jueves, 14 de enero de 2021

EN ESTA ORILLA DEL BEMBEZAR TRES AÑOS DESPUÉS

EN ESTA ORILLA

"Y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son...
Calderón de la Barca 



-Manolo, no te enrolles tanto con las fotos que nos quedamos atrás. 

-Vale. Ya vuelvo con vosotros. 

Es mi amigo Pedro. No me quiere dejar solo ni un minuto. Desea que le haga de guía particular e ir comentando juntos cada una de las dependencias del Seminario. Está como un niño con zapatos nuevos. Después de tantos años transcurridos, tenía muchísima ilusión por volver a este lugar. 

La vedad es que han hecho un gran esfuerzo para venir desde Alicante, él y Mónica su mujer. Lo veo feliz, pero lo tiene todo tan olvidado que da la impresión de que nunca hubiera estado en este Centro y fue su residencia nada menos que durante tres largos cursos. 

Por fin se ha podido organizar de nuevo esta visita a Stª Mª de los Ángeles. Temíamos que este primer sábado de junio pudiese ser un día demasiado caluroso, pero se ha presentado con una temperatura tan agradable que nos está permitiendo disfrutar de esta jornada de convivencia. 

Hemos empezado la visita por el ala derecha del edificio, donde está situado el estudio. Un grupo numeroso de compañeros estamos subiendo las escaleras hasta la primera planta. Ya en el rellano, cogemos el pasillo que conduce al estudio. A nuestra derecha está la puerta de entrada a los servicios, los cuales continúan completamente deteriorados, a su lado, otra puerta da paso a un pequeño cuarto que en su día servía de peluquería. 

A continuación, 2 aulas acristaladas con cristal opaco, de tal manera que deja pasar la luz del exterior, pero no permite ver con nitidez los detalles del interior. Vuelvo a llegar a la misma conclusión de la anterior visita, que estas aulas no estaban hechas, al menos, durante los cuatro primeros cursos de nuestra promoción del 64. Se debieron construir después. 

Observo que nadie dice nada al respecto. El personal va un poco en la inercia, comentando sus opiniones sólo con el compañero de al lado. 

Como consecuencia de la construcción de estas aulas, el espacio que ocupa el estudio es mucho más reducido. Tal como está ahora mismo, es imposible que cupieran los más de 230 pupitres de los alumnos que pasamos por aquí, a lo largo de todos los primeros cursos. 

Me quedo atrás para sacar unas fotos sin tanta gente. Todas las paredes del estudio lucen perfectamente pintadas de blanco. Me acerco a la pared del fondo, en su parte alta, repintada en rojo, resalta la frase: “Padre santifícalos en la verdad. Tu palabra es la verdad”. Para mi sorpresa puedo ver, a modo de firma, un círculo de unos diez centímetros y en su interior un ángel alado con cuernos. 

No puede ser...Esto me parece una conjura satánica. No tiene ningún sentido... Salvo que haya un interés desconocido en ocupar esta estancia como gran sala para los rituales de alguna secta diabólica... 

Mientras rechazo estos últimos pensamientos, me apresuro por alcanzar al grupo. Ahora subimos las escaleras hasta la entreplanta donde estaba situado el despacho de Don Moisés. En la subida hemos hecho varios giros dejando atrás sus correspondientes descansillos. Me parecen demasiados escalones, es como si estuviéramos dos plantas más arriba... Por fin llegamos. En la parte izquierda se encuentran los restos de las dependencias que usó mi paisano Don Moisés. Otra puerta a su derecha es la entrada directa al dormitorio de San Francisco Javier. Esta entrada es nueva, antiguamente no existía. El acceso original estaba por las escaleras centrales del comedor, en la primera planta, al final del pasillo que conducía al Coro. 

Este dormitorio tiene muy avanzada la reforma. Conserva el tabique central hasta el mismo techo y es muy luminoso por ambos lados. Se ve que las taquillas las están agrandando, de cada 2 están consiguiendo una más espaciosa. Todo apunta a que lo van a seguir utilizando como dormitorio corrido. 

En este preciso momento nuestro amigo Antonio Estepa, que hace magníficamente las labores de guía, reclama nuestra atención: 

-Chicos. Escuchadme por favor. Me acaban de dar la noticia de que la piscina la están llenando de agua. No nos podemos perder este acontecimiento totalmente imprevisto. Os propongo que nos vayamos rápidamente todos para allá. 

La gente comienza a bajar las escaleras con cierta prisa. Protesto para mis adentros...No me lo puedo creer. Lo más lógico sería continuar con la visita a los dormitorios de los pisos de arriba, pero la mayoría desciende completamente encantados con la noticia. Escucho comentarios sobre que algunos han venido preparados con el bañador. Es increíble que haya personas que piensen en todas las situaciones que se puedan dar. Encima si ahora se paran a darse un baño, seguro que no nos dará tiempo a completar la visita a todas las dependencias. 

Terminamos la bajada de los últimos escalones. Antes de salir al camino hago la intención de echar un vistazo al dormitorio de camarillas situado enfrente de la Enfermería. Pedro que se da cuenta de mis intenciones, amablemente me dice: 

-Manolo no tardes mucho. Nosotros seguimos con el grupo hasta la zona de la piscina. Allí te esperamos. 

-Vale. Nos encontramos dentro de unos minutos. 

Compruebo que la estancia se conserva igual que en la última visita. Todos los tabiques de separación de las camarillas derribados y los escombros amontonados por el suelo. 

Intento calibrar visualmente si en la parte más próxima a la puerta, habría espacio suficiente para albergar un aula, en aquellos tiempos. Llego a la conclusión de que parece algo pequeño pero que bien pudo estar situada en este lugar. 

Esta es una duda que me ha asaltado en estos últimos años. En el curso del 64, la distribución de aulas era la siguiente: 2 clases para segundo curso y 3 clases para nosotros los de primero. Por tanto se necesitaban en total 5 aulas. Si arriba, en los soportales del patio grande, sólo había 4 aulas, la pregunta es: ¿Dónde se encontraba la quinta aula? 

Lo único seguro es que yo formaba parte de esa clase “errante”. Tengo recuerdos muy nítidos de Don Moisés dándonos clase de Geografía, ocupando los primeros pupitres en el estudio. Incluso de estar haciendo un examen mensual o trimestral de esa materia. 

También tengo algunos recuerdos, pero como más borrosos y lejanos, de recibir clase de Don Eduardo Mármol, en esta misma dependencia que ahora contemplo. 

Mientras pienso en todas estas dudas salgo hasta el camino. En vez de ir hacia la izquierda en dirección a la piscina, tomo el sentido contrario. Una gran fuerza interior me impulsa para aquella zona. Ahora estoy bajando la pequeña pendiente que lleva hasta la sala de juegos en la que tantos momentos felices hemos disfrutado. 

Al pasar por el almez, no puedo resistir la tentación de situarme bajo su sombra y de apoyar mis brazos sobre el muro. Me encanta este lugar, podría pasar horas contemplando el paisaje a solas con mis pensamientos.

En esta orilla del Bembézar, las vistas del río con su entorno de frondosa arboleda y espeso matorral, me serena el espíritu. Si cierro los ojos y dejo fluir los recuerdos, parece que puedo escuchar con total claridad las voces de los que están en la sala de juegos, los golpes de la pelota de ping-pong en la raqueta, los chutes metálicos de la bola del futbolín, los sonidos de las fichas de madera en la mesa del pichoncho... 

Que rápido ha pasado el tiempo. ¿O quizás los que pasamos, somos nosotros? No sé. Esto del tiempo tiene una complicada definición. Cada cual tiene una percepción muy subjetiva del paso del tiempo. Dice Sean Carroll en su libro que el tiempo es nuestra manera de saber cuándo suceden las cosas, que marca “momentos”, que mide la duración de esos momentos y que se mueve desde el pasado al futuro, es una flecha unidireccional. 

No podemos volver al pasado, pero nuestra mente nos trae recuerdos lejanos, aunque la mayoría los tenemos ya completamente olvidados. Las neuronas se han ido ocupando en otros menesteres más cotidianos a lo largo de nuestras vidas. 

Centro mi mirada en la fastuosa ladera de la montaña que tengo enfrente, prácticamente no se distingue el camino, lo cubre la espesura de la vegetación. Me vuelve el recuerdo del pequeño zagal detrás del rebaño de cabras. Sí, es como una imagen recurrente. Muchas veces me he preguntado, qué habrá sido de él, cómo le habrá ido en la vida. Supongo que habrá tenido momentos buenos y otros malos. Ojalá que el balance sea positivo y haya sido, o aún sea, una persona feliz. 

Me acerco hasta el gran ventanal de la sala de juegos. Todo está muy oscuro y completamente cerrado, sigue llena de materiales de obra y distintas herramientas. Da la impresión de que las reformas van muy lentas, quizás demasiado. 

Observo que a las rejas del ventanal hay anudadas dos cuerdas gruesas, del tipo maroma, minuciosamente colocadas en círculos sobre el suelo del camino. No entiendo qué función pueden tener... La única que se me ocurre es la de poder lanzarlas al precipicio y usarlas para descender por ellas y practicar la escalada. 

No sé quién habrá tenido semejante idea. Me parece una completa locura, a nuestras edades no estamos para este deporte tan extremo. Conmigo desde luego que no cuenten... 

Ante tanto despropósito, decido que lo mejor es regresar con el grupo, que ya ha debido llegar a la piscina. De vuelta por el camino, me sorprende que la cuesta es mucho más pronunciada de lo que yo recordaba... voy a tener que ir más despacio y con los pasos más cortos. Echo en falta no tener a mano el bastón de senderismo. Qué digo... incluso las botas de montaña, la subida poco a poco se está convirtiendo en un resbaladizo pedregal... Si continúo sudando de esta manera, cuando llegue a la piscina, voy a ser el primero en darme un chapuzón, aunque sea en calzoncillos... 

A lo lejos escucho un pitido semejante al sonido que produce un portero automático... 

Seguidamente: 

-Niñoooo !!! Levántate que ya han llegado los chicos. 

Maldita sea.... Esta siesta me he quedado bien dormido... Trato de incorporarme. 

–¿Me has oído? – Mi mujer insiste. 

-Sí. Ya me levanto. 

Oigo por el pasillo los pasos en carrera de mi pequeña nieta que se acerca hasta la habitación. 

-Abuelooooo!!! Que ganas tenía ya de verte. 

Sentado en la cama se funde conmigo en un cariñoso abrazo. 

-Y yo a ti también, preciosa. 

Queridos amigos, muchas gracias por leer este “somnus interruptus”. Que en este nuevo año todas vuestras ilusiones se vean cumplidas y nos podamos encontrar en esa deseada visita al Seminario. 

Os envío un abrazo fuerte y virtual a todos. Por favor, seguid cuidándoos mucho y como dice nuestro amigo el “Volaor”: sobre todo, SALUD, SALUD Y SALUD

Móstoles, enero del 2021. 

Manuel M. Jurado Caballero

17 comentarios:

  1. ¡Ahí es nada! ¡Qué pedazo de relato!
    Aunque en tu sueño conseguías que te dejara en paz un ratito, no debes hacerte muchas ilusiones. Seguramente te acompañaré aunque todos se vayan a la piscina, si es que la cosa pasa de sueño a realidad.
    Me acuerdo bien del comedor y la cocina, la sala de estudio, las clases y de un par de dormitorios. Pero aún mas de los patios, sala de juegos y exteriores que rodeaban los edificios. El cuartito de D. Moises lo recuerdo pero no sabría situarlo con seguridad.

    Te felicito incondicionalmente, quieras o no.
    Me has animado y alegrado un montón estos momentos en que ya languidecía por falta de nuevas historias en la primera página del blog.
    Son muy de agradecer tus buenos deseos, que comparto sin reservas.

    Abrazos para Manuela, para ti y para toda vuestra descendencia.

    Hasta pronto.

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    1. Pedro gracias por tus comentarios llenos de una amistad sincera. Me alegra saber que esta lectura te ha levantado el ánimo. Ya verás que todo esto pasa y sólo nos quedará el recuerdo de un mal sueño. Trata de ser optimista.
      Estos días me he acordado mucho de la estupenda excursión que hicimos al turístico pueblo de Guadalest, ahora hace un año. Lo pasamos fenomenal en compañía del inigualable Miguel López Navarro.
      Estoy convencido de que nos veremos en esa deseada visita a Santa María de los Ángeles.
      Abrazos para Mónica y para ti.

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  2. Muchas gracias, Manolo, por compartir con nosotros este sueño tan querido y recordado por todos. Cuento los días en que podamos volver a ese sueño real con Manolo Muñoz Medrán a la cabeza.
    Un abrazo.

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    1. José María gracias por tu comentario. La verdad es que el año pasado nos quedamos todos con la miel en los labios. Ojalá, más pronto que tarde, volvamos de nuevo "de regreso a los santos lugares".
      Recibe un fuerte abrazo.

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  3. Por un momento, mientras leía tu relato, pensé que la visita era real, amigo Manolo. Me ha encantado porque me he visto acompañándote al describir o reflejar las mismas vivencias y emociones que yo he experimentado las veces que hemos visitado Los Angeles. Seguro que Dios permitirá que volvamos a hacerlo. Un recuerdo especial para los que se nos fueron y un fuerte abrazo para todos los que mantenemos la ilusión de reencontrarnos de nuevo en ese lugar que tantos recuerdos nos ofrece y que tanto influyó en nuestras vidas. Uno muy especial para tí. Y a Manuela dile que te deje seguir soñando para que nos puedas seguir regalando tan preciosos relatos. PACO RAYA.

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    1. Gracias Paco por tu comentario. Le trasmitiré a Manuela tu petición.
      Comparto tu sentido recuerdo por aquellos compañeros y familiares que ya no están con nosotros.
      Aprovecho para pedir por la pronta recuperación de Manuel Rafael, así como mejoría para los que no se encuentran bien.
      Recibe un fuerte abrazo.

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  4. Un sueño precioso que a mí también me ha trasladado 60 años atrás. Aunque en 1960 el seminario era distinto, con mis visitas posteriores he ido caminando contigo y rememorando vivencias entrañables y queridas. Un relato magnífico con una prosa clara, amena y atrayente.
    Un abrazo

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  5. Fernando efectivamente, en 1960 no se había iniciado la reforma y ampliación del Seminario y además todos los primeros de latín solamente pasaban un curso en Hornachuelos.
    Gracias por tu comentario. Ya me gustaría tener a mi la clarividencia y la mitad de soltura que tú atesoras para conseguir las maravillosas rimas de tus versos.
    Recibe un fuerte abrazo.

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  6. En mi opinión, es una soberana tontería aquello de "lo breve si..." Esta recomendación está hecha para los plomizos. Para aquellos que tras una hora de hablar o escribir, no dicen cosa alguna de interés.
    No es tu caso. Mala suerte para el recuerdo (no para la felicidad de abrazar a tu nieta) ese "interruptus". Digo mala suerte porque me ha sabido a poco. Espero otro sueño tuyo, amigo Manolo. Ha sido un placer. Un abrazo muy fuerte para ti toda la familia

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    1. Andrés muchas gracias por tu comentario. Me produce gran alegría leerte, por lo que significa de superación de una situación personal difícil.
      Nunca me gustaría verme en tu propia piel. Muchas veces a mi mujer le digo que cuando llegue el momento...yo primero.
      Muchos ánimos para el día a día. El abrazo de los nietos reconforta más que mil sueños perdidos. Refugiate en ellos.
      Recibe un abrazo cordial.

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  7. Un sueno precioso Manolo
    A propósito del chico que pastoraba las cabras,vivía aquí en Sant Hilari y murió hace unos años.
    Con uno de sus hijos hablo a menudo.
    Manolo un fuerte abrazo,un beso para Manuela

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  8. Un sueno precioso Manolo
    A propósito del chico que pastoraba las cabras,vivía aquí en Sant Hilari y murió hace unos años.
    Con uno de sus hijos hablo a menudo.
    Manolo un fuerte abrazo,un beso para Manuela

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  9. Gracias Rafael por tu comentario. Que coincidencias tiene la vida...quién podía pensar que un personaje de nuestra infancia lo tenias tan cerca. Si ves al hijo dile que hay compañeros que tenemos su imagen en nuestras mentes. Al menos para mi representaba un camino de libertad aunque dentro de un trabajo muy duro.
    Un abrazo fuerte para ti y para Asun.

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  10. El recuerdo entrañable que nos has traído amigo Manolo, merece un fuerte aplauso. Aquellos años quedaron marcados en todos nosotros. En el primer dormitorio de la visita estuve dos cursos, creo recordar que se llamaba Beato Juan de Ávila, y en el de la enfermería S. Pío X, estuve al final.
    No dudes en contarnos los próximos sueños del Seminario que te vengan a la mente, que serán para nosotros una alegría.

    Un fuerte abrazo amigo Manuel

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  11. Buenas tardes Juan, gracias por tu comentario. El dormitorio Beato Juan de Ávila estaba situado en el ala izquierda, arriba del todo , pero se accedía por la escaleras del comedor, bordeando el dormitorio de Santa Mª de los Ángeles. Allí estuve como jefe de dormitorio en el segundo curso. Comprueba si te cuadra con tus recuerdos.
    Tú estuviste como enfermero y coincidiste con Julián García Expósito que era de mi curso y fue siempre enfermero. Me dices que el dormitorio de camarillas enfrente de la Enfermaría se llamaba San Pio X, estás seguro? yo recordaba que era un papa Pio, pero tenía etiquetado con este nombre a otro dormitorio, situado en esa escaleras del estudio, en el piso 3º frente al dormitorio de San Ignacio de Loyola. De cualquier forma estoy convencido que uno o el otro eran San Pio X y XI.
    Sácame de otra duda, si aún conservas algún recuerdo. Según mis registros, en este dormitorio de camarillas frente a la Enfermería, en la entrada a la derecha y junto a la puerta, pudo haber una estancia como de unos 25 metros cuadrados, que pudo facilitar las clases de esta aula errante que he comentado en mi relato. Te suena algo? Esta maldita memoria mía me tiene intrigado.
    Si te apetece aclarar un poco las cosas, puedes entrar en el blog, pinchas en relatos y a mi nombre hay una descripción de las dependencias del Seminario, que publiqué en Enero del año pasado. Si ves algún error te agradezco me lo digas.
    Nada más, recibe un fuerte abrazo.

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    1. Manuel son muchos años, y los nombres danzan en la memoria. Cuando yo pasé al dormitorio de los mayores frente a la enfermería, no había ninguna clase. Sobre el gran salón del estudio te puedo decir, que se convirtió en la capilla de los seminaristas, y ahí aparecieron las aulas acristaladas. Quedando la pequeña capilla del patio, reservada para las monjas.
      Aquellas escaleras las subíamos a la carrera, cosa que hoy sería imposible.
      Gracias por tus relatos sobre aquellos años en el Seminario amigo Manuel.

      Un fuerte abrazo

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    2. Juan muchas gracias por tu respuesta. Estamos todos más o menos igual, se nos han olvidado la mayoría de los recuerdos y vivencias de aquellos años, cosa bastante normal después de los más de 50 años que han pasado. En mi caso intento conseguir alguna pista que me acabe devolviendo otros recuerdos adormecidos...
      Un cordial abrazo para ti.

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