuelto la vida, 
ya le has llevado a la luz.” 

Como un novio se engalana el día de su boda, así lo hacía yo delante de un espejo de dos puertas, único lugar donde me puedo ver el ancho completo. Y lo hacía con ilusión y alegría, como el inminente desposado, aunque el acicalado no llegara, ni de coña, al resultado de aquél. 

Desde el pasado 3 de marzo no visitábamos el complejo residencial de Antonio. En esta ocasión hemos entrado a saco. Ayer llegaba de Bulgaria y no le hemos dado la oportunidad de descansar. Antonio López se asemeja mucho a las aves migratorias: la grulla común (Grus grus), la becasina (Limosa lapponica) o el charrán ártico, la más viajera de todas. Bueno pues nos recibió con la misma lozanía que un oso después de la hibernación. La eterna sonrisa a flor de piel y su extremada generosidad daba fe de ello. 

Creí que llegábamos temprano y nos recibió, detrás de la reja, Carmen con su eterno cigarro entre los labios. Andrea y yo pasamos unos minutos angustiosos antes de que se abriera la ancha cancela. El motivo fue que los comensales, Rafa, Manuel, Manuela, Antonio Porras, Pilar y el anfitrión, se encontraban en el ala este del edificio y claro, pasa un tiempo. Tengo que sugerirle a Antonio que sería imprescindible la compra de un cochecito de esos que hay en los campos de golf. Se ahorraría muchos pasos. 

Cuando entramos, la cocina parecía un centro de Cáritas, de tantas bolsas como había. Dejamos la nuestra y saludamos a los anteriormente mencionados. Enseguida llegaron Consuelo y Victoriano. 


La organización de la comida corrió a cargo de Jurado. Unos días antes nos fue asignando a cada uno las viandas que tendríamos que llevar para no repetirlas. 

Desde el minuto uno hasta el final del ágape estuvo Manolito Jurado trajinando en la cocina. ¡Este tío le quita el puesto a Chicote! Aunque él lo niegue, hizo un gran sacrificio por la comunidad. Yo también hice mi papel, más modesto, de degustador. Comencé con el salchichón de Rafa Vilas, no el suyo, sino uno que se trajo de Priego; ¡extraordinario! Como lo fueron los choricitos, solomillos y empanada de Manuela, langostinos de Consuelo, ensalada de mariscos de Vale, tortillas de Andrea y tarta y trufas de Pilar. Estas exquisiteces fueron regadas con vino de Antonio. 

El descenso de temperatura nos obligó abandonar la terraza y pasar al comedor. En esta ocasión no me gustó la distribución de los comensales. Nos sentamos por parejas y la conversación fue entrecruzada lo que me llevó a agudizar mucho más mi desgastado oído medio. Así pude oír a Victoriano decirnos que la noche anterior hubo corrida. Vuelta al ruedo y ovación fue el resultado en el primero y único astado. Consuelo ratíficó la faena, añadiendo que el torero está mejor que cuando empezó de maletilla. En la próxima reunión nos tiene que pasar los trastes. La alternativa vendrá más tarde. 

En este maravilloso encuentro sólo faltaron los ausentes. Rafa Vilas sigue en forma con sus interminables chistes y Victoriano haciendo el papel del viejo “Tacañón”, increpándole cariñosamente por lo cansino de su exposición humorística. En los postres, se nos unió Manuel a la mesa. Con lápiz y papel iba dibujando los distintos planos del edificio de los Ángeles para posteriormente consensuarlo con los demás. ¡Y aquí es donde se lió! 

Manuel , enhiesto, explicando la distribución del edificio y Rafael Vilas emulando los gestos de una azafata para informar al pasaje de las medidas de seguridad. El fallo estuvo en no poderlos grabar. Nunca me podría imaginar la cantidad de gestos y posturas que Rafa es capaz de hacer con su generoso cuerpo. ¡Yo creo que algunos miccionamos de tanta risa! Y Manuel sin inmutarse. Con la misma seriedad y dignidad de un enterrador. ¡Dos papeles dignos de Alfred Hitchock! 

Brindamos con un exquisito sorbete, especialidad de la casa, y lanzando al aire nuestras tenores voces con canciones patrióticas: “Soy cordobés” “Cordobesita” etc. 

Y llegó la despedida. Sentidos abrazos y el corazón a rebosar por este nuevo encuentro y los buenos deseos navideños. 

Sólo me queda desear, en nombre del Grupo de Madrid, a todos los compañeros en general que paséis una Feliz Navidad y que el 2019 os traiga todo lo bueno que os merecéis. Especialmente SALUD. Yo brindo con vosotros para que nunca perdamos las ganas de comer. 

Paz y bien.

Antonio Estepa Romero
Móstoles

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miércoles, 12 de diciembre de 2018

Manuel Aranda Madueño se ha marchado

11 de diciembre de 2018

Hoy se ha marchado Manolo Aranda Madueño; uno de nosotros; y con el se ha marchado un gran trozo de corazón y mucha de nuestra infancia.

Manolo había nacido en La Granjuela un 15 de septiembre de 1952. Nos unimos para toda la eternidad aquel lejano 4 de noviembre de 1963 en el seminario menor de Santa María de los Ángeles, en Hornachuelos y una vez pasada la parte de la vida que todos hemos empleado en hacer una familia y un hueco donde vivir honradamente de nuestro trabajo, volvimos a reencontrarnos, casi cincuenta años después, para decirnos que nos queríamos y seguíamos siendo aquellos niños que nos apretábamos como gorriones para darnos el calor de la familia que habíamos dejado para seguir una infantil vocación.

Hoy la enfermedad ha roto su ser y un bastante del nuestro; pero lo que no ha podido romper es el cariño de hermanos con el que hemos pasado estos años vicarianos.

La familia de los Ángeles queremos estar en estos momentos tan duros con los suyos, que son también nuestros y unirnos al dolor de su pérdida ya que tuvimos la dicha de compartir la alegría de su vida.

Descansa en paz, amigo Manolo. Tu recuerdo nos unirá aun más.

No es una despedida. Es un hasta luego.



Rafael Vilas
11 de diciembre de 2018




Un brindis por ti, MAM 

Esta coplilla, escrita y cantada por nuestro querido amigo, Manolo Aranda Madueño, (gracias Pacomo por ella y por la foto) resume a la perfección, lo que él era: sencillo y a la vez, grande de corazón, siempre con una sonrisa en la boca. Vaya pues, como homenaje y agradecimiento, de haberlo podido disfrutar como amigo. GRACIAS DE TODO CORAZÓN AMIGO MAM



UN BRINDIS POR LA AMISTAD 

La Amistad. 
La Amistad que estos hombres cultivan, 
porque se conocieron mucho tiempo atrás. 

Es tan bella, intensa y bonita, 
y henchida de gracia y de felicidad. 

Y yo creo que fue, 
que, en la sierra, al pie del Bembézar, 
creció la nobleza en el 63… 

Y yo creo que fue, 
que, en la sierra, al pie del Bembézar, 
creció la nobleza en el 63… 

Gracias, MAM, por las sonrisas que nos has dado. 

¡Hasta siempre!

Andrés Osado Gracia
Córdoba, 11 de diciembre de 2018

Sus restos mortales descansan en su pueblo natal, La Granjuela y la misa funeral será el próximo día 19 de diciembre, alas 19:00 hras. en la Iglesia de San Miguel de Córdoba.

sábado, 1 de diciembre de 2018

CRÓNICA DE LA REUNIÓN DE LOS VICARIANOS CORDOBESES

EN NUESTRA SEDE DE LA SOCIEDAD DE PLATEROS 
Córdoba, 29 de Noviembre de 2018 

Un día más, se triunfó y se puso el cartel de “todo vendido” 

Por lo tanto, hubo que ampliar el aforo y trasladar a los a salón, conde sus señorías pudieron tomar acomodo. Por cierto, esta vez no me tocó la pata de la mesa. Algo es algo. Aclarando, algo más y apartando la euforia del comienzo, he de decir que notamos muchas ausencias. Todas excusables, pues sus señorías no faltan porque sí. 

A lo que vamos. 

Hubo que celebrar muchos acontecimientos y por ello se sirvieron, por invitación, unas copitas de vino con sus correspondientes tapitas, a saber: cumpleaños de Jesús Yamuza; cumpleaños de Manolo Sepúlveda y santo de Andrés Osado. Primeramente, efectuamos un brindis por nuestros amigos Andrés Luna y Antonio Crespo. 

Antes de seguir, he de decir que, la reunión de esta noche me ha producido un especial sentimiento de sosiego. Se ha hablado distendidamente, apaciblemente, sin muchos atropellos en el turno de palabra. Bueno, el sr. vicariano por Almodóvar hubo de imponer sus reales, en algunos momentos de su intervención. Es que, me cachis en diez, no le dejábamos hablar. Yo diría que no paró. ¿Verdad, amigo Paco Contreras? Es que se le notaba feliz. Nos alegramos por el. 

Fructífera, como siempre, fue la presencia de nuestro querido Pedro Antonio. Personalmente, creo hablar por boca de todos, tuvo para con nosotros una excelente y clarificadora conversación. Bravo por ti, amigo Pedro Antonio. 

Pasamos revista a nuestros achaques, a los de nuestras queridas compañeras y también, a los del guardia del Realejo. Para eso estamos en la edad… 

También tratamos de animarnos y proponernos animar a los demás, para que la Comida de Navidad, nos convoque a un gran número de Vicarianas y Vicarianos. 

Asimismo, planteamos la posibilidad o casi la única solución, para ir cómodamente a Conil, el hacerlo en autocar. De esa forma no tendríamos el problema de tener que pernoctar en esa localidad. Podría ser, salir a las 7 horas y regresar sobre la 20 o 21 horas. Ya lo plantearemos, pero claro, como siempre, es necesario que nos pongamos las pilas y nos apuntemos lo más pronto posible. Sobre todo, quien tenga claro que no puede ir, que lo diga rápidamente. 

Pronto se acabó la reunión, pero nos llevamos una sensación agradable. 

Será hasta la próxima. 

Salud para toda la comunidad.

Andrés Osado Gracia